El jefe municipal de Rancagua, Eduardo Soto, fue el único dirigente que renunció a la UDI antes del plazo que estipula la «ley antidíscolos» para los que pretenden ser candidatos a la elección municipal en calidad de independientes. Es decir, un año.
Y lo hizo en medio de fuertes críticas hacia la actual conducción de la colectividad, a cargo del senador Hernán Larraín, y sobre todo con duros descargos hacia dos de los principales referentes de Suecia 286, el diputado Patricio Melero, ex timonel, y José Antonio Kast, también diputado y carta presidencial del gremialismo.
Todo alimentado por los «Alcaldes por Chile», grupo de ediles que se formó para enfrentar la próxima campaña de 2016 en paralelo al trabajo que la UDI y RN realizará en conjunto bajo el paraguas del pacto «Chile Vamos» que, además, componen el PRI y Evópoli y que podría contar con el respaldo del ex presidente Sebastián Piñera.
En diálogo con Cambio21, Soto explicó que el ex mandatario «es la única opción que tiene la centroderecha para volver al Gobierno», y que las demás alternativas (Ossandón, Kast, Espina y Chahuán) «son aventuras personales que, si prosperan, tendrán como propósito debilitar la alternativa de Piñera».
