Descifrando el descontento

Descifrando el descontento

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L a mitad de los chilenos siente que la gente como ellos no tiene influencia en el gobierno. Siete de cada 10 creen que la mayoría no irá a votar en las elecciones municipales. Dos tercios aseguran que los parlamentarios no se esfuerzan en mantener sus promesas de campaña, y el 57% no sólo no se identifica con ningún sector, sino que asegura que bastantes o casi todos los políticos son corruptos.

Son sólo algunos de los datos inéditos de la última encuesta CEP y que Reportajes analizó a partir de la base de datos del sondeo. El diagnóstico es uno solo: la medición desmenuzó el descontento de la mayoría de los chilenos con el estado actual de las cosas. Y en prácticamente todos los ámbitos.

El primer ejemplo es el 62% de los encuestados que dijo que no tenía una opción para llegar a La Moneda -en 2008 y 2012 los resultados del sondeo ya anticipaban los posteriores triunfos de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet, respectivamente- y que tiene a la cabeza del grupo a los jóvenes de entre 18 y 24 años, a los adultos de 55 años y más y a la clase media. Para el experto electoral de la UDP Mauricio Morales, la falta de liderazgos “nunca había sido tan extrema”.

El descontento de los chilenos, además, se transforma en abierta desconfianza cuando son consultados por la corrupción. Un 80% de los encuestados -la mayoría de clase media- se repartieron entre los que creen que “bastantes” (30%) y “todos” (50%) los políticos han estado involucrados en casos de este tipo, y más del 50% cree que los funcionarios públicos no hacen lo mejor para el país. Varias cifras que consolidan un diagnóstico común y que, en conjunto, abren una pregunta a responder:

¿Quiénes son y qué opinan los desencantados?

El ADN de los chilenos en la búsqueda de un candidato

Sin la confirmación de liderazgos en las próximas elecciones presidenciales, con exclusivo registro de descensos en la valoración positiva de las figuras políticas, el gran protagonista de la última encuesta CEP fue el grupo de chilenos que respondió “no sé” u optó por no contestar la pregunta “¿quién le gustaría a usted que fuera la o el próximo Presidente de Chile?”.

“El 62% que no expresa preferencia presidencial tiende a ser transversal en cuanto a grupos socioeconómicos y a concentrarse más en los jóvenes, entre 18 y 24 años -que priorizan la educación y la corrupción como los problemas en los que el gobierno debería concentrarse- y los adultos de 55 años o más que sostienen que la delincuencia y la salud deberían ser los temas prioritarios para el gobierno”, explica el coordinador del Programa de Opinión Pública del CEP, Ricardo González, respecto del fenómeno de los “indecisos”.

En una cifra histórica, este grupo -según se desprende de la base de datos de la encuesta-, además, es parte del gran porcentaje de chilenos que declaró “No sabe/ No responde” a una definición con un sector político particular y se distribuye en igual proporción entre hombres y mujeres.

Los chilenos que no tienen candidato presidencial y que se disparan al 70% frente a la pregunta “¿quién cree Ud. que será la o el próximo Presidente de Chile?” -con alternativas como el ex Presidente Sebastián Piñera y el ex Presidente Ricardo Lagos-, están hoy en la mira de los especialistas electorales, ya que son reflejo de un fenómeno de desafección política inédito en anteriores mediciones.

De hecho, en la encuesta CEP de junio de 2008, un 18% no tenía una opción presidencial clara. En el caso de la encuesta de julio-agosto del año 2012, esta cifra alcanzaba el 22% de los consultados. Según explica González, las diferencias entre estos ciclos electorales son varias. “Primero, en 2008 había voto obligatorio, lo que podría inducir a las personas a revelar una preferencia cuando ésta era relativamente débil. Hoy, el voto es voluntario, por lo tanto, es posible que aquellos que no revelen una preferencia no voten en las elecciones de 2017”, señala González, destacando que en la primera vuelta de la elección presidencial del año 2013 la abstención fue cercana al 50%.

Por otro lado, los expertos destacan que en 2012, “la entonces candidata Michelle Bachelet concentraba una abrumadora cantidad de preferencias, algo bastante inusual en etapas tempranas del ciclo electoral, lo que, por supuesto, reducía el porcentaje de indecisos”.

