Pensiones en Europa: ni tanto

Pensiones en Europa: ni tanto

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Como ecuatoriana, soy hija del sistema previsional de reparto. Las cotizaciones de mis primeros cinco años de trabajo se fueron al Instituto de Seguridad Social del Ecuador. Cuando me fui del país, para mudarme a Chile, no vi ni un sólo peso. Mis aportes son parte de los US$11.000 millones que el gobierno ecuatoriano le debe al IESS, al que ha usado históricamente como caja chica. Una deuda que año a año pone en riesgo el pago de pensiones. Por eso me decido a escribir estas líneas. La discusión actual está poniendo el riesgo el sistema de AFP, en el que aún continúo cotizando, a pesar de vivir en Alemania.

Me desespera ver cómo florece el discurso populista. Estoy de acuerdo en que se requiere de una reforma al sistema de pensiones, pero no puedo hacer nada más que apoyar el sistema de cotización individual. Sé dónde están mis ahorros, puedo elegir libremente quién los administra, y tengo un cierto margen de decisión sobre cómo invertirlos.

Ahora vivo en un país socialista, Alemania. Donde el sistema está migrando lentamente a un modelo en el que el ahorro privado tiene cada vez mayor peso, al igual que en otros países de Europa. ¿Por qué?Dejemos que hablen las cifras. Según el último informe sobre el sistema de pensiones de los países OCDE (Pensions at a Glance 2015), la tasa de reemplazo en Chile es de 32,8%, en Alemania es de 37,5%. Pero en Chile la cotización es de 12,3% (1,15% lo cubre el empleador), mientras los alemanes ahorran 19% (compartido a partes iguales entre trabajador y empleador). A pesar de la mayor tasa de ahorro, el estado alemán destina el 11% de su PIB al pago de pensiones, versus solo 3,2% de su par chileno.

Los alemanes ahorran más de forma obligatoria, pero finalmente obtienen una tasa de reemplazo no muy diferente. ¿Por qué no están en las calles protestando? Porque sus pensiones están compuestas además por otros factores, como el ahorro voluntario y sistemas de pensiones gremiales y corporativos (cubren al 40% de los trabajadores), con los que su tasa de reemplazo neta llega a 50%.  ¿Ideal? Tampoco. Lo peor es que con el cambio demográfico (el mismo fenómeno que afectará a Chile) se estima que el 51,8% de las pensiones por pagar en los esquemas de pensiones corporativos (ofrecidos por las empresas a sus trabajadores) no tienen fondos asegurados. Algo similar se teme en el caso de las pensiones públicas.

Alemania no es la única en problemas. Incluso Holanda, que aparece como el modelo a seguir, con una tasa de reemplazo de 90%, está viendo con preocupación la falta de recursos para hacer frente al cambio demográfico y el peso de las pensiones en el gasto estatal. Según Citi, los 20 países más ricos de la OCDE enfrentan un déficit de US$78 billones (trillions en inglés) para cubrir sus pensiones a futuro. El estudio hace énfasis en UK, Alemania, Francia y Holanda. En el caso de este último país, la tasa de ahorro es de 21%. La tasa de reemplazo está compuesta por un gran porcentaje de ahorro en fondos privados de pensiones. Según la OCDE, el componente público de la pensión en Holanda aporta solo una tasa de reemplazo de 27,1%, el resto es aporte del fondo privado. La OCDE también destaca cómo Holanda ha logrado reducir en un 19% el costo fiscal de su sistema de pensiones tras la decisión de aumentar la importancia de los fondos privados de pensiones. (Pensions at a Glance 2015, página 178)

En fin, no hay sistema de pensiones perfecto. El sistema de reparto, por el que abogan de manera populista los detractores de las AFP, está en crisis alrededor del mundo. En parte, el gasto fiscal al que se ven obligados los gobiernos está detrás de los problemas financieros de Grecia e Italia, por citar dos ejemplos. También son fuente de corrupción, con gobiernos (Cristina Fernández en Argentina y Rafael Correa en Ecuador) usando los ahorros de los trabajadores como caja chica, para financiar las promesas de turno. El sistema de pensiones privado no es tan malo, si con una tasa de ahorro tan baja como en Chile ofrece una tasa de reemplazo comparable con países desarrollados. ¿No será acaso que el problema está en el mercado laboral? Después de todo, la tasa de reemplazo no es más que el reflejo de lo bajo de los ingresos del trabajador y de su baja capacidad de ahorro. El problema no es que la pensión promedio sea de $224.000, sino que el ingreso imponible promedio sea de apenas $695.000.

¿Está en contra de las AFP? Bien, pero no crea en promesas populistas de pensiones con tasas de reemplazo de 90%-100% financiadas exclusivamente por el Estado. Para lograr eso hay que aumentar el ahorro y el Estado debe convertirse en un administrador eficiente (cof!cof!) y confiable. No en vano en Europa están priorizando el ahorro individual y administrado por fondos privados (no lo digo yo, también está en el informe de la OCDE).

 Marcela Vélez-Plickert, periodista. International Economics and Finance Correspondent Frankfurt

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