«Nosotros hemos sido muy atentos y respetuoso de lo que el poder civil establezca». Así reaccionó el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, ante el dictamen de la justicia que absolvió a la Iglesia de ofrecer disculpas e indemnizar con $450 millones a los tres afectados por los abusos sexuales cometidos por el ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima, James Hamilton, Juan Cruz y José Murillo.
La máxima autoridad religiosa capitalina –que inauguró el año judicial eclesiástico- sostuvo que si las tres víctimas quieren conversar con él, los recibirá pues «siempre estoy dispuesto a dialogar».
Consultado por el recurso que Hamilton, Cruz y Murillo presentaron ayer para revertir la resolución judicial, Ezzati dijo de manera escueta que «está bien, están en su derecho» y declinó entregar mayores detalles.
A los que sí se refirió fue a la polémica por la situación que viven los presos en el penal de Punta Peuco por violaciones a los Derechos Humanos, muchos de los cuales tienen enfermedades terminales, pero no son liberados.
Al respecto, el arzobispo dijo estar de acuerdo con las voces que piden que éstos sean excarcelados para que terminen sus últimos días de vida en sus domicilios. «A nivel de lo que es nuestra reflexión hecha ya en varias ocasiones, nosotros creemos que naturalmente la sociedad tiene el deber de administrar justicia de acuerdo a la gravedad de los delitos y en eso estamos totalmente claros», sostuvo.
En este sentido añadió que «al mismo tiempo, estamos totalmente claros que la dignidad de la persona humana, especialmente cuando esa dignidad puede ser respetada en situaciones muy extraordinarias como es lo que están viviendo estas personas, yo creo que hay que atenderla y en eso el diálogo que hemos tenido también con el señor ministro de Justicia nos da perfecta razón y apoyo».
VIOLENCIA EN ARAUCANÍA: «NO CONDUCE A NADA»
Otro frente que abordó monseñor Ezzati fue los casos de violencia en La Araucanía. En este ámbito, explicó que se trata de hechos que él vio cuando fue arzobispo de Concepción y defendió al pueblo Mapuche.
«El pueblo Mapuche tiene un alma pacífica. Requiere que sus derechos sean reconocidos y requiere que justamente el Estado sea quien intervenga en esto. Es una cuestión de Estado y lo que siempre preocupa, a mí me ha preocupado fuertemente cuando estuve de arzobispo allá, era la situación de la población que muchas veces vivía en el miedo, no solamente los adultos, sino que también los niños, que vivían en el miedo por lo que estaba produciendo la violencia», afirmó.
En esa línea añadió que a su juicio, “la violencia no conduce a nunca a nada. La violencia es lo más insensato e irracional que podamos pensar, así que la solución no va por la violencia, venga de donde venga». (Emol)
