El argumento esgrimido para oponerse a un rol público para la primera dama me parece absolutamente falaz. Se afirma que el mero hecho de no tener origen de elección popular la descalificaría para ejercer funciones sociales. La verdad es que ningún ministro, subsecretario o miembro del segundo piso, y muchos otros, realizan sus funciones en virtud de una elección y son personas de la más estrecha confianza del Presidente de la República.
¿Podría haber alguien de mayor confianza para un Presidente que su propia mujer de años? (El Mercurio Cartas)
Lucía Santa Cruz



