Como sabemos, “emigrar” significa dejar la patria para ir a vivir, con intenciones de largo plazo, a otro país. Con ese simple significado, la emigración en un fenómeno que existe desde que existe la especie humana, y eso en todas las amplias variedades que el fenómeno admite. Hay emigraciones de personas aisladas, las hay de familias completas y las hay de grandes multitudes y de pueblos muy articulados.
La emigración de carácter individual, casi siempre, ha sido benéfica para el receptor y uno de los vehículos más importantes para la difusión de las culturas, al punto que la cierta homogeneidad de la cultura material observable hoy día es fruto de los traspasos culturales que provoca esa emigración.
Pero también, la emigración masiva ha sido utilizada por gobiernos tiránicos para obtener ventajas de tipo económico, social o geopolíticos.
El primer uso de ese tipo del que tenemos registro puede ser el de los asirios, que usaron el trasplante de pueblos masivos conquistados para quebrantar su espíritu de existencia, tanto en su primitiva como en su nueva ubicación. En épocas mucho más modernas y con esos mismos propósitos, muchas regiones de Europa han sufrido las consecuencias de esos trasplantes hechos con propósitos similares.
El Sacro Imperio y su continuador el Imperio Danubiano de Habsburgo abusaron de crear colonias de origen germánico en otras zonas de Europa, con el fin de facilitar su control político. Lo mismo hicieron, a porfía, las tiranías de Hitler y de Stalin, que sembraron al viejo contiene e incluso a partes de Asia con trasplantes de masas rusas y alemanas. Las consecuencias de estos traslados masivos de población enredan hasta hoy día los asuntos políticos y poblacionales de esas extensiones.
Beneficios para las dictaduras
Si bien esos recuerdos demuestran el efecto histórico importantísimos de las emigraciones, ha sido durante la segunda mitad del siglo XX que ha surgido un modelo novedoso de uso de la migración como arma ofensiva, y para entender esto es conveniente responder a la pregunta: ¿Qué beneficios puede esperar una dictadura que promueve sistemáticamente la emigración de una parte sustantiva del pueblo al que somete?
Claramente puede esperar beneficios en el plano económico, en el de la política interna, en el plano social y en el plano del equilibrio de poder en el área geográfica que ocupa.
En el plano económico expulsar población logra el propósito de aumentar el ingreso per cápita de los que se quedan, por el simple hecho de que se trata de un aumento producto de la eliminación de cápitas, cuyo efecto es concertar la renta nacional en menos gente.
Generalmente eso es deseable para disponer de más recursos para mejorar el estándar de vida, fundamentalmente de los militares, lo que es necesario atar al régimen para asegurar el control del país.
El otro beneficio económico es el de las remesas de medios de pagos internacionales que generalmente escasean en ese tipo de regímenes. El exiliado, aunque sea contrario al gobierno en su patria, envía dinero regularmente a sus parientes o amigos, y eso le permite al régimen apoderarse de ellos para entregarlos a sus destinatarios en moneda local.
En el plano político forzar emigración permite eliminar disidentes y en el plano geopolítico, permite disimular el envío de agitadores, quinta columnistas, bandas criminales organizadas y activistas doctrinarios que descomponen el escenario político interno de los vecinos contrarios a su sistema de gobierno.
Cuba y Venezuela
En nuestra región del mundo hemos observado dos importantes agresiones perpetradas con forzadas emigraciones masivas y que son las protagonizadas por Cuba, sobre todo en ciertas etapas preliminares del marxismo en la isla, y por Venezuela más modernamente y más estridentemente protagonizadas.
Cuando el régimen cubano se instaló, creo las condiciones de una emigración para exportar dos tipos de sus ciudadanos: aquella alta burguesía que sabia sería su eterna enemiga, y luego comenzó a hacerlo con infiltrados, sicarios, instructores de guerrillas, etc.
En esa etapa, afectó seriamente la política interna de Chile sobre todo durante el periodo de la Unidad Popular. Por supuesto que su principal víctima y su gran éxito fue la crisis de la democracia venezolana.
En una época mucho más próxima, Chile ha sido víctima de la emigración masiva venezolana sobre todo la ilegal, la que no solo ha estresado al país económicamente si no que ha alterado profundamente la cultura política nacional y ha extremado el conflicto social que es endémico en América Latina.
Yo no sé si este problema de la agresión demográfica que Venezuela le ha propinado a Chile sea debidamente apreciada y prevenida por la estructura de seguridad nacional, pero consta a todos que si ha advertido el peligro, no se ha hecho nada por prevenirlo ni mucho menos por castigarlo.
Es por eso que me propongo alertar con todas mis fuerzas al nuevo gobierno para que responda a esta agresión con medidas simples pero muy efectivas, como es la repatriación de los venezolanos indeseables, la prohibición de remesar dólares a ese país y la ruptura definitiva de todo vinculo, mientras la grotesca dictadura chavista siga torturando a su pueblo.
Eso, más una lucha sin cuartel contra las bandas criminales organizadas venezolanas, será la respuesta apropiada y justificada que nuestro país necesita. (Bio Bio)
Orlando Sáenz Rojas



