Matthei es más Concertación que Jara, pero no basta-Patricio Navia

Matthei es más Concertación que Jara, pero no basta-Patricio Navia

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Por la trayectoria política que han tenido ambas candidatas y por los valores y principios que hoy representa cada una, es correcto argumentar que Evelyn Matthei, la candidata de la coalición centroderechista, es más cercana a los gobiernos de la centroizquierdista Concertación (1990-2010) que la abanderada la coalición oficialista de izquierda, la comunista Jeannette Jara. Lamentablemente para Matthei, esa mayor cercanía al pragmatismo libremercadista, al compromiso con la fortaleza institucional, y la promoción de un desarrollo inclusivo y sustentable que caracterizaron a los gobiernos de la Concertación no le alcanza para ganar. Para que la exalcaldesa de Providencia asegure un cupo para la segunda vuelta en la elección presidencial del 16 de noviembre va a necesitar articular ese mensaje de cercanía con la Concertación en un discurso que dibuje una hoja de ruta de un mejor futuro para Chile.

Aunque algunos todavía sigan siendo nostálgicos de la dictadura militar o del periodo pre-1973, la evidencia empírica es abrumadora respecto a que los mejores momentos de Chile se vivieron durante las dos décadas de gobiernos concertacionistas. En esas dos décadas doradas, Chile creció más que nunca en su historia, la pobreza se redujo más que nunca, y el país avanzó decididamente por el buen camino del crecimiento inclusivo y sustentable.

Ahora bien, no vamos a volver a retomar la senda del desarrollo y el progreso si seguimos atrapados en esa nostalgia del paraíso perdido. Además, ya que la realidad de hoy en Chile y el mundo es distinta a la de los años 90, sería un error querer volver al pasado -o traer del retiro a los líderes que entonces gobernaron al país-. Es cierto que se puede aprender lecciones de la historia y que la estrategia de gobernar con políticas basadas en la evidencia y con pragmatismo es mejor que el dogmatismo que ha caracterizado el discurso de radical polarización que predomina hoy. Pero la gente quiere que los políticos ofrezcan una hoja de ruta hacia un mejor futuro y no un concierto de música nostálgica que nos recuerde un pasado que ya no puede volver y que tampoco funcionaría hoy.

Por eso, en vez de hacer referencias a los 30 años que terminaron abruptamente con el estallido social de 2019, la mejor forma de promover los valores que guiaron al país por el buen camino en las décadas de la república concertacionista es enfatizar la importancia del pragmatismo y la necesidad de construir grandes acuerdos basados en los pilares fundamentales de la democracia de instituciones y los mercados competitivos.

Lamentablemente, los dos candidatos que hoy lideran las encuestas hablan más de ley y el orden (en el caso de José Antonio Kast) o de una red de protección social imposible de financiar en un país con una economía estancada (en el caso de Jeannette Jara). Mientras Kast busca minimizar el rechazo que producen sus posturas políticas autoritarias y conservadoras en lo valórico, Jara intenta que la gente olvide que ella milita en un partido que quiere abolir la propiedad privada y que ella misma siempre ha querido sepultar el capitalismo.

Como ni Kast ni Jara privilegian el mensaje de profundizar y mejorar el modelo que mejores resultados ha producido en el mundo contemporáneo, Matthei tiene una oportunidad que le puede permitir dar la sorpresa en la votación de primera vuelta del 16 de noviembre. Los chilenos quieren un país que funcione y que avance por el sendero correcto. Más de la mitad de los que votarán en noviembre dudan de que Kast o Jara puedan lograr que Chile sea un mejor país. La gente ve a Kast y Jara como parte del mismo discurso polarizador y peleador que ha puesto en el camino equivocado.

Para convencer a esa mayoría de personas que buscan una alternativa distinta a la derecha radical que ofrece Kast y al comunismo disfrazado que representa Jara, Matthei debe articular un mensaje que, sin hablar de la Concertación de forma nostálgica, presente una hoja de ruta marcada por el pragmatismo y el foco en el crecimiento y la inclusión. En vez de alabar el pasado y proponer conceptos que inevitablemente llevan a la gente a pensar en él, como la democracia de los acuerdos, Matthei debe hablar del sueño de país que la inspira. La gente quiere que los candidatos hablen del país que quieren construir, no del pasado que quieren rescatar.

Al sueño de un país donde reine la ley y el orden que representa le falta inclusión y diversidad. En cambio, al sueño de país que inspira a Jara le sobra el fracasado estatismo y la inútil nostalgia fundacional octubrista. Por eso, todavía está disponible ese mensaje que invita a construir un mejor país en el que el capitalismo funcione mejor, donde se respeten todas las leyes, se imponga la legítima autoridad y, como resultado, se garantice el derecho de todos de construir su propio sueño chileno. Si articula ese mensaje ganador de futuro, Matthei puede dar la sorpresa en noviembre. (El Líbero)

Patricio Navia