Escribo esperanzado estas líneas al escuchar al Presidente electo, José Antonio Kast, manifestar que quiere hacer un gobierno que convoque a muchas personas, más allá de sus filas partidarias, e incluso extiende una invitación a buscar acuerdos a quienes van a ser su oposición.
Tenemos una gran oportunidad de salir de las trincheras y atrevernos a coincidir, aunque no sea lo habitual de la actividad política. José Antonio Kast hizo una invitación abierta a todos. Es el espíritu de la política que siempre queremos ver.
Esa fue mi experiencia en tiempos de la Concertación: “Nos atrevimos a coincidir”. Desde la oposición contribuimos a llegar a grandes acuerdos que trajeron bienestar y progreso al país. Y en esto, el mérito es de todos los que estábamos en la primera línea de la política de ese tiempo, gobierno y oposición. Todos supimos entender la época que nos tocó vivir. Hay grandes momentos en que se producen los espacios para salir de las posturas maniqueas y hay que saber aprovecharlos.
Fueron años de acuerdos que fueron beneficiosos para el país. Desgraciadamente, en algún minuto esto cambió. Hubo una deriva política que no supimos identificar a tiempo. Seguir en esta complicidad entre gobierno y oposición pasó a ser mal visto. Aparecieron posturas más extremas que nos alejaron de los acuerdos. La sensación de la gente es que se abusó de esta complicidad. No nos dimos cuenta a tiempo y lo hemos pagado caro la centroizquierda y la centroderecha.
El gobierno de Bachelet II, que se inauguró en marzo de 2014, fue el fin del tiempo de los acuerdos. Su intento de modificar el rumbo de la política no fue exitoso. Entregó el gobierno al Presidente Piñera, a quien le tocó enfrentar el “verdadero estallido social”, que no fue el 18 de octubre de 2019, sino que una semana después, el 25 de octubre. Fue una manifestación social pacífica y transversal, que nos hizo ver que había problemas que necesitaban atenderse con urgencia. La gente común y corriente no lo estaba pasando bien.
Las crisis políticas y la atomización de los partidos han hecho más difícil ponerse de acuerdo. Pero esto no puede durar para siempre. Tenemos la oportunidad de volver a mostrar la voluntad de coincidir, de reconstruir confianzas, de volver a crear esa disposición cívica para construir una mirada común y alcanzar acuerdos que se legitimen socialmente. Hay niveles de consenso muy altos sobre lo que hay que hacer. Necesitamos líderes políticos que tengan el coraje de ponerse de acuerdo. La gente los va a entender y los va a premiar. No promovamos liderazgos que solo buscan la derrota del adversario, sin importar el costo para el país. Cuando prima la voluntad de llegar a acuerdos, todos ganamos.
Nuestra experiencia es que tanto ayer como hoy había un gran consenso en el “qué” queríamos conseguir como país. Todos queremos, por ejemplo, que disminuya la pobreza y la desigualdad. Tenemos, también, que saber ponernos de acuerdo en el “cómo”. Si hay coraje político para coincidir, se debe abrir el espacio para participar en la definición de buenas políticas públicas a quienes saben más que uno, a técnicos de distintas sensibilidades.
Y luego debe venir el trabajo diligente y minucioso de involucrar a todas las personas que deben participar en la decisión, principalmente las bancadas de senadores y diputados, de gobierno y oposición.
Las “formas de la política” son tan importantes como su fondo. La existencia de partidos sólidos da viabilidad a los acuerdos. El trabajo silencioso es tan importante como el de quienes “salen en la foto”.
Tenemos que saber construir un proyecto común, superando nuestras incompetencias personales y nuestras insuficiencias institucionales. Ojalá nos reencantemos con lo público y convoquemos a la política a los mejores y más preparados de los distintos sectores, para enfrentar entre todos los problemas del país.
Cuando fuimos capaces de llegar a acuerdos que tomaban debidamente en cuenta los intereses y sensibilidades de las distintas partes, los gobiernos fueron exitosos. Todos ganamos. Los frutos beneficiaron a todos los ciudadanos del país. Esto dio legitimidad a lo que lográbamos. Hoy solo espero que volvamos a tener el coraje para coincidir. El discurso de Kast abre las puertas para ello. Y el de Jeannette Jara también.
Pablo Longueira



