Primero, porque, en efecto, la afirmación de Friedman acerca de la responsabilidad de un directorio para con sus accionistas es una forma de responsabilidad social. A Tironi aquello le parece insuficiente, aunque no es del todo claro por qué.
¿Perjudican las empresas a la sociedad? ¿O no la benefician suficientemente? (¿Lo hace el mismo Tironi con su trabajo o sus recelos no se le deben aplicar a él?).
La afirmación de que las empresas deben hacer algo más que ofertar sus servicios y pagar impuestos, descansa en la idea de que quienes hacen negocios dañan de alguna forma a otros, aun cuando los hagan de conformidad y al amparo de la ley. Esta idea, que concibe la economía como un juego de suma cero, y la operación de los mercados como inevitablemente perniciosa (y que, por lo mismo, es anterior a la constitución de la economía moderna), sí tiene, en cambio, claros efectos deletéreos. El principal de ellos es la deslegitimación de la actividad empresarial, con la proliferación consiguiente de mecanismos (como la “permisología”) por los que se va privando lenta, pero inexorablemente, a la sociedad de los beneficios que le reportan los sistemas de mercado.
En suma, con su tan fácil como errónea crítica a Friedman, Tironi incurre en una confusión acerca del objeto y la oportunidad de la justicia. El hecho de que se presten oídos a confusiones como la suya ha tenido como única consecuencia empeorar la situación de todos. (El Mercurio Cartas)
Felipe Schwember
Patricio Órdenes
Faro UDD



