En estos años, Boric aprendió, a punta de tropiezos y metidas de pata, que la realidad es compleja además de porfiada, que el país no es el que solía describir como dirigente estudiantil y como diputado, que ejercer la Presidencia es más complicado de lo que pensaba. Pero, aprendió también maniobras y estratagemas para reforzar su propio poder, como resulta evidente en estos días.
Todo indica que él no está dispuesto a retirarse discretamente. Y que no le preocupa que Jeannette Jara resulte perjudicada o hasta invisibilizada por sus gestos y declaraciones. Sabe que la candidata comunista no tiene ninguna posibilidad de ganar la Presidencia, pero sabe también que podría convertirse en una figura que le dispute el liderazgo izquierdista en los próximos años. Y no está dispuesto a regalar ningún espacio.
Parte del plan personal de Boric es acentuar en este momento su rivalidad con José Antonio Kast. A primera vista, tal conducta podría interpretarse como una generosa disposición de auxilio a Jara, pero en realidad está ayudando a Kast, quien no puede sino apreciar el regalo. La reyerta entre ambos genera ganancias compartidas. Boric queda ante su gente como el líder que enfrenta sin vacilaciones al adversario, y Kast aparece como el mejor intérprete de la fuerte desaprobación que concita Boric. Cualquier ataque que venga desde La Moneda, beneficia claramente al candidato republicano. Al revés, cualquier expresión desorbitada de Kast contra Boric, lo termina favoreciendo.
Nada nuevo bajo el sol. Las luchas políticas han incluido siempre el despliegue de técnicas retorcidas que buscan influir para que, dentro de lo posible, surja un “adversario propicio”, alguien que, por una u otra razón, favorezca las propias expectativas. Y como parece claro que el próximo gobierno será de derecha, a Boric y el FA les acomoda que sea Kast y no Matthei quien esté en La Moneda, con el fin de marcar “las diferencias con la ultraderecha”. Matthei, en cambio, que ya ha conseguido el apoyo de sectores de centro y centroizquierda, les complicaría el propósito de generar un cuadro de polarización.
Con la elección presidencial perdida, el Frente Amplio cifra sus mejores expectativas en la posibilidad de que Boric sea el líder indiscutido de la oposición a un gobierno derechista. Y como algunos analistas entusiastas dan por hecho que él, supuestamente transfigurado en socialdemócrata, estará a la cabeza de la centroizquierda, todas las piezas parecen calzar. El único problema es que la historia es caprichosa y no se desenvuelve mecánicamente, en función del muñequeo de los líderes. Todo es siempre más oscuro y revuelto, entre otras cosas porque son muchos los intereses en pugna y lo que más abunda es lo inesperado.
Quienes leen a Maquiavelo para hacer “planes estratégicos”, están sacando las cuentas tan mal como las sacaron al comienzo del gobierno de Boric, cuando estaban a la espera de que la Convención definiera, mediante una Constitución “avanzada”, el rumbo del gobierno y el futuro del país. Se equivocaron en toda la línea. Siguiendo los consejos de Michelle Bachelet, Boric apostó por una aventura populista cuyo apogeo, hay que repetirlo cuantas veces sea necesario, fue la Convención que presidió la ahora candidata a senadora Elisa Loncón, portaestandarte de la refundación de Chile.
El país perdió tiempo, energías y recursos como consecuencia de los furores de la izquierda arcaica y la izquierda new age. ¡Cuánto delirio demagógico en estos años, cuánta ceguera respecto de las verdaderas necesidades! Si las cosas no resultaron peores fue porque el país resistió, porque las fortalezas construidas en las décadas anteriores ayudaron a neutralizar el delirio. Es mejor que Boric no abuse de su buena suerte. La abrumadora derrota del 4 de septiembre de 2022 pudo haberle costado el cargo, pero lo salvó la Constitución que sigue llevando la firma del gran presidente que fue Ricardo Lagos Escobar.
Las fantasías sobre el futuro pasan por alto el hecho de que Boric no saldrá precisamente triunfante de La Moneda. No habrá continuidad de su mediocre gestión. El deseo de cambio es mayoritario. Esperemos que el próximo gobierno aproveche las experiencias de este período, que no ceda a la tentación de la soberbia, que actúe con sentido de las proporciones para mejorar las cosas, porque ese es realmente el desafío. (Ex Ante)
Sergio Muñoz Riveros



