Empresas tecnológicas chinas en AL: la nueva Guerra Fría

Empresas tecnológicas chinas en AL: la nueva Guerra Fría

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Aunque la nueva Guerra Fría tiene como escenario el ciber-espacio y se produce a escala global, hay una región del mundo que está empezando a sentir los efectos de la misma y esa es América Latina.

En esta oportunidad, EEUU ha definido como “amenaza a la seguridad nacional” a un un conjunto de grandes empresas tecnológicas chinas, entre las que destacan Huawei, ZTE, CETC, China Mobile, China Unicom, China Telecom, Wuxi, Alibaba, Tencent, BGI y Baidu. En contraposición, China las ve como símbolos de su auge pacífico global y, por extensión, de su penetración en América Latina.

Aunque la guerra comercial entre Washington y Beijing, se está dando en cuatro frentes: aranceles, automotores, espacio y la tecnología de las comunicaciones, esta última es la vital por el dominio del 5G (conexiones más confiables, rápidas y baratas que las anteriores). Además, porque porque posibilitará la llamada internet de las cosas (IoT), que llevará las redes a un fascinante plano de cotidianeidad doméstica.

La administración Trump ha realizado denodados esfuerzos por convencer que las empresas tecnológicas mencionadas son focos de peligro. Sin embargo, la recepción a tales advertencias ha sido acotada, incluso entre aliados como Reino Unido y Alemania. Los argumentos de atribución no parecen ser convincentes. En América Latina, incluso predomina la idea de mirar al costado.

Los tres países más grandes, Brasil, México y Argentina planean aceptar el mandato celestial e introducirse en el ansiado 5G de la mano de Beijing. Huawei está conectando con cable submarino a Baja California con el resto de México, en tanto que Tencent tiene planes para bancarizar vastos segmentos de la población argentina que aún permanecen fuera. Pero lo más interesante es constatar que la retórica bolsonarista pre-electoral no ha impedido que las autoridades brasileñas hayan mantenido a firme el compromiso con Huawei de montar un laboratorio de IoT y una planta de ensamblajes de celulares en Sao Paulo. Además, el Vicepresidente Hamilton Mourao ha asumido la tarea de mantener la relación con Beijing en un contexto de importante dinamismo; de ahí la centralidad de su viaje a la capital china. Y quizás lo más relevante es que en Brasil recibirán con pompa al gran timonel, Xi Jinping en noviembre de este año.

No debería sorprender que la visita de Xi a Brasil se transforme en un gran hito político. Ocurrirá justo cuando la administración Trump comience a concentrar sus esfuerzos en un asunto doméstico muy relevante como es la elección presidencial. Además, huelga subrayar que la experimentada diplomacia china no perderá la oportunidad de reiterar la invitación a toda América Latina para que participe en lo que es su joya de la corona, la Ruta de la Seda. Pero difícilmente desaproveche la ocasión de ir mucho más allá.

En efecto, así como la Ruta de la Seda es una iniciativa centrada en infraestructuras físicas, el Reino del Medio está en procura de establecer una Ruta de la Seda digital. Torres y alfiles de tal despliegue son Huawei, ZTE y todas las otras empresas tecnológicas mencionadas. Esto es lo que da fundamento a una agudización de la Guerra Fría digital con fuertes ecos en América Latina. Xi avanzará en esa línea.

Aunque la escasa capacidad argumentativa de Washington es evidente, en general resulta difícil indagar acerca de las razones de la receptividad latinoamericana.

Un primer supuesto podría ser la flexibilidad que han mostrado las empresas tecnológicas chinas a la hora de penetrar mercados. Huawei es (o ha sido) el sponsor de numerosos equipos de fútbol en todo el mundo (Atlético Madrid, Galatasaray, PSG, Ajax, Milan, Benfica, América de México, Sta. Fe de Colombia). Incluso, al Schalke 04 y Borussia Dortmund de Alemania les garantiza conexión gratuita en el estadio para todos sus fans. Parece razonable suponer que esta nítida predilección por la mercadotecnia masiva a través del fútbol, podría generar muchas simpatías en esta parte del mundo. Otro supuesto es la generosidad crediticia que acompaña la pragmática política exterior china (don´t tell, don´t ask). Elo se ve en Venezuela donde  la ZTE asiste al régimen madurista en el control del país de manera sutil a través de préstamos muy blandos (ayudándole a implementar el “carnet de la patria” entre otros). Esta conducta le ha traído grandes dividendos a Beijing en Africa y en América Central. Un tercer supuesto relevante para tratar de entender la distancia latinoamericana de las advertencias estadounidenses, parece radicar en la importancia que adquirirá China en la segunda mitad de este año a propósito de la cumbre BRICS en Brasilia (13 y 14 de noviembre), momento que aprovecharán numerosos mandatarios de la región para ir a brindarle un kowtow a Xi; aquel gesto de inclinación profunda que se brindaba antiguamente a los emperadores chinos. Es obvio que las crisis argentina y venezolana estarán en el centro de las atenciones por lo que varias cancillerías de países del Grupo de Lima han manifestado desde ya su deseo de convocar a una reunión de este mecanismo con el Presidente Xi. En este marco cabe recordar que en los días de la cumbre BRICS se abrirá en Sao Paulo -con una muy generosa chequera- la oficina del Nuevo Banco del Desarrollo, propiedad de este grupo de países emergentes.

En resumen, se avecina un interesante segundo semestre. De la mano de Beijing, la nueva Guerra Fría –aquel concepto sugerido por G. Orwell pero popularizado por el gran columnista estadounidense W. Lippmann para describir esa hostilidad frenética y disputa de espacios de influencia entre dos superpotencias- comienza a adquirir contornos bastante visibles en América Latina. (El Mostrador)

Iván Witker

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