La extrema izquierda

La extrema izquierda

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Mucho se habla hoy de la amenaza a la democracia que representa la extrema derecha. Pero tanto en América Latina como en Chile, en los últimos diez años, la extrema izquierda ha hecho un daño concreto y mucho más significativo a la democracia y al Estado de derecho. La extrema izquierda, que controla el gobierno en varios países de la región y que es parte de las coaliciones de gobierno en otros países, como Chile, representa una amenaza más inmediata y concreta a la democracia.

La irrupción de José Antonio Kast como candidato presidencial en 2017 y su primer lugar en la primera vuelta de la elección presidencial de 2021, pusieron el tema de la derecha radical en el debate político nacional. El Partido Republicano de Chile se convirtió en el partido más votado en la elección de miembros del Consejo Constitucional, el segundo proceso constituyente, en 2023. Aunque al Partido Republicano no le fue muy bien en la elección de gobernadores y alcaldes de 2024, ese partido se ha consolidado como un actor relevante en la derecha chilena. José Antonio Kast está entre los candidatos favoritos para ganar la elección presidencial de 2025. Como si eso no fuera poco, la irrupción más reciente de Johannes Kaiser y de su partido Nacional Libertario confirman que la derecha radical es un actor crecientemente importante en la política chilena.

Para muchos que se identifican con ese sector, hablar de derecha radical o derecha extrema resulta insultante. Según ellos, su opción representa la derecha verdadera o la derecha pura, mientras que la derecha tradicional es una derecha que dejó de serlo o que ha sido contaminada por ideas progresistas y globalizantes. Pero en tanto se ubica en el extremo ideológico, la derecha radical por definición puede ser entendida como extrema. La palabra no debiera ser considerada un insulto, sino solo una descripción de las posiciones que tiene el sector en el plano político nacional.

De igual forma, los partidos de izquierda que defienden posiciones extremistas debiesen ser considerados como partidos de extrema izquierda. El Partido Comunista, que todavía defiende el fracasado modelo de economía centralmente planificada y que cree que las dictaduras de izquierda son solo otra forma de democracia es también un partido extremista. Ubicado mucho más a la izquierda que la socialdemocracia, el comunismo es el ejemplo del mayor daño que ha hecho la extrema izquierda en el mundo a partir de comienzos del siglo XX. Aunque los comunistas insistan en que ellos son más moderados de lo que eran o que hay grupos todavía más a la izquierda, cualquier comparación de lo que cree y defiende el Partido Comunista con las creencias y valores que predominan en la izquierda moderada deja en claro que el PC chileno es un partido de extrema izquierda.

De igual forma, el Frente Amplio, y en particular el Presidente de la República Gabriel Boric, abrazan ideas de izquierda radical y extrema. Cuando ganó las primarias en 2021, Boric declaró abiertamente que esperaba que Chile fuera la tumba del neoliberalismo. Como presidente, Boric, múltiples veces, ha declarado que su objetivo y sueño es superar el capitalismo. Esta semana, en una entrevista en el programa de televisión Tolerancia Cero, Boric repitió que quiere superar el capitalismo. A diferencia de la social democracia, que busca mejorar el capitalismo y dotarlo de más protección a los que menos tienen, Boric abiertamente aboga por ‘superar’ el modelo económico que más progreso ha traído a la humanidad. Es cierto que la propuesta de Boric pudiera ser solo un infantil e inmaduro deseo de líder estudiantil que sabe lo que no quiere, pero no sabe lo que quiere. De hecho, Boric jamás ha dicho qué modelo económico quisiera como remplazo del capitalismo. Pero resulta increíble que, con toda la evidencia que se acumula, haya gente que se niega a calificar a Boric y al Frente Amplio como parte de la extrema izquierda incluso cuando escuchan las destempladas declaraciones del Presidente y líderes del partido que se declaran adversarios del capitalismo.

Es cierto que después de tres años de gobierno de Boric, Chile sigue siendo capitalista. Pero eso es porque el gobierno ha fracasado en sus intentos de destruir el modelo, no porque Boric se haya convertido en un defensor del capitalismo. SI Chile sigue siendo capitalista, es porque las instituciones y la opinión pública así lo han querido, no por voluntad de la extrema izquierda que hoy lidera al país. Si hubiera sido por Boric, como el propio Presidente ha reconocido varias veces, Chile ya hubiera ‘superado’ el capitalismo.

En suma, aunque se suele señalar a la derecha radical como una amenaza para la democracia, en el contexto chileno y latinoamericano actual, ha sido la extrema izquierda la que ha ejercido un impacto más directo y perjudicial sobre el sistema democrático y el Estado de derecho. La influencia de partidos como el Frente Amplio y el Partido Comunista, y la retórica del propio Boric, evidencian una agenda que busca desmantelar el modelo capitalista sin ofrecer alternativas viables. Es urgente reconocer que las amenazas a la democracia no provienen exclusivamente de la derecha radical. En Chile, la izquierda radical representa una amenaza más inmediata al modelo económico y las instituciones de la democracia. (El Líbero)

Patricio Navia