Desde el sur de Chile, donde se encontraba ayer, Carlos Cardoen reaccionó ante la solicitud de extradición que hizo Estados Unidos para que el empresario enfrente allá a la justicia norteamericana, que lo acusa por «uso de licencia falsa» cuando importó circonio comprándoselo a la firma Teledyne, que le vendió 130 toneladas de ese elemento. Pero el contenido decía «para uso minero», y no que lo requería para fabricar un producto con fines bélicos.
Desde Santiago, el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, designó ayer al ministro Carlos Aránguiz -también del máximo tribunal- como instructor del procedimiento de detención preventiva con fines de extradición del empresario.
La historia es muy antigua. Se remonta a 1982, cuando Cardoen comenzó a fabricar armas de racimo que vendió a Irak para su guerra contra Irán, a sabiendas del gobierno norteamericano, según afirmó.
Para el círculo cercano del empresario, la «persecución» contra Cardoen comenzó el día en que Irak decidió invadir Kuwait. Al siguiente le incautaron el helicóptero que él desarrolló con ayuda de empresas norteamericanas, como Bell. Cardoen lo había mandado a Estados Unidos para que lo certificaran en uso civil y militar.
Justo entonces Saddam Hussein actuó en Kuwait, en agosto de 1990, y horas después una jefa de Aduanas llegó con 20 autos policiales a «detener» el helicóptero bajo la acusación de que el precio declarado era falso.
En enero de 1991 allanaron las oficinas de Cardoen en Miami y en 1992 le intervinieron su firma Swissce Properties aduciendo que se había formado con dineros ilegales. El fabricante de bombas de racimo canceló 8,6 millones de dólares y recuperó su empresa, pero jamás pudo volver a poner un pie en los Estados Unidos.
Los negocios del circonio comenzaron en 1982. La transacción más fuerte se hizo los años 1984 y 1985. Terminó en 1987 definitivamente.
La defensa de Cardoen asegura que siempre Teledyne -que le vendió el circonio- supo que el destino de ese elemento era incorporarlo a sus bombas de racimo. Y que fue Teledyne la que dio la idea de obtener más rápidamente la licencia de exportación indicando que era para uso minero.
Cardoen pudo haber comprado el circonio en Francia, sin restricciones, pero le salía más caro, comentaron en su entorno. Por eso optó por Teledyne. Para hacer llegar el material a destino, montó una infraestructura asociándose con su amigo Augusto Giangrandi. En 1995 hubo un juicio en Miami contra dos funcionarios de Teledyne, uno de los cuales fue absuelto y otro estuvo preso un año. Teledyne, como corporación, prefirió pagar US$ 13 millones y evitó el juicio.
CARDOEN: «ESTO HA SIDO UNA PERSECUSIÓN»
Cardoen siguió esperando que pidieran su extradición, pero nunca ocurrió… hasta ahora.
-Carlos Cardoen, la pregunta del millón: ¿Por qué ocurre ahora esta solicitud de extradición?
-Estoy en el sur, probablemente mañana esté por allá. Mientras, está mi hijo Andrés llevando el tema comunicacional. Y la verdad es que mientras no hable con los abogados, y me organice y todo, me sentiría realmente poco preparado para responder. Lo único que puedo decir es que estamos muy contentos de que me voy a poder defender, pero es todo lo que puedo decir.
-¿Cuál es su feeling sobre esta situación?
-Mi único feeling es que estoy muy contento porque finalmente una corte va a poder recibir mi posición. Hasta ahora esto ha sido una persecución, y por fin voy a poder tener la tribuna frente a una corte para poder defenderme. Nada más. Por eso estoy muy contento.
-¿Cree que Chile va a conceder la extradición?
-No lo sé, pero no hay razón para que la pueda dar.
-¿Entonces lo más probable es que no la dé?
-Bueno, eso es todo en el terreno de las conjeturas. ¡Si yo no he sido ni siquiera informado, u oficialmente comunicado, sobre esto!
-¿El caso está prescrito?
-Absolutamente, está prescrito hace más de 15 años ya.
HERMOSILLA: «NO CONOZCO OTRO CASO SIMILAR»
Su abogado desde la década de los 90 en este caso, Juan Pablo Hermosilla, dice que a fines del 93 se quedaron a la espera de que Estados Unidos pidiera la extradición de Cardoen y lo que nunca ocurrió en 25 años sucede ahora.
-¿Por qué?
-Es muy raro, no lo sé. No quiero especular… Va a ser un tema importante develarlo. Han pasado tantos años, hay testigos importantes que han fallecido.
-El exembajador norteamericano en Chile James Theberge fue asesor de Cardoen y estaba supuestamente al tanto…
-Hay otros, pero no quiero entrar en mucho detalle porque estamos recién empezando a armar la estrategia. Hay mucha prueba relevante de que lo que hacía la industria Cardoen no era secreto.
-Pasados tantos años, ¿el caso estaría prescrito?
-Efectivamente, ese va a ser uno de los temas más importantes que vamos a discutir. No conozco otro caso similar en que, sabiendo dónde está la persona que supuestamente buscan, un país se demore prácticamente 30 años en pedir su extradición.
En círculos diplomáticos se comenta que el tema de Carlos Cardoen era un caso que Estados Unidos no estaba dispuesto a soltar, pese a los esfuerzos que hicieron el propio Cardoen y diversos gobiernos de Chile. Hay quienes piensan que la solicitud norteamericana ocurrió ahora probablemente porque recibió un llamado de Interpol advirtiendo que levantaría la alerta roja si Estados Unidos no actuaba ya.
En mayo de 1993, un Gran Jurado en Miami dio curso a la tramitación de una demanda contra personas y empresas, encontrándose Carlos Cardoen entre ellas, por una supuesta infracción de las disposiciones aduaneras de ese país. El mismo año se emitió una notificación roja a Interpol contra Cardoen por eventuales delitos de «falsa declaración ante la administración del gobierno de EE.UU.»; «infracción de la legislación sobre la exportación por utilizar una licencia de exportación ilícita de municiones»; «exportación de municiones sin licencia» y «asociación ilícita», según consigna el propio grupo Cardoen en su página web.
Abogados de renombre estarán en el caso. Representando al gobierno de Estados Unidos lo harán Alfredo Etcheberry y René García. Y el equipo de Carlos Cardoen lo integrarán Juan Pablo Hermosilla y Juan Pablo Olmedo. (El Mercurio)



