El día después

El día después

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Este domingo conoceremos los resultados electorales. El ambiente indica que la derecha tendrá un desempeño favorable. Y que el Gobierno, con su magro legado, sufrirá un castigo.

La decepción ante la administración de Boric es evidente. Ostenta el récord, desde el regreso a la democracia, de percepciones negativas sobre la economía. Ante la pregunta sobre la “actual situación económica del país”, el promedio de todas las encuestas CEP entre 2022 y 2025 arroja un 55% que la calificó como “mala o muy mala”. Pensando en las expectativas para los próximos doce meses, un promedio del 32% contestó que la situación económica “empeoraría”. Y al consultar si “cree que en el momento actual Chile está: progresando, estancado o en decadencia”, un promedio del 32% contestó que nuestro país estaba “en decadencia”. Ese 32% es el doble del segundo gobierno Bachelet. Y alcanzó solo un 20% durante todo el gobierno de Piñera, con el violento estallido social y la pandemia a cuestas.

Si bien el Frente Amplio cumplió con su promesa de reemplazar y ahogar a la Concertación, la nueva élite política no estuvo a la altura. La derechización del electorado es la mejor evidencia. La preocupación por la seguridad y la economía ha obligado a dejar atrás las banderas que, con mayor fanatismo que reflexión, enarbolaban los jóvenes del Apruebo Dignidad. Queda poco de dignidad y casi nada del Apruebo. Ahora añoramos el crecimiento que era decrecimiento, la propiedad privada desplazó los sueños colectivos y la utilidad suplantó el fin del lucro.

Si proyectamos la tendencia de creación de empleo prepandemia, en este gobierno se dejaron de crear 239.000 puestos de trabajo. El crecimiento promedio rondará un escuálido 2%. Y el legado fiscal exigirá apretarse el cinturón. Aunque durante el primer año Marcel logró superar la meta fiscal estructural, en los siguientes tres años dejaron de cumplirla. Peor aún, este año la meta de déficit estructural de 1,1% del PIB fue corregida a 1,6% y la Dipres acaba de reconocer que será de un 2,2%. Incluso podría exceder el 2,5%. Pareciera que el eslogan “es la economía, estúpido” está de vuelta.

En esta atmósfera no es casual que en la derecha tengamos tres candidatos “made in Germany”. Kast sería el más conservador. Matthei, liberal clásica. Y Kaiser, el libertario. Aunque hay diferencias entre estas tres corrientes —por ejemplo, existen distintas miradas sobre la libertad, el Estado, la economía y la religión—, hay principios y valores compartidos. El desafío del día después de la primera vuelta en la derecha, bajo ese frondoso árbol llamado liberalismo, será unirse ante la izquierda que se articulará como oposición.

Hoy la izquierda oficialista detrás de Jeannette Jara aglutina al PC, el Frente Amplio y los viejos partidos de la Concertación. El PS, PPD y la DC se aferran a esta única opción con pocas esperanzas y bajas expectativas para las parlamentarias. La Concertación tiene pendiente una franca y profunda reflexión sobre su rol durante el estallido y el gobierno del Presidente Piñera.

Aunque la candidata ha hecho esfuerzos por desmarcarse del PC y del Gobierno, carga una mochila pesada. No en vano ha cambiado su mirada sobre Cuba, este lunes reconoció que se habría puesto de pie para saludar al Presidente Milei y en el cierre de su campaña tuvo que calmar a los que gritaban “el que no salta es paco”. Pero Jara también enfrenta a Boric. Evitando el síndrome del pato cojo al enfrentar a Kast como su adversario, el mandatario busca proyectarse como el futuro líder de la izquierda. Ahora está por verse si para la segunda vuelta el Presidente se repliega o decide apoyar a la compañera Jara desplegando sus floridas plumas. Esto es, si privilegia su futuro político o el de su coalición de gobierno. En política, ya lo sabemos, todo puede pasar. (El Mercurio)

Leonidas Montes