A 500 años de Leonardo

A 500 años de Leonardo

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Si da Vinci resucitara después de cinco siglos muerto, gracias a algún supuesto descubrimiento suyo asistido por la actual “ciencia”, es probable que no se reconociera a sí mismo. El paso del tiempo posee esa maldita capacidad de reinventar personajes (se llama mitificación y no es confiable). La historia, además, se autocorrige. De ahí que mucho de lo que pasa hoy por conocimiento sobre su obra y persona cabe asumirlo como dudoso.

El famoso estudio de 1910 de Freud sobre Leonardo y su fantasía fálica de un “buitre” que lo ataca en su cuna, aunque descartado (se basa en una defectuosa traducción del italiano), habla mejor del método psicoanalítico que del origen de su homosexualidad. Los interminables debates sobre la fechas de algunas de sus obras (las dos versiones de “La Virgen de las Rocas”), han llevado a expertos a desdecirse. Lo que es la reciente tesis que habría sido ambidiestro, no solo zurdo, descartaría criterios usados hasta ahora para atribuir dibujos a sus discípulos y copistas (según la dirección de las marcas). Es más, no hay “mensaje encubierto” develado que no se le descarte.

El problema consiste en que es demasiada la tentación y no hay quien no quiera dar con la clave de este artista único y misterioso. Da Vinci era versado en una docena de disciplinas, y si bien la humanidad sigue generando polímatas, es difícil que alguien disponga de una sensibilidad análoga a la suya que logre explicarlo. Nuevo material se descubre constantemente, y cinco siglos nos separan. Tampoco ayuda que las plataformas digitales vulgaricen todo. Las veces que tratan a Leonardo es para referirse parcial y tajantemente sobre él (la noticia de último minuto), y si con ello venden algo, tanto mejor. Que el jeque no sé cuánto habría comprado el “Salvator Mundi” en una cifra estratosférica para luego fondearlo, solo prueba que la plata se devalúa. Que tendría a Francia e Italia en pie de guerra cultural es insólito (“Leonardo es italiano, él solo murió en Francia”, según autoridades italianas). Leonardo es negocio seguro.

Leía, no hace mucho, acerca de un gran “Leonardo scholar” que, ya viejo, se apenaba por haber perdido la capacidad para reaccionar emotivamente frente a objetos de arte, aun cuando seguía sabiendo que eran preciosos. Nadie hoy día se plantea así de humilde. A un experto con esta integridad jamás se le ocurriría “rejuvenecer” a Leonardo, presentándolo como un “viejo choro”, vegetariano, con ADN vigente, onda travesti, seco para los “selfies” (ergo, “La Gioconda”). Tampoco se le pasaría por la mente sostener que “predijo” la robótica, que le perseguía la Iglesia y por eso escribía al revés, o que si estuviera vivo se asociaría con la Boeing. Se habría interesado solo en que fue un artista y un humanista, y qué pudo significar ello in illo tempore. (La Tercera)

Alfredo Joselyn Holt

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