A pesar de la intensa disputa por la Ley de Presupuesto y la inminente votación de la acusación constitucional contra el exministro Diego Pardow, el Senado ha comenzado las negociaciones preliminares para definir el pacto de gobernabilidad que regirá el próximo periodo parlamentario, 2026-2030.
Este pacto determinará la rotación en la presidencia y vicepresidencia del Senado, así como la distribución de cupos y el control de las comisiones legislativas, siendo las de Hacienda y Constitución las más codiciadas por su alto nivel de influencia.
Los primeros acercamientos sugieren una alta probabilidad de que el Partido Republicano, a pesar de ser favorito en la contienda presidencial con José Antonio Kast, no logre presidir la Cámara Alta. Esto beneficiaría a tiendas políticas con mayor antigüedad y tradición.
La razón principal es que los resultados de las últimas elecciones dejaron a los principales bloques en el Senado en un empate técnico, con el factor adicional del aumento de senadores independientes o aquellos que quedarán sin partido debido a probables disoluciones.
Aunque las negociaciones definitivas se intensificarán en marzo del próximo año, los intercambios iniciales entre senadores de Chile Vamos y del oficialismo apuntan a un predominio del realismo político, lo que favorece una repartición equitativa y alternada de las cuotas de poder.
El senador y presidente de Renovación Nacional (RN), Rodrigo Galilea, admitió que, al no existir una mayoría clara, es el momento de que la política opere. Abogó por un acuerdo entre los bloques más importantes y los «partidos más tradicionales» que tienen la «historia» y la capacidad de «construir puentes y buenos acuerdos».
Las declaraciones de Galilea, que dejará su escaño en marzo, contenían un llamado a una negociación que resulte en una distribución equilibrada entre las futuras fuerzas oficialistas y de oposición.
Además, el senador deslizó dos criterios que están ganando fuerza: dar preferencia a los partidos con más parlamentarios de cada bloque para la presidencia del Senado y respetar la antigüedad de las colectividades y de los legisladores con más años en el Congreso.
Bajo estos criterios (cantidad y antigüedad), se establece una prelación clara: RN (9 senadores), el Partido Socialista (PS) con 7 escaños, la UDI con 5, y el PPD con 4 legisladores. Estos cuatro partidos suman 25 votos, suficientes para asegurar una mayoría.
En este escenario, los 5 senadores republicanos se verían obligados a exigir que prevalezca su número de escaños sobre el peso histórico de colectividades como la UDI o el PPD, pero su postura se complica por la incertidumbre sobre si están dispuestos a negociar con el oficialismo.
El posible nuevo orden se asemeja al preacuerdo de 2022, impulsado por Álvaro Elizalde (PS) y Juan Antonio Coloma (UDI), que contemplaba una presidencia rotativa de un año para RN, PS, UDI y PPD, en ese orden.
Ese pacto original de 2022, que recordaba las gestiones de Jaime Guzmán en 1990 para el primer acuerdo post-dictadura, solo se cumplió con los períodos de Elizalde (PS) y Coloma (UDI) en la testera. En 2024 y 2025 se impusieron candidatos de RN —José García y Manuel José Ossandón— en elecciones divididas, lo que, a juicio de varios senadores, solo dejó heridas y acentuó las rivalidades.
El modelo de distribución actual dejaría a los nuevos partidos de derecha, como Republicanos (con 5 senadores) y los Libertarios (representados por Vanessa Kaiser), al margen de la testera.
Hasta ahora, los Republicanos no han manifestado una postura oficial, pero mensajes privados a senadores sugieren que el partido de Kast buscaría un pacto alternativo que excluya a la izquierda y sume a independientes como Karim Bianchi y figuras centristas como Matías Walker y algunos PPD. (NP-Gemini-La Tercera)



