UNA MANZANA puede alimentar una persona. Es excluyente en el consumo, si me la como yo tú no puedes hacerlo y por eso aparece la economía; la gestión de las limitaciones de la materia.
Una gran idea, sin embargo, puede alimentar a millones y hasta cambiar la realidad como la percibimos. Cambia la historia. Lo curioso es que no sabemos exactamente que son las ideas. Para hablar de las ideas necesitamos ideas, y eso nos deja en el punto inicial. El verdadero desarrollo depende de las ideas, y esa es la mejor inversión posible. Eso es la verdadera definición de la educación: por un lado el logro de la autodidaxia universal y por otro la producción de buenas ideas de acuerdo al talento. Eso es justo lo que no hacemos en nuestro país.
Las ideas tienen algunas características interesantes. Por ejemplo no ocupan un espacio predeterminado. Pueden moverse a la velocidad de la luz. Y no son excluyentes en el consumo. Si te doy mi idea o traspaso un conocimiento, no lo pierdo, ahora la tenemos ambos. Al contrario, podría crecer ya que se junta a la base de ideas del otro que yo no conozco. Lo más interesante es cuando se cruzan tus ideas y las mías.
En efecto, las ideas, como los genes, de hecho se cruzan entre sí. Con los genes la biología evoluciona. Con las ideas evoluciona la cultura. El equivalente a los genes, en la cultura se llama Memes (R. Dawkins). Las ideas al cruzarse engendran crías normalmente superiores a sus padres. Y es curioso que cuanto más antagónicas aparecen en principio, más valiosos son los hijos. Es el viejo modelo dialéctico tesis-antítesis-síntesis. La síntesis es un acto creativo, integra las polaridades, las trasciende, las eleva a otro nivel que las define de otra manera. Por cierto la nueva síntesis se transforma en tesis y aparece de inmediato otra antítesis y así sigue el proceso de abstracción que significa síntesis. ¿Hasta dónde llega la síntesis de los opuestos? Ese es el tema de la espiritualidad, de la trascendencia, de las creencias cosmogónicas, que no es del caso aquí.
Lo relevante es que si cruzamos siempre las mismas ideas consigo mismas se producen los mismos resultados del incesto: empiezan a fallar. En la práctica eso es el fundamentalismo, la ceguera incluso a ver la evidencia disponible o a considerar realmente el mérito lógico de la mirada del opuesto. Eso es lo que pasa en Chile. Nadie escucha al otro de verdad. Nadie debate seriamente. A nadie le interesa realmente la verdad sino sostener sus propias creencias. Yo soy el bien, el otro es el mal. Pero somos adversarios, no enemigos. Los fundamentalistas no quieren un espacio libre para vivir sus ideas, quieren que todos vivan como ellos, ese es el drama. Luchan por el poder para obligar a ello. Es la teoría de la retroexcavadora. No debe quedar registro alguno de la herejía de los otros. Unos bárbaros queman los libros, otros matan a los adversarios, otros destruyen sus símbolos, otros organizan inquisiciones etc.
La síntesis de los polos contiene lo mejor de ambos. ¿Qué pasaría si la izquierda y la derecha realmente intentaran colaborar en vez de destruirse? Es la maravilla de la paz. Es decir, ¿qué pasaría si esas ideas tuvieran sexo y engendraran otras nuevas, más poderosas, y que las incluya a ambas? El amor genera los hijos deseados, que son cuidados, educados y estimulados a crecer. La polaridad del amor es el poder, el control, la dominación.
En la política la forma más poderosa del amor (a su misión y el prójimo) es en primer lugar el conocimiento real de los temas (no la Wikipedia y dogmas) y la coherencia. La sociedad moderna no admite caricaturas. Luego el amor se expresa a través de las virtudes de la humildad, la tolerancia, el respeto, la transparencia, la honradez, la probidad, la verdad, y la pureza de intención. Ahí está la falla de nuestra política.
Veamos un par de ejemplos. La reforma tributaria fue aceptada por la derecha por el 3% del PIB. Ese era el gran objetivo. ¿Por qué no acordar con la derecha la mejor manera de hacerlo? Por el fundamentalismo del poder. La gratuidad es un tema difícil pero la derecha acepta una buena dosis de ella, por cierto no la universal. ¿Por qué no acordar un camino de mutuo acuerdo? ¿Cómo sería? ¿Por qué transformarlo en un tema simbólico del poder?
En educación lo que interesa es que los muchachos aprendan y progresen, en salud que las personas estén más sanas. Ese es el real objetivo. ¿Por qué poner los medios a la altura de los objetivos si sólo son medios? Es decir ¿por qué debe ser estatal necesariamente? Si coincidimos en el objetivo, los medios son instrumentales. Pero si somos fundamentalistas siempre hay una sola forma superior de hacerlo todo, y es la que “yo” creo.
Nadie disputa la importancia ni existencia del Estado. Otra cosa es el gobierno. El Estado debe regular sin duda, pero ¿cómo puede ser juez y parte si además administra? De nuevo confundimos los fines con los medios.
Es tiempo de que permitamos que las ideas opuestas tengan sexo y nazcan nuevas ideas capaces de hacer evolucionar nuestra cultura hacia el desarrollo y la buena convivencia.
La Tercera/La Tercera


