Debate presidencial: mucho ruido, poco cambio-Jorge Ramírez

Debate presidencial: mucho ruido, poco cambio-Jorge Ramírez

Compartir

Los candidatos enfrentaron uno de los debates más cruciales, a tres semanas de las elecciones, pero como suele suceder la expectativa atentó contra el resultado. El balance fue un debate neutro, de tono cansino y sin grandes luces. Los debates, que deberían sacudir la campaña parecen estar ayudando a que nada cambie. El resultado es una audiencia que asiste con interés a estos encuentros, pero observa una trama que parece ya haber visto, esperando —tal vez —un desenlace distinto que inyecte emoción e incertidumbre en la carrera por el sillón de O´Higgins, que se resiste a llegar.

A continuación, el análisis candidato por candidato.

Jara, sostiene. La candidata del oficialismo mejoró respecto de sus intervenciones en debates anteriores. Se aferró a su guion original, exhibiendo su capacidad de diálogo y de arribar acuerdos para el país como la Reforma Previsional. Pese a las difíciles semanas para el oficialismo por el escándalo asociado a las cuentas de la luz y expresiones cada vez más crudas y radicales de delincuencia, sobrellevó con relativa dignidad el peso ser la candidata oficialista. Jara a ratos parece transitar sola por la vía de la izquierda, con una camino totalmente despejado de cara a la segunda vuelta, aunque en ese ballotaje, seguramente la vía se estrechará al punto de conducir su candidatura a un auténtico despeñadero.

Kast, el opositor. Quien lidera los sondeos dentro del espectro opositor, cumplió. Al igual que en el primer debate de televisión fue de menos a más, mostrándose cómodo en sus áreas temáticas fuertes como seguridad, combate al crimen organizado e inmigración. Fue el más perseverante en plantear críticas al actual gobierno y no abrió flancos que permitan poner en un riesgo evidente su momentánea su condición de favorito.

Matthei, contenida. La candidata de Chile Vamos enfrentó el debate en medio de un ambiente enrarecido. En más de una encuesta Johannes Kaiser aparece empatándola o superándola en el tercer lugar. Como respuesta a este nuevo escenario es que la abanderada de la centro derecha intentó en reiteradas ocasiones reforzar el voto femenino, porque los mismos estudios muestran que es el área más débil de Kaiser. Más allá de esta estrategia, en líneas generales Matthei arriesgó poco. Llamativo, considerando que la inercia no parece estar jugando a su favor.

Kaiser, factor sorpresa. El candidato nacional libertario es quien se muestra más cómodo en este tipo de formatos, porque es quien más arriesga: si en el debate anterior fue el único que explicitó que respaldaría una intervención militar de EE.UU en Venezuela, esta vez no titubeó en plantear pena de muerte y trabajo forzado para los reos. Kaiser es de esos candidatos que dice lo que piensa y hace lo que dice. Ante el exceso de cautela por parte de sus adversarios adversarios, Kaiser es quien nuevamente parece sacar mejor provecho a este tipo de espacios.

Parisi, modo ofertón. El candidato del PDG sabe de marketing y como tal emplea la estrategia de la segmentación de audiencias. Su primer objetivo fue llegar al voto femenino, prometiendo un nuevo retiro previsional esta vez “responsable” para aliviar el endeudamiento, aunque aquello parezca una contradicción en los términos. Luego hizo guiños al mundo evangélico, mencionando la curiosa construcción de batallones para combatir el desborde carcelario y finalizó con la mención a los mineros de la zona norte, donde históricamente ha tenido su mejor rendimiento electoral.

Harold, superficial. El ex dirigente de la ANFP intentó nuevamente perfilarse como el candidato de la integridad y la ética pública. Por loable que pueda llegar a ser aquello, el candidato no es capaz de dotar de mayor densidad y contenido a sus ideas generales. A la hora de las definiciones sustantivas Harold no tiene propuestas ni un diagnóstico. Si en el primer debate Harold destacó por ser la novedad, en esta ocasión debía mostrar algo más, pero fue incapaz de hacerlo.

MEO, desbordado. Marco empleó el debate como una tribuna para limpiar su honra tras el veredicto judicial del Caso SQM. Pero si algo quedó de manifiesto es que a esta altura a Marco realmente no le interesa ser Presidente, lo único que busca es continuar existiendo como personaje y en esa lucha un tanto megalomaníaca, todos los recursos son válidos, incluso denostar a los entrevistadores.

Artés, anecdótico. Consignas, una falsa nostalgia y falta de sentido de realidad. El discurso de “el profesor” parece una parodia revolucionaria de los setenta, cuestión que inevitablemente transforma cada una de sus intervenciones en una simple anécdota del programa de tv o en una mala nota al pie. (Ex Ante)

Jorge Ramírez