En un par de semanas el ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, se tomará un receso por vacaciones. Aún no tiene definido si serán dos o tres semanas, aunque reconoce estar algo cansado. Este es su balance a meses de liderar la Secretaría general de la Presidencia.
¿Se justificó el frenesí legislativo?
En el mea culpa que realizó el año pasado señaló que una de las debilidades del gobierno era su gestión. ¿Es posible legislar seriamente con este apuro?
Siempre hay una especie de balance entre rigor y relevancia. Si quiere tener el máximo rigor, los máximos consensos en los proyectos de ley, se va perdiendo relevancia, porque hay muchas áreas que no se pueden acometer. Las leyes no están escritas sobre piedra y siempre se va a poder mirar retrospectivamente y se va a poder decir que hay que ajustar algo. Lo que nos llevó al famoso realismo sin renuncia no tiene que ver con los frenesí o no frenesí de enero, sino con que, en general, hemos tratado de atemperar el ritmo de avance de las reformas a lo que podemos hacer de manera más prolija y más consensuada.
Ustedes tenían los votos para despejar los proyectos comprometidos, como la reforma laboral. Sin embargo, por diferencias ideológicas no se pudo avanzar…
Los obstáculos son de distinta naturaleza. Pero los siete proyectos -con excepción de la reforma laboral- eran de naturaleza bastante transversal. El proyecto de reforma a los partidos políticos y el fortalecimiento de la democracia fueron transversales. Agradezco a la oposición y a la bancada de gobierno porque trabajamos codo a codo, hay que ser generoso y reconocerlo. La clase política tuvo la voluntad y, no obstante los tiras y aflojas, hubo mucha generosidad.
¿Cuánta responsabilidad asume usted en que no se haya podido sellar el acuerdo político en la reforma laboral?
Este es un proyecto que cambia tan profundamente la naturaleza de las relaciones capital-trabajo dentro de las empresas que apurarlo no es una buena receta. Quienes han sido más críticos de la postergación a marzo han sido los trabajadores, la CUT. El gobierno ha mostrado templanza a la hora de no dejarse presionar, porque ellos son obviamente más afines a este gobierno que a la oposición.
¿Le preocupa el nivel de beligerancia que han alcanzado el PC y la DC respecto de este proyecto?
Me ocupa. La Nueva Mayoría no es la Concertación. El PC y el MAS representan una sensibilidad de izquierda en que las diferencias se amplían y, por tanto, las dificultades para lograr acuerdos se expanden. Yo ya pasé los 60 años, era muy joven, inquieto y metete cuando sucedieron los últimos años de la Unidad Popular y los primeros años de Pinochet, y las diferencias de visiones que había entre un lado y el otro eran siderales. Hoy día en la reforma laboral no se están discutiendo dos visiones distintas del mundo, estamos en la sintonía fina de cuánto fortalecer los sindicatos, de si deben o no los miembros afiliados al sindicato gozar de la extensión de beneficios, si se afilian ahora o en un tiempo más… o sea, estamos hablando de cuestiones en el margen.
¿Se sintió solo estas semanas en la tramitación de proyectos? Varios hicieron hincapié en que -por ejemplo- el ministro Burgos se tomó vacaciones y que se vio poco al resto del comité político…
Parece que algunos están en la época de los Picapiedras. Hoy hay teléfono, internet, celulares, mensajes de whatsapp. Lo que quiero decir es que posiblemente no vieron a los ministros del comité político físicamente, pero estábamos conectados. El ministro Burgos estuvo permanentemente conectado desde sus vacaciones. Al ministro le arruinamos las vacaciones, pero estuvo permanentemente conectado desde la distancia.
¿Qué resistencias encontró durante la tramitación de la agenda de probidad?
Cualquier observador internacional le dirá que en términos de las reglas de la política, la transparencia y el financiamiento lo que hubo fue un cambio enorme. Y lo hicimos en meses… Tanto por lo profundas que son las reformas, por la complejidad que cada uno de esos temas tiene y, no menos importante, porque quienes estaban legislando sobre esto son los mismos que serán afectados. Ellos estaban autorregulando aquellas disposiciones que -mal que mal- pueden influir en que sean reelectos o no, entonces no era algo fácil. Tengo que reconocer que hubo generosidad.
¿Cree que la clase política tomó conciencia de su crisis de legitimidad?
Creo que sí y es en ese sentido que estoy hablando de generosidad. Hubo toma de conciencia respecto de que si no se autoimponían límites, la credibilidad no se iba a recuperar nunca. Lo que prevaleció fue la conciencia de que habíamos llegado a un punto de que o reaccionábamos o nos hundíamos todos.
