Unidad en la acción

Unidad en la acción

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La gran mayoría de los electores de derecha piden a sus candidatos: Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser, unidad en estas elecciones para así materializar en un triunfo el domingo la mayor adhesión en la ciudadanía que este sector político concita hoy en Chile frente a la alternativa de izquierda.

Después de todo, las demandas por orden público, el combate al crimen organizado y la delincuencia, el control fronterizo para poner término a la inmigración desbocada y la reactivación de la economía con políticas que alienten la inversión y el empleo son anhelos de gran parte de los chilenos.

Y esos ciudadanos perciben que, más allá de matices y énfasis distintos, las tres candidaturas de derecha no tienen diferencias significativas en sus propuestas y programas para resolver los graves problemas que enfrenta el país.

No obstante, hasta el final de la campaña se han visto episodios de rencillas que resaltan la rivalidad entre los candidatos y dificultan una acción conjunta para enfrentar a la izquierda.

Hay razones que lo explican, como lo es una lucha por la hegemonía en la representación de la derecha; distintas opiniones acerca de la política de alianzas que ha de seguirse para lograr los objetivos y algunas discrepancias más de fondo sobre el país que queremos, pero, especialmente, acerca del camino que hay que transitar para llegar hasta allí.

Ninguna de estas diferencias tiene, en mi opinión, entidad suficiente para poner en riesgo un triunfo en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. Son tales los problemas que enfrenta Chile que estamos ante la posibilidad de que el quiebre en la tendencia de crecimiento que se ha instalado en la última década se eternice, llevándonos a un nuevo caso de desarrollo frustrado. Ello tendría efectos devastadores sobre la calidad de vida en Chile, especialmente la de los más pobres, y sobre la convivencia entre nosotros. No es un gobierno de derecha lo que amenazaría la paz social, es la falta de éste.

Las encuestas presidenciales confiables señalan que la derecha llegará a La Moneda, aunque por supuesto, no hay que confiarse totalmente porque falta un mes para la segunda vuelta. Los pronósticos parlamentarios, por su parte, son también ampliamente favorables para la derecha. Sin embargo, estoy menos optimista sobre la composición del Congreso que lo que indican los números de quienes han hecho esos pronósticos.

La principal razón para mi cautela es que los pronósticos parlamentarios no son encuestas con margen de error conocido. Aunque tengan como base algunas encuestas que no cubren todo el territorio, agregan información sobre elecciones pasadas y consideraciones cualitativas acerca del momento político. Por ello, no tienen suficiente credibilidad estadística para estar tranquilos acerca de los resultados proyectados, como sí ocurre con las buenas encuestas. Por otra parte, se sabe, no todos los parlamentarios elegidos en las listas catalogadas como derecha votan en el mismo sentido.

Por ello, mi cautela se extiende también a las posibilidades que un futuro gobierno de derecha logre sortear con éxito los desafíos de gobernabilidad que plantean los próximos cuatro años. Y ojo que, en mi opinión, cualquiera sea el candidato de derecha elegido esa dificultad estará presente.

Por eso la unidad de propósito en la derecha es tan importante: participar en un gobierno de derecha exitoso. Me deja optimista una reciente actividad en El Líbero donde expusieron Jorge Quiroz y Gonzalo Sanhueza, representantes económicos de dos de los tres candidatos de derecha. Mi sensación es que los programas tienen objetivos muy parecidos, con diferentes énfasis, lo que incluso los hace complementarios.

Un trabajo conjunto a partir del próximo lunes entre equipos de las tres candidaturas y centros de estudios debiera ser el primer paso para la unidad en la acción que se requiere para ganar la segunda vuelta y gobernar bien.

Generosidad y magnanimidad en la derrota y en la victoria, eso es lo que necesitamos de nuestros líderes. Chile se los agradecerá. (El Líbero)

Luis Larraín