Este año el panorama cambia, y frente al escepticismo que despertó el 63% de indecisos tras la encuesta CEP, la pregunta es el espacio que se abre para un nuevo liderazgo. El gerente de Asuntos Públicos y Comunicaciones de Cadem, Roberto Izikson, cree que la irrupción de una nueva figura que apele a “los desencantados” es difícil a poco más de un año de las próximas presidenciales. “El tercer candidato ya debería haber surgido para ser realmente competitivo. Dudo que exista un candidato que no estemos nombrando”, señaló.

Bajo la sombra de la corrupción

De todos los encuestados, tan sólo un 6% del total cree que “unos pocos” funcionarios públicos han estado vinculados en actos de corrupción. A la inversa, un 70% cree que “bastantes” o “todos” han estado involucrados en hechos de este tipo. En el caso de los políticos, la cifra es aún peor y aumenta a un 80%. La corrupción fue el tema que más subió -12 puntos entre noviembre de 2015 y agosto de 2016 en la última CEP- entre las preocupaciones de los chilenos, para ubicarse en el tercer lugar y alcanzar cifras que los expertos han calificado como históricas, en especial para un país que hasta hace unos años valoraba el respeto a las instituciones.

Entre quienes tienen 18 y 24 años y en el segmento de 55 años y más están los mayores porcentajes  de los chilenos que piensan que “casi todos” los políticos están vinculados a algún caso de corrupción, algo que, según explica Marta Lagos, de Mori, comenzó hace cinco años, junto con las protestas del movimiento estudiantil.

“En 2011 empiezan los síntomas de la queja general contra el sistema, lo que se termina de gatillar en febrero del año 2015 con el caso Caval. Por supuesto que el caso Penta tiene un impacto, y las farmacias, el confort, la lista larga de abusos, de privilegios, etcétera de los que tienen el poder. Terminando con la marcha del domingo por las AFP, pero que reúne todas las cosas juntas. La gente no sale a la calle solamente a protestar por las AFP, la gente sale a la calle por la suma, porque lo de la AFP es la gota que rebasó el vaso”, explica la encuestadora.

De hecho, en la última encuesta Cerc-Mori -de abril pasado-, que caracteriza al Chile de hoy, entre los encuestados un 84% estima que no se podrá eliminar la corrupción, y más allá, un 47% de los consultados cree que en cada 100 funcionarios del servicio público se pueden encontrar 59 corruptos. En tanto, según la encuesta GFK Adimark de julio pasado, un 89% desaprobó la gestión de la Presidenta Bachelet en el manejo de la corrupción como prioridad del gobierno.

Eso sí, un 68% de los encuestados dijo que nunca se ha enfrentado a algún funcionario público que le haya solicitado alguna coima por hacer su trabajo. Esa cifra, en diciembre de 2015, llegaba al 72%.

En el caso de los dirigentes políticos, entre quienes se ubican en los sectores medios, un 56,8% cree que son “bastantes” o “casi todos” los políticos involucrados en casos de corrupción. Un 23,7% de quienes se definen en el centro político coincide en esa percepción, un 16,5% se ubica en la derecha y un 19,2% adhiere a la izquierda.

Para Ricardo González, del CEP, los índices negativos han aumentado sustancialmente en comparación a 2008 o 2012, afectados principalmente por la proliferación de las investigaciones en contra de los dirigentes. “Existe un clima de opinión muy adverso en contra de los políticos -parlamentarios y gobierno- producto de los casos de financiamiento ilegal de la política, tráfico de influencias y beneficios ilegítimos de parte de algunos funcionarios públicos- que antes era mucho menos negativo. Naturalmente, estas actitudes negativas hacia la política generan un rechazo generalizado a la clase política (con excepción de los alcaldes que, en general, cuentan con una evaluación favorable) y desincentivan la expresión de una preferencia”, explica.

