Ahora que se despidió formalmente del Congreso Nacional con su último discurso anual, el Presidente Gabriel Boric deberá buscar formas para tratar de salir del lugar de irrelevancia política en el que inevitablemente entran los presidentes en su último año de mandato. Una de las opciones posibles es involucrarse más directamente en la campaña presidencial. Como quedan menos de cuatro semanas para las primarias presidenciales del oficialismo, Boric podría querer influir en los compromisos que están haciendo los presidenciables de su sector. Entre julio y noviembre, Boric podría querer influir en la dura campaña electoral que se desatará en el país. Pero dada la baja aprobación presidencial y la evidente demanda por un cambio que hay en el país, Boric debiera entender que su participación en la campaña pudiera terminar haciendo más daño que bien a los candidatos a los que él apoye. El Presidente debiera entender que asociarse con su gobierno constituye una mochila demasiado pesada que ningún candidato presidencial de izquierda quiere llevar a sus espaldas.
Desde el retorno de la democracia en 1990, solo tres presidentes salientes gozaron de una aprobación alta que los convirtió en valiosos activos en la elección presidencial al final de sus periodos. Los presidentes Patricio Aylwin en 1993, Ricardo Lagos en 2005 y Michelle Bachelet en 2009 fueron aliados valiosos de los candidatos presidenciales de sus coaliciones respectivas. Eduardo Frei fácilmente ganó la elección presidencial de 1993 -sin necesidad de segunda vuelta- porque Aylwin había hecho un muy buen gobierno y la gente quería mantener el mismo rumbo exitoso que llevaba el país. En 2005, pese a enfrentar el difícil desafío de querer ser la primera mujer en llegar a la presidencia en Chile, Bachelet tuvo viento de cola gracias a la exitosa gestión que había desarrollado Ricardo Lagos en sus seis años en el poder. Pero en 2009, pese a que Bachelet era muy popular, el expresidente Eduardo Frei no logró convertir esa popularidad en un impulso que le permitiera volver al poder. En 2009, los chilenos aprobaban a Bachelet, pero también querían un cambio después de 20 años de gobiernos concertacionistas.
Desde 2013, los presidentes salientes han sido más un pasivo que un activo para los candidatos de las coaliciones gobernantes. Chile ha experimentado alternancia en el poder desde 2009. Desde que Lagos entregara la banda presidencial a Bachelet en marzo de 2006, ningún presidente ha logrado entregar el poder a un correligionario ideológico. Por eso, aunque se sienta tentado a involucrarse más en la campaña, Boric debiera pensar muy bien los riesgos y potenciales beneficios que implica tomar partido en la campaña presidencial en ciernes.
Una buena razón para no involucrarse es que la opinión pública todavía no aparece muy interesada en las elecciones. Ningún candidato en carrera marca sistemáticamente por sobre el 20% en intención de voto. Casi uno de cada tres electores todavía no se decide por quién votará. Como ésta será la primera elección presidencial con voto obligatorio e inscripción automática en la historia del país, la enorme masa de electores que votarán por primera vez introduce un grado adicional de incertidumbre en la elección.
Otra razón por la que no es bueno que Boric se involucre en la campaña es que las dos principales preocupaciones de la gente se asocian a cuestiones en las que el gobierno de Boric fracasó estrepitosamente, la seguridad ciudadana y la situación económica. La presencia de Boric en la arena del debate presidencial recordará a las personas los fracasos de su gobierno en combatir la delincuencia y en generar las condiciones para la creación de empleos. Como principal encargada de la seguridad ciudadana, Carolina Tohá no tiene mucho para mostrar por los 30 meses en que ejerció como jefa de gabinete del Presidente Boric. Precisamente, porque Tohá se quiere alejar del legado de Boric, una participación más activa de Boric solo le hará más difícil alzar las alas a una candidata que ha sido incapaz de encontrar su propia voz en esta campaña.
Para los candidatos de derecha, la entrada de Boric al ruedo electoral sería una inmejorable noticia. La candidata derechista que actualmente lidera las encuestas, Evelyn Matthei, parece estancada y tampoco encuentra su propia voz. Matthei aparece mucho más cómoda haciendo campaña contra Boric que enfrentándose a Tohá, Jeannette Jara o Gonzalo Winter. Si bien Evelyn Matthei probablemente quisiera que las primarias oficialistas las gane Jara o Winter, sería un regalo del cielo para ella poder polemizar más directamente con Boric que con cualquiera sea el nombre de la carta oficialista en las elecciones de noviembre. Para Kast y Kaiser, pelearse con Gabriel Boric les resulta también mucho más fácil y atractivo que tener que polemizar con otra candidatura de la izquierda, especialmente si esa candidatura tiene rostro de mujer.
Así las cosas, a menos que quiera repetir la dolorosa experiencia de sus predecesores y entregar la banda presidencial a una candidatura opositora a su gestión, lo mejor que puede hacer el Presidente Gabriel Boric ahora es alejarse lo más posible de la arena electoral. Mientras más se involucre Boric en la campaña presidencial, más difícil será el camino para que una candidatura de izquierda logre ganar las próximas elecciones. (El Líbero)
Patricio Navia



