Los comandos de los principales candidatos de la derecha, José Antonio Kast y Evelyn Matthei, están acelerando la definición de sus respectivos planes de gobierno inmediatos, buscando generar un «golpe de efecto» desde el 11 de marzo para marcar un quiebre notorio con la actual administración, especialmente en seguridad y reactivación económica. Ambos diseños operan bajo el precepto de que el voto obligatorio otorgará al próximo Mandatario un mandato fuerte.
El Plan Kast, pese al momento de tensión por el crecimiento de Johannes Kaiser y las polémicas internas, sigue su curso, enfocado en mostrar un «cambio de mano muy temprano». Su diseño contempla un estilo presidencial fuerte y activo, con menos ministerios para reducir la burocracia, y la creación de un Segundo Piso estratégico al estilo del gobierno de Ricardo Lagos.
El plan republicano se divide en dos fases: una de instalación, muy mediática, de tres a cuatro semanas liderada por Cristián Valenzuela, para la cual «si los ciudadanos no observan un cambio real en ese tiempo, nos van a cobrar la cuenta», admiten desde su staff. Luego, una etapa más amplia de tres meses, a cargo de Bernardo Fontaine, que prioriza medidas de «gobierno de emergencia» en seguridad, migración y políticas sociales, como las listas de espera.
A nivel internacional, Kast ha comprometido un golpe de efecto al asegurar que, de ser electo, reanudaría las relaciones diplomáticas con Bolivia «desde el día uno». En lo legislativo, se trabaja en cerca de 10 proyectos de ley cortos para aprobar rápido medidas como tipificar la migración ilegal como delito, implementar un fast track para la construcción de cárceles, eliminar la permisología y aplicar la reforma tributaria. Además, su equipo, liderado por Sebastián Figueroa y Patricio Cuevas, realiza un «escáner a los cargos críticos» para identificar y destrabar procesos que frenan la inversión.
Por su parte, el «Plan Matthei» fue zanjado a principios de octubre, buscando adelantarse a Kast y revalidar su sello de «sentido de urgencia, experiencia y eficacia». El objetivo de su equipo, encabezado por el historiador Juan Luis Ossa, es «remecer el tablero» haciendo pesar un programa robusto, elaborado por unos 500 integrantes, incluyendo 40 economistas de alto perfil.
La candidata de Chile Vamos planea rubricar su sello la misma noche del 11 de marzo con un acto simbólico: su llegada a la frontera en Arica para marcar como prioridad el combate a la migración ilegal, la delincuencia y el narcotráfico. Ese mismo día, planea firmar en La Moneda tres proyectos de ley clave en seguridad, incluyendo uno que entregue a las Fuerzas Armadas el resguardo de la frontera mediante la Policía Militar Fronteriza.
Entre sus medidas administrativas, Matthei contempla el aumento de la retención de migrantes irregulares de 48 horas a cinco días para tramitar su expulsión, la creación de unidades especializadas contra el crimen organizado y el terrorismo (Unicot), y un decreto para clasificar y aislar a los líderes del narcotráfico. En economía, su equipo, que incluye a expresidentes del Banco Central como Rodrigo Vergara y Vittorio Corbo, tiene lista una ley corta para establecer la invariabilidad tributaria y rebajar el impuesto a las pymes al 10% y el corporativo del 27% al 23%.
En el área social, su medida estrella es decretar alerta sanitaria para el cáncer, comprometiéndose a terminar las listas de espera GES en cáncer mamario y uterino al día 100 de mandato. La decisión de Matthei es marcar un cambio radical con la actual administración, si logra superar un escenario que, por ahora, la mantiene fuera del balotaje frente a Kast y Jeannette Jara. (NP-Gemini-La Tercera)