Para algunos resulta incomprensible que se comience a entregar recursos públicos a partir de abril, sin que los partidos ejecuten los cambios que la ley les impondrá. ¿Cómo se explica eso? Parece más bien un estímulo contrario…
Hay varias cosas distintas. Respecto del refichaje sería mucha desconfianza suponer que ni siquiera alcanzarán un 0,25 en un plazo de 12 meses. Decirle que no le doy financiamiento en la medida que no se refiche sería como decirle ‘ni siquiera el 0,25 de sus militantes son de verdad’. Los partidos que no refichen 0,25 le van a tener que dar muchas explicaciones a la gente y desde luego van a ser eliminados y posiblemente van a tener un castigo societal muy grande.
Varios podrían plantear que este voto de confianza es excesivo…
Si se creyera que no van a ser capaces de reficharse en el contexto de esos 12 meses sería como invertir dinero al azar, pero los militantes que tienen versus el mínimo que necesitan refichar para poder acceder al financiamiento es de tanta diferencia que sería impensable que no lo logren. Usted está haciendo una apuesta sobre seguro.
Aun así, es complejo defender que algunos de los partidos más golpeados por los casos de financiamiento irregular, como la UDI, son los que más dinero comenzarán a recibir desde este mismo año…
Claro, pero como se cerró completamente la puerta para que entre el dinero irregular, los partidos no pueden funcionar si no les entrega estos aportes.
Una suerte de cheque en blanco, ¿no?
Se tiene que tener un cierto balance, porque si no alguien podría haber dicho: mire, hagamos vista gorda respecto de otras formas de financiamiento durante 12 meses, pero no les demos financiamiento público. Lo que se estaría permitiendo es que durante 12 meses siga entrando dinero irregular a la espera de que estén refichados y ahí pueda entrar dinero regular. Prefiero cortar completamente el dinero irregular y dar dinero regular ahora. Los partidos van a necesitar seguir pagando la luz, operando con sus sedes; si los asfixia completamente, usted los está poniendo en una situación imposible.
¿Cree que -más allá de cómo se resuelvan las situaciones judiciales de algunos parlamentarios- hay que dar una señal ejemplificadora y por ejemplo no apoyar su reelección?
No me corresponde operar de catón moral respecto de lo que los partidos deben o no deben hacer. Cada uno lo resolverá a su mejor entender y se expondrá a la aprobación o desaprobación ciudadana. No soy un juez moral.
Uno de los directivos del Servel señaló que es imposible implementar la nueva ley al menos durante la campaña municipal…
A mí me gustaba, cuando todavía era un ser humano normal y tenía tiempo para hacer algo distinto de trabajar, ver una serie que se llamaba 24, que tenía un protagonista, Jack Bauer. Él tenía una frase que me gustaba mucho: “¿Y cuál es la alternativa?”. La pregunta es, ¿deberíamos haber postergado la reforma del Servel y ponernos una venda en los ojos y que estas elecciones municipales hubieran funcionado a la que te criaste? ¿O reaccionábamos rápido, generábamos la autonomía constitucional del Servel y lo equipábamos con nuevas facultades y nuevo personal, sabiendo que como toda obra humana eso va a tener que hacerse gradualmente? El propio consejero Joignant decía que es posible que no podamos fiscalizar todo el gasto electoral y tendremos que hacer fiscalizaciones aleatorias. Está muy bien, es cierto, pero es mucho mejor tener fiscalizaciones aleatorias que no tenerlas. Si usted es candidato, como no sabe dónde va a ser la fiscalización aleatoria, se autorregula. Entonces, la presencia del potencial de sanción ya actúa con un disuasivo muy importante. ¿Cuál era la alternativa?, como decía Bauer, ¿No hacer nada? Obviamente que no.
¿La prescripción de dos años para delitos de financiamiento irregular y la falta de regulación a las precampañas son los puntos al debe de la nueva normativa?
Son temas opinables que se discutieron. En el caso de la prescripción, le quiero decir que esta no es la excepción. Hay delitos tributarios, aduaneros, que tienen plazos más cortos de prescripción. Usted no puede tener en ascuas a un representante elegido por la ciudadanía durante un tiempo indefinido y eso nos obliga a que las investigaciones del justo rendimiento de cuentas de una campaña y el que esa campaña se haya ceñido a la ley tiene que durar 24 meses. A mí me parece que dos años está en el rango de lo aceptable para que el Servel pueda investigar y hacer la denuncia. Respecto de la duración de las campañas o de las precampañas, había dos objetivos que equilibrar: uno que por el hecho de que no está legislada la precampaña se hiciera bajo cuerda, y eso hablaba a favor de extenderla; y la otra, que en la medida de que se extendía se comenzaba a generar actividad política mucho antes de las elecciones, entonces el país se electoralizaba. El punto medio -donde es más obvio que la precampaña va a empezar al menos 200 días antes- es en la presidencial. Nadie puede pretender que una campaña presidencial realmente empieza 90 días antes. Pero se consideró que en el caso de concejales, alcaldes o diputados, haber extendido a 200 días antes sobre-electoralizaba la vida ciudadana del país.
Ahora mismo, hay acciones que se pueden considerar de precampaña…
Todas estas cosas están sancionadas por la ley, así que más les vale empezar a sacar los cartelitos.
Una de las promesas que no se cumplió fue la de eliminar los aportes anónimos. ¿Existió presión de los parlamentarios?
Los aportes reservados que podían llegar hasta el cien por ciento del gasto de la campaña se eliminaron. Y no tenían límite en términos de su monto total. O sea, cien por ciento de la campaña se podía financiar con aportes reservados. Hoy día son cero. La campaña anterior, además, tenía aportes propios que no tenían límite. Podía llegar hasta el 100% de aportes propios y nadie le exigía demostrar si tenía el patrimonio para poder hacerlo. Por tanto, era un boquete de filtración de aportes de terceros. Bastaba con que le depositaran en su cuenta corriente y usted lo justificaba como aporte propio y nadie le preguntaba de dónde sacó la plata. Hoy día los aportes propios están limitados al 25% del tope de gastos y tiene que demostrar que tiene espalda para hacerlo. Por tanto, de 100% de aporte reservado, a cero. De aportes propios sin límites y sin trazabilidad a sólo 25%, y demostrables. Lo que quedó son aportes menores en monto, sin publicidad que, por lo demás, son característicos de todas las democracias occidentales. Y, además, el Servel conocerá la identidad del aportante y el candidato va a tener que aceptarlo y eso conlleva un cierto reconocimiento. ¿Por qué el gobierno dijo que no vamos a aceptar aportes anónimos hoy día llamados menores sin publicidad? No había una decisión absoluta, pero dada la situación que se vivía, se prefirió no incorporarlos a la ley inicial. Pero comenzaron a surgir peticiones de distintos sectores en el sentido de que esto era parte habitual de la legislación internacional: Ciudadano Inteligente, Chile 21, la Comisión Engel, en voto dividido, pero con el apoyo de Eduardo Engel, que dijo que les parecía una cuestión plausible y el gobierno se abrió a esta posibilidad.
¿Esta ley va a tener un impacto en la configuración política del Parlamento o la política en general?
Ese es su espíritu. El espíritu es que lo que compita sean ideas y no el dinero. En la medida en que usted tiene un aporte público significativo, que tiene que ver con cuán votada sea una campaña y no cuánto dinero tenga el candidato, eso ya empareja la cancha. Además, no tiene la posibilidad de aportes reservados ni de grandes empresas. Tiene una fiscalización estricta del límite del gasto. Sería una exageración si dijera que hemos eliminado completamente la influencia del dinero en la política, pero la hemos mitigado drásticamente. Esta debe ser una de las leyes más estrictas que conozco sobre separación de dinero y política. Aunque sea adivinar, tendería a pensar que hay determinadas fuerzas que tenían más posibilidades de reunir fondos y que se veían de alguna forma más viabilizadas por el dinero, pero eso lo dirán los electores, no yo.
¿Se refiere a la derecha?
A mí lo que me preocupa en el tema dinero y política es que los electos representen a los electores: el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo. No me preocupa como un tema de derechas o izquierdas, me preocupa como un problema de captura de los parlamentarios por parte de quienes tienen más dinero, independientemente si ese parlamentario sea de centro, de izquierda o de derecha. Lo que me preocupa, lo que nos preocupa, es que los parlamentarios respondan a lo que la gente quiere.
¿Usted se hizo a sí mismo la convicción de que existía una suerte de captura del dinero sobre el Parlamento o cree más bien que son casos puntuales?
Es difícil saber eso, pero no podemos ser tan inocentes como para presumir que cuando había toda la posibilidad de que masas importantes de dinero hicieran una diferencia en una campaña que los que podían aportar ese dinero fueran tan generosos que lo hicieran simplemente por convicciones programáticas. Es altamente probable que algún tipo de restricción o de compromiso se pudo haber establecido entre quien recibió ese dinero y su posterior libertad legislativa, pero yo no estoy acusando a nadie.


