La medida francesa y la derecha chilena-Luis Larraín

La medida francesa y la derecha chilena-Luis Larraín

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Las elecciones en Francia pueden leerse en varias claves y muchas de ellas remiten a la peculiaridad de los franceses y su sistema político. Es inevitable referirse a algunas de ellas si se quiere escribir del tema, pero lo que más me interesa es una lectura desde la realidad política chilena y sus próximas elecciones, con énfasis en las lecciones para la derecha.

Veamos primero los datos. En la segunda vuelta electoral de las parlamentarias francesas la izquierda ganó las elecciones si contamos los escaños, aunque la derecha sacó más votos. Para los suspicaces aclaro de inmediato que decir lo anterior no contiene reproche a la izquierda ni cuestionamiento al sistema político electoral francés: son las reglas del juego. Lo menciono porque esta brecha entre votos y escaños es fundamental para entender lo que pasó en Francia y lo que puede ocurrir en Chile.

El Nuevo Frente Popular, de izquierda, obtuvo 179 escaños con 6.948.092 votos. La alianza de centro Ensemble, de Macron, logró 157 escaños con 6.574.233 votos. La Agrupación Nacional, de Le Pen y Bardella, consiguió 143 escaños con 10.121.846 votos. La derecha tradicional 67 escaños con 2.493.515 votos y otras izquierdas 13 escaños con 426.720 votos.

¿Por qué la diferencia entre escaños y votos? Porque Macron lideró una alianza con el Frente Popular para que uno de ellos se omitiera en todas las localidades en que en la segunda vuelta podía ganar Agrupación Nacional. Recordemos que en Francia pueden ir tres a la segunda vuelta. El “cerco sanitario” (la izquierda siempre gana la batalla comunicacional) funcionó. El problema para los franceses ahora es que hay tres bloques relativamente empatados y ninguno de ellos tiene mayoría en el Parlamento como para elegir al Primer Ministro. El partido mayoritario individualmente es Agrupación Nacional, pero Mélenchon (Francia Insumisa), quien se niega a aceptar que Hamas es un grupo terrorista, reclama su mejor derecho a elegir al Primer Ministro por ser la coalición con más parlamentarios. Los analistas políticos franceses coinciden en que una nueva palabra: “Ingobernabilidad”, domina ahora la política francesa.

Macron, como el Fausto de Goethe, hizo un pacto con el “diablo” (Melenchon) para evitar que lo que llaman ultraderecha llegue al poder. Sí, en Francia al igual que en Chile, la izquierda y la mayoría de la prensa tienen problemas con la geometría para motejar a los partidos políticos. Perdón la siutiquería, pero yo aquí prefiero el inglés: “far right” y “far left” no son peyorativos. Pero como Fausto, Macron tiene ya sus problemas, Mélenchon exige formar gobierno sin modificar su programa y Macron no está dispuesto a que sea otro quien se beneficie de su iniciativa. ¿Será que cuando se gana con la izquierda es la izquierda la que gana Monsieur Macron?

Bueno, dejemos a los franceses con sus problemas y vamos a las lecciones para Chile. La negociación que se lleva a cabo entre partidos opositores a este gobierno, a veces declarada y a veces informal, es clave para que, en las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores, se le propine una derrota al gobierno, reflejando así la opinión mayoritaria de los chilenos. Es importante no sólo por la presencia política a lo largo del país que otorga a los ganadores, sino también porque los resultados de las elecciones de concejales son la vara de medida para establecer cupos parlamentarios y pactos en la elección de diputados y senadores del próximo año. Para el éxito de un próximo gobierno será fundamental tener mayoría en el Congreso.

Los franceses con su elección nos han entregado la medida para ganar elecciones, aun teniendo menos votos: pactos por omisión. No desperdiciemos esta lección. Todas las fuerzas opositoras a este nefasto gobierno (sí, digámoslo así porque así lo pensamos la gran mayoría del 62% del 4 de septiembre), deben hacer pactos por omisión en las próximas elecciones.

Por eso, sin mayor autoridad que la de un apasionado elector que quiere evitar que la izquierda siga deteriorando Chile, me atrevo a sugerir algunas cuestiones a los negociadores. Perdón el atrevimiento, pero vamos:

Republicanos será el partido más votado en las próximas elecciones. Como tal, tiene una gran responsabilidad en los acuerdos. No puede seguir comportándose como un partido chico que lo único que aspira es a crecer. Es legítimo que crezca, recibirá más votos, pero tiene ahora la responsabilidad del mayor y tiene líderes y dirigentes que pueden asumirla. Los partidos de Chile Vamos, que poseen hoy día en el ámbito municipal y regional una amplia mayoría entre los opositores, corren un riesgo contrario al de Republicanos. No pueden seguir comportándose como el hermano grande cuando el otro tiene más fuerza electoral. Deben ser generosos en la cesión, por omisión, de localidades donde los aliados tengan buenos candidatos y postergar aspiraciones locales propias, como lo han hecho ya en algunos lugares.

Lo mismo puede decirse respecto a Demócratas y Amarillos, partidos que recién han hecho su proceso de formación y tienen posibilidades de ocupar un espacio relevante en el centro político. Su presencia es fundamental para descartar las malas ideas que abundan en la izquierda, por lo cual Chile Vamos y Republicanos deben ser generosos. Amarillos y Demócratas, por su parte, no pueden ser maximalistas en sus pretensiones, si de verdad quieren repetir la victoria del 4 de septiembre.

Es más fácil decirlo que hacerlo (eso me decía siempre el Presidente Piñera), estoy de acuerdo, como siempre le respondía a él. Pero la responsabilidad es de quienes reciben los votos y sólo pretendo aclarar algunos de sus dilemas. ¡Vamos que se puede! (El Líbero)

Luis Larraín