El zorro izquierdista cuidando el gallinero de la democracia

El zorro izquierdista cuidando el gallinero de la democracia

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La cumbre mal llamada “Democracia Siempre” que convocó para el lunes 21 de julio el Presidente Gabriel Boric constituye un inmejorable ejemplo de lo malo que es poner al zorro a cuidar el gallinero. La historia reciente de América Latina nos muestra que la izquierda ha sido menos respetuosa con la democracia que la derecha. Por eso, el esfuerzo de Boric por convocar a cuatro presidentes izquierdistas a buscar formas de defender la democracia ante las potenciales amenazas que representan algunos movimientos y líderes de derecha, en el mejor de los casos, una negación de la realidad. En el peor de los casos, es un ejemplo de cómo funciona la difusión de desinformación en la arena política.

Todos podemos estar de acuerdo en que la democracia está bajo amenaza. Pero esa amenaza no es algo nuevo. Los expertos a menudo hablan de las olas democratizadoras que ha tenido el mundo a través de las décadas. Eso sugiere que la democracia pasa por periodos de avance y expansión y por periodos de retroceso y debilitamiento. En América Latina, la tercera ola de democratización que comenzó a mediados de la década de los 80 logró avances sustanciales hasta fines de los 90. Salvo en Cuba, una dictadura de izquierda, todos los otros países de la región tuvieron experiencias de elecciones democráticas en los 90. Lamentablemente, muchos de los países que experimentaron transiciones desde gobiernos dictatoriales (que, hay que decirlo, en la mayoría de los casos fueron de derecha) no parecieron demasiado interesados en facilitar una transición a la democracia en Cuba, el país que tiene la dictadura más longeva de la historia de América Latina. Ya que hay muchos que insisten en olvidar que Cuba es una brutal dictadura de un partido único, hay que repetir que la dictadura que ostenta el récord de haber persistido más tiempo en la región es un gobierno al que buena parte de la izquierda rinde pleitesía. La propia candidata de la izquierda para las elecciones de 2025 en Chile, Jeannette Jara, dijo que Cuba tiene una forma distinta de democracia. Ni Jara ha rectificado sus declaraciones, ni el Presidente Boric, que gusta de opinar sobre casi todos los temas contingentes, ha tenido la decencia de salir a corregir el inaceptable intento de desinformación de la candidata comunista.

Desde fines de la década de los 90, cuando comenzó a debilitarse la tercera ola de democratización, comenzaron a perfilarse distintas amenazas a la democracia en América Latina. Muchos presidentes -de izquierda y de derecha- promovieron cambios en las constituciones de sus países para permitir la reelección presidencial y concentrar poder en las manos del Presidente. Otros mandatarios, la mayoría de izquierda, al llegar al poder, impulsaron procesos constituyentes para redactar nuevas constituciones hechas a su medida. La democracia se comenzó a debilitar a medida que los gobiernos comenzaron a concentrar poder en presidentes personalistas. Los gobiernos izquierdistas de Venezuela y Nicaragua lideraron regresiones autoritarias que impusieron dictaduras que oprimen a sus pueblos hasta el día de hoy. En 2019 en Bolivia, el presidente izquierdista Evo Morales intentó desconocer el resultado de una elección y terminó huyendo de su país. Hoy, a un mes de la fecha para realizar elecciones en Bolivia, Evo Morales todavía sigue amenazando con violencia si no lo dejan competir (esto pese a que una mayoría de los bolivianos votó a favor de restringir la reelección presidencial en 2016). En Perú, a fines de 2022, el presidente izquierdista Pedro Castillo intentó infructuosamente cerrar el congreso nacional para convertirse en dictador.

Es cierto que también ha habido amenazas a la democracia desde la derecha. El Presidente de Brasil Jair Bolsonaro intentó desconocer el resultado de las elecciones de 2022 y, cuando las instituciones políticas de Brasil hicieron respetar la voluntad popular, Bolsonaro no se presentó al cambio de mando. Hoy, Bolsonaro ha sido condenado por el sistema judicial en su país y está con arresto domiciliario, imposibilitado de presentarse como candidato en las elecciones de 2026.

Una de las ironías de la cumbre que se realizó ayer en Chile es que al menos dos de los asistentes, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el de Chile, Gabriel Boric han tenido también actitudes cuestionables en su actuar. Petro ha amenazado con convocar un plebiscito para buscar apoyo a algunas de sus reformas a través de un proceso que se riñe con el ordenamiento constitucional vigente en su país. El propio Boric ha reconocido haber actuado de forma impropia en la oposición que su alianza política, el Frente Amplio, hizo durante el segundo gobierno del Presidente Sebastián Piñera.

Independientemente del resultado de la cumbre y de las declaraciones predecibles en defensa de la democracia, criticando los arranques autoritarios de muchos políticos y advirtiendo sobre los riesgos de la desinformación que circula con mucha velocidad a través de las redes sociales, es imposible olvidar que la naturaleza especialmente partisana de esta cumbre deja en evidencia una verdad innegable. La cumbre mal llamada “Democracia Siempre” fue organizada por líderes de izquierda, el sector político que tiene a su haber el mayor número de casos de regresiones autoritarias en América Latina en los últimos 20 años. (El Líbero)

Patricio Navia