Delante del féretro de Francisco, me emociona recordar la respuesta que le dio a una periodista cuando le preguntó ¿quién es usted?: soy un pobre desgraciado que encontró misericordia de parte de Dios. Que una persona con el talante espiritual y moral como el del Papa, y la inmensa autoridad que tenía, diga algo así, nos debe llevar a meditar acerca de nuestra propia forma de vivir en comunidad.
Algo nos pasa en Chile que basta con tener un poco de poder o autoridad, o un pequeño éxito, para que se produzca una cierta tendencia a la arrogancia, a la prepotencia, a mirar en menos a los demás, a creerse superior, en definitiva, a ensalzarse, y siempre en desmedro de los demás.
Para que la muerte de Francisco —y todo su sufrimiento durante su enfermedad— no sea en vano, no basta con llorarlo, más bien hay que comprenderla como una invitación a imitarlo. ¡Y qué bien nos haría como país! (El Mercurio Cartas)
Cardenal Fernando Chomali G.
Arzobispo de Santiago de Chile