El telón de la desconfianza
Las manifestaciones, la molestia en las calles, la caída en los niveles de confianza en los representantes y el pesimismo frente a las reformas del gobierno son otros fenómenos que identifican a los chilenos descontentos.
Sólo como un ejemplo de este espíritu, el 37% de los consultados en la encuesta CEP, ante la pregunta “puedo confiar en que la mayoría los funcionarios públicos harán lo mejor para el país” se manifiesta en desacuerdo, mientras que sólo un 12% está de acuerdo. En tanto, un 65% de los consultados se manifiesta en desacuerdo ante la pregunta “los diputados y senadores tratan de mantener las promesas que hicieron en campaña”. En la cara opuesta, tan sólo el 1,7% de los consultados dice estar muy de acuerdo con la sentencia.
En el mismo sondeo, un 48% señaló que considera que la actual situación económica del país es mala, el 68% aseguró que la situación política general de Chile es mala o muy mala y la misma proporción aseguró que augura que este escenario no cambiará en los próximos 12 meses.
“Los grupos socioeconómicos bajos, mayoritariamente, y jóvenes son los que muestran mayor molestia con la política y  mayor percepción de abuso de poder”, dice el director de la consultora                           Feedback, Martín Rodríguez.
El descontento, ya no sólo con los políticos, incluso llegó a otras instituciones y entidades que antes marcaban una alta adhesión: tal es el caso del movimiento estudiantil y las reformas del programa de gobierno de Michelle Bachelet.
En el último sondeo del CEP, el movimiento estudiantil llegó con “nota roja”. Un 3,85 fue el promedio de calificación de la ciudadanía al movimiento, y el rechazo a las formas de manifestación de los estudiantes llegó al 61% en el caso de las marchas y un 68% en contra de las tomas.
También las encuestas reflejan que existe un cierto pesimismo respecto de que el país sea capaz de lograr las metas de disminuir la pobreza, mejorar la salud, mejorar la educación, lograr mejorar el sistema de pensiones. “Existe temor y un pesimismo de que estas metas puedan lograrse. El programa de la Presidenta Bachelet y sus reformas, a pesar de que fueron bien evaluados en un comienzo, hoy son vistos con rechazo y pesimismo en lograr su objetivo de alcanzar una mayor igualdad”, señala el director de GFK Adimark, Roberto Méndez.
Según la encuesta Adimark GFK de julio, un 56% de los encuestados se manifestó en desacuerdo con la reforma a la educación y un 61% declaró estar en desacuerdo con la reforma laboral. En marzo de 2014, en cambio, el 41% afirmó que creía que el gobierno sería capaz de hacer una reforma a la educación para que sea gratuita y sin fines de lucro.
Con todo, Méndez descarta que este ambiente de pesimismo abra la posibilidad a una falta de gobernabilidad en el país. “No se ve la posibilidad de emergencia, por lo menos hasta el momento, de populismos o de prometer cosas o soluciones fáciles. Lo que sí yo creo que la situación actual despierta fundamentalmente un cierto nivel de temor en la población. Los chilenos están asustados de que el tren se descarrile, de que realmente tuviéramos una crisis más profunda de lo que tenemos hasta el momento en materia económica y social”, afirmó.
Para Martín Rodríguez este estado de crisis de confianza es un fenómeno que trasciende las fronteras de Chile: “Tiene que ver con una crisis de liderazgo global y es lo que muestran prácticamente todas las encuestas en otros países con situaciones similares. Hay un fenómeno tiene que ver en cómo los distintos grupos sociales participan en la toma de decisiones y de poder y eso es lo que está en juego: como tú generas sistemas donde hay mejoras en los sistemas de representatividad y hacer a las personas más partícipes”.
¿Que se vayan todos?
El orden puede variar, pero la enumeración es elocuente. No es sólo un dato, sino una variedad de cifras las que muestran el malestar de los ciudadanos con la clase política. Porque, sea por donde sea que se le analice, se llega a un rechazo alto, que oscila entre el 50% y el 80% en distintos indicadores.
“Ese 62% que no tiene candidato presidencial se parece mucho al 70% que desaprueba a la Presidenta Bachelet, al 70% que cree que Chile va por un mal camino, al 80% que cree que la economía está estancada o retrocediendo, al casi 70% que está en desacuerdo con las reformas, al 70% que cree que todos los políticos están involucrados en casos de corrupción, al 70% que no le cree a Bachelet por Caval, al 70% que no le cree a ME-O con el avión”, dice Roberto Izikson, comparando los datos del CEP contra las cifras de otros sondeos. “En el fondo, oculta detrás un evidente malestar generalizado y una desconfianza hacia la clase política”.
El detalle de los datos de la encuesta CEP sólo confirma esa sensación. Así, la mitad de los chilenos afirma que no tiene candidato y que los políticos son “bastantes” o “casi todos” corruptos; la misma cantidad dice no tener ni postulante a La Moneda ni sector político, y casi seis de cada 10 no se identifican con ningún sector y, además, tienen la impresión de que los políticos son “bastantes” o “casi todos” corruptos.
Es un bloque complejo de analizar, porque incluye a personas que están lejanas a la política desde hace años, pero que antes eran más sencillas de identificar, porque no estaban inscritas para votar. Ahora, con el voto voluntario, ese segmento está mezclado en los sondeos con aquellos que evalúan elección a elección si participarán, o los que están decepcionados por las denuncias de los últimos años que han afectado a la clase política.
Y no hay claridad si este grupo tiene alguna posibilidad de influir en las próximas elecciones o si, al estilo del “que se vayan todos” que marcó hace una década a Argentina, se harán sentir mediante la abstención y los votos nulos y blancos. Por ejemplo, Roberto Méndez plantea que en la elección presidencial de 2017 podría haber un récord de baja participación, y que esto se debe a que existe temor y pesimismo. “Esta visión hace que estén surgiendo estos liderazgos probados, los ex presidentes, que de alguna manera es el refugio de lo conocido. Quizás no son liderazgos carismáticos, pero dan un cierto nivel de seguridad”, es su análisis.
El secreto interés por la política
Un grupo de preguntas de carácter político no fueron incluidas en la presentación del CEP. En el módulo referido a las elecciones municipales, una serie de interrogantes revela que entre los consultados -pese a todo- sigue existiendo interés en la política. Por ejemplo, un 50% de los encuestados dice ver “frecuentemente” programas políticos que transmiten en televisión, mientras que un 51% afirma que lee noticias sobre el tema.
Sorprendentemente, esas cifras aumentan cuando se les pregunta a los encuestados respecto de si siguen los temas políticos en redes sociales como Facebook o Twitter. En ese punto, más del 70% afirma ocupar con frecuencia estas plataformas para informarse.
En la encuesta UDP de 2015, ante la pregunta respecto a “¿cuán aceptable o no le parece esa actividad como forma para promover intereses políticos?”, la iniciativa mejor evaluada fue la de expresar su opinión a través de las redes sociales. Incluso, un 18% de los consultados para la medición de esa casa de estudios afirmó que había manifestado su opinión política a través de las redes sociales en los últimos 12 meses.
Según Marta Lagos, “un 65% de los chilenos que tiene Twitter no vota. No porque la gente reclama, vota”. El error, para Lagos, más allá de que la gente manifieste genuino interés en política, fue la aprobación del voto voluntario, que eleva, cada vez más, la cifra de quienes no sufragan. “Tanto la izquierda como la derecha se pusieron de acuerdo para esto y realmente es una ‘transaca’”.
En tanto, para el experto electoral de la UDP Mauricio Morales, la mayor exposición a la que han estado sometidos los políticos en el último tiempo -en especial vinculados a casos de financiamiento irregular- ha impactado directamente en la visión negativa que existe de ellos. “La combinación entre una prensa profesional e incisiva, junto con individuos más informados, es la fórmula letal para políticos corruptos. Puede que estemos frente a ciudadanos desafectos, pero informados”, asegura.
La mayoría de los encuestados en la CEP asegura que habla con su familia y con sus amigos de política con frecuencia, pero que no trabaja ni ha trabajado por un partido político o una candidatura en particular. En esa línea, si bien un 49% declara estar “satisfecho” con la gestión de su respectivo alcalde, un 29% está “poco interesado” en votar, mientras que un 37% asegura que no tiene ningún interés en sufragar en las próximas elecciones de octubre.
La Tercera/Agencias

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