I. Walker: «Esta es la última oportunidad para la DC»

I. Walker: «Esta es la última oportunidad para la DC»

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A un mes y medio de su derrota en la elección senatorial de Valparaíso, Ignacio Walker, aborda por primera vez a fondo el cuadro político que se generó tras la dura derrota presidencial y parlamentaria de la DC, partido que presidió durante cinco años. Su reflexión la hace justo en el momento en que la crisis partidaria se agudiza, tras la renuncia de la ex ministra Mariana Aylwin al partido. Previo a regresar al centro de estudios Cieplan en marzo, y viajar en agosto por algunos meses a la Universidad de Notre Dame, el senador dice que la DC padece una crisis que califica principalmente como «de convivencia».

-¿A qué atribuye que los enfrentamientos internos hayan terminado en la salida de 31 militantes, incluidos dos hijos del ex Presidente Aylwin?

-Lamento mucho la renuncia de queridos amigos con quienes hemos compartido y luchado durante toda una vida en función de nuestros ideales. Todos los militantes renunciados son auténticos DC, de tomo y lomo. Es algo que se veía venir, pero que los gustitos, declaraciones destempladas y acciones imprudentes de algunos dirigentes del partido precipitaron e hicieron inevitable. Los partidos son asociaciones libres y voluntarias, pero en el caso de la DC se trata también de una comunidad de personas. Aquí se ha faltado gravemente a la fraternidad y a la convivencia interna, con niveles crecientes de intolerancia, y descalificaciones que van y vienen. ¡Si aquí lo que hay es maltrato! No puede extrañarnos la dolorosa decisión de quienes han optado por quemar las naves. Ahora el futuro del partido depende de las nuevas generaciones de dirigentes, de 40 o 45 años, o menos. Yo me pongo detrás de ellos, como un soldado más. Que ellos nos convoquen.

-¿Se trata solo de un tema de convivencia? El partido sufrió una dura derrota electoral tras haber optado por competir en primera vuelta.

-Yo tengo la absoluta convicción