Los siete días de la “ultraderecha”-Nicolas Monckeberg

Los siete días de la “ultraderecha”-Nicolas Monckeberg

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Invito al lector a recordar hoy, sin caricaturas ni consignas, el libreto repetido por la izquierda durante la campaña presidencial. Un guion cargado de prejuicios que anunciaba, en tono apocalíptico, lo que ocurriría si el candidato “extremista” de “ultraderecha”, José Antonio Kast, llegaba al poder.

Según ese relato, dividiría al país entre buenos y malos, acallaría a la prensa incómoda, impondría dogmáticamente sus creencias, celebraría la derrota de sus adversarios y se alinearía con una internacional reaccionaria. El miedo se presentó como certeza.

Veamos qué ocurrió en los primeros siete días.

El domingo, tras votar, una periodista fue abucheada mientras lo interrogaba. Kast pidió respeto y defendió a la prensa, recordando que “la prensa es muy importante en democracia porque nos fiscaliza a todos”.

Esa noche no habló de castas ni de enemigos morales. Agradeció apoyos transversales, convocó a un proyecto común y exigió respeto hacia la candidata del oficialismo, en un gesto que evocó el llamado de Patricio Aylwin a unir un país fracturado.

Agradeció a Dios, sí, pero sin imponer creencias ni cuestionar la laicidad del Estado. La fe apareció como convicción personal, no como programa político.

Días después, realizó su primer viaje como Presidente electo a Argentina. No fue a exasperar nacionalismos ni a buscar polémicas ideológicas, sino a reactivar una relación bilateral adormecida y coordinar trabajo conjunto. Eso fue todo. Y fue suficiente.

Siete días después, los temores agitados durante la campaña no aparecieron. No hubo fantasmas autoritarios ni gestos épicos forzados. Hubo seriedad, prudencia, pragmatismo y diálogo.

El personaje descrito por el guion de la izquierda no se parece al Presidente electo. Bastaron siete días para demostrar que no vino a provocar, sino a conducir. Para tranquilidad general, lo más subversivo que hizo fue usar corbata. En solo siete días, Kast puso la vara alta en su compromiso con la democracia y los valores republicanos, y no por el nombre de su partido, sino por convicción. (El Mercurio)

Nicolás Monckeberg