Explotó como una bomba nuclear a partir de que el presidente de la UDI, Guillermo Ramírez, admitiera que en la reforma previsional que negocia Chile Vamos en el Senado con el Gobierno, estaban dispuestos a un “reparto”.
Bastó que usara el término “reparto” para que se encendiera nuevamente “con mi plata no”, la iniciativa popular de norma por lejos las mas votada, con más de cien mil votos, en el fallido proceso constitucional de 2022. El diputado aclaró al día siguiente que se refería sólo a una “compensación” (Bono Tabla) para igualar las pensiones entre hombres y mujeres con iguales fondos, que hoy tienen brecha del 11%. Pero no acalló las críticas. Republicanos aprovechó la ocasión para diferenciarse de la “derechita cobarde” y el gobierno llamó a Chile Vamos (CHV) a no dejarse arrastrar por el Partido Republicano, como sentenció la vocera Vallejo.
Agregó ella que el acuerdo con la oposición “está en sus últimos días”, lo mismo que reafirmó el Ministro Marcel, quien aseguró que “nunca hemos estado tan cerca de un acuerdo en pensiones”.
Pero la verdad es que la estampida que se produjo sopló lejos la posibilidad de acuerdo, porque finalmente es el gobierno el que tiene la iniciativa en seguridad social y está lejos de proponer una reforma que acepte la izquierda y no objete buena parte de la derecha. Los diputados, que se juegan su reelección, y ya rechazaron la reforma de Boric en enero pasado, no le darán piso a subir la cotización en 6 puntos y destinar una parte a “reparto”.
Es cierto que a Evelyn Matthei, la más probable próxima Presidenta y quien ha dicho que los 6 puntos adicionales deben ir a las cuentas individuales, le conviene tener el problema solucionado. Y los empresarios también han abogado por resolverlo de una vez. Pero ellos no suelen cotizar y algunos, como la presidenta de Sofofa (con intereses en Sonda, que proveería el software a las eventuales nuevas administradoras que propone el oficialismo) tienen conflicto de interés para disponer de los ingresos de los trabajadores formales, que, además, alimentan el mercado de capitales para sus inversiones.
Porque, aunque muchos en la derecha quieran un acuerdo, el buen acuerdo no está disponible. Y fue evidente cuando esta semana la ministra PC del Trabajo salió a enmendar al Ministro de Hacienda y señaló que no estaba en discusión una mínima parte del aporte adicional, como explicó Marcel, sino que se requerían 3 puntos para el “reparto”: uno para compensar a las mujeres y 2 para aumentar pensiones actuales, retrotrayendo la discusión a un año atrás.
Las señales del oficialismo son claras: habiendo consenso en que es necesario subir en 3 puntos la cotización, no aprobarán ese denominador común si no se crea además un fondo de reparto. Esa es la cabeza de playa para destruir el actual sistema de capitalización individual y es la propuesta oficial para administrar tanto el Bono Tabla, como el incentivo a las cotizaciones de 0,1 UF por año cotizado con tope en 3 UF. La izquierda no renunciará a un fondo intergeneracional que no es otra cosa que incorporar un pilar de reparto para disponer del botín de las cotizaciones y con destino deficitario cierto. Eso porque todos los estudios indican que las pensiones hoy son mejores de lo que serán en el futuro. Y tampoco va a poder ser transitorio el aporte de los trabajadores que recibirán los jubilados por años cotizados, como lo plantea la oposición, porque llegado el momento, será políticamente imposible terminarlo.
La experiencia con las reformas acordadas con la izquierda (Constitución, tributarias, hasta con el aborto) es que jamás cierra los temas. En este caso, una vez establecido el pilar de reparto, considerarán insuficiente el 3% y crecerá el diente para apoderarse de las millonarias cotizaciones con la excusa de avanzar más en solidaridad o que el sistema estará desfinanciado por el envejecimiento de la población que es un dato dado.
Los técnicos de la comisión de expertos de CHV, que ayer viernes debían entregar su informe al Senado, han buscado validar soluciones técnicas con tal de llegar a un acuerdo, pero si se introduce el factor político van al fracaso. A pesar de lo atendible del reclamo de la justicia de género, que gravará sólo a los trabajadores formales, hay alternativas menos dañinas que no requieren meter la mano en el fondo de pensiones, como son financiar la compensación a ellas con impuestos generales, una tabla de mortalidad unisex, o retrotraer la reforma del 2008 para que los hombres dejen de ser beneficiarios de la pensión de invalidez y sobrevivencia que golpea en 8% lo que obtienen las mujeres.
Respecto al subsidio intergeneracional a cotizar, que exigirá sí o sí crear un fondo, por un beneficio promedio de 10 o 15 mil pesos se abrirá una llave que no se cerrará más y se convertirá en terreno apto par futuras expropiaciones a los trabajadores.
Respecto a los puntos donde hay acuerdo, algunos son adecuados, como flexibilizar el régimen de inversiones y limitar las denominadas comisiones que la izquierda tilda de “fantasmas”. También un seguro de lagunas, o la cotización voluntaria a favor de terceros. Los otros puntos acordados, sin embargo, como el aumento del tope imponible, sólo responde al apetito del gobierno por aumentar la recaudación a través de un pilar de reparto (le llegará una tajada mayor) y es una restricción abusiva a la libertad de los trabajadores. Asimismo, aprobaron los fondos generacionales obligatorios que impedirán a los afiliados obtener la mayor rentabilidad histórica que ha tenido el Fondo A, cuando existen otras medidas para impedir los cambios sucesivos de fondos.
Hay otras medidas en el tintero, como licitar la cartera de afiliados que, con la excusa de bajar un poco las comisiones, sacrificará la rentabilidad. El oficialismo vislumbra la posibilidad de apropiarse por ese mecanismo de todo el mercado si a futuro se crea una AFP estatal que no tendrá competencia.
Lo más importante es que ninguna de esas reformas mueve mayormente la aguja con el problema que origina las bajas pensiones: un mercado laboral débil (y cada día más) con alta cesantía e informalidad, bajos sueldos, además de la baja edad de jubilación.
Los senadores de CHV podrían aprobar en enero sólo los 8 puntos donde hay acuerdo y dejar en manos del Gobierno la decisión de cursar la reforma así, dejando fuera el 6% adicional por falta de acuerdo. Pero ahora eso aparecerá como un éxito de Republicanos y la izquierda, en la política del todo o nada, preferirá seguir con “nada” si no consigue el objetivo de introducir el “reparto” financiado por los actuales cotizantes, a los cuales no se les devolverá la mano cuando jubilen ellos porque no habrá suficientes jóvenes.
Con la política del todo o nada, sin embargo, el oficialismo correrá el riesgo que la derecha obtenga la mayoría en el Congreso en la próxima elección y pueda aprobar los 3 puntos adicionales de cotización sin tener que ceder nada a cambio. Total, ya existe la PGU, que es el equivalente a haber subido en 5 puntos la cotización, y que es un mecanismo de solidaridad, pero financiado por impuestos generales, que solucionó las tasas de reemplazo a gran parte de los pensionados. Y todos saben que con o sin reforma ahora, y ceda en lo que ceda la oposición, la izquierda no se conformará y seguirá avanzando para destruir el sistema de capitalización individual que, hasta aquí, ha funcionado exitosamente. ¡Aunque les duela! (El Líbero)
Pilar Molina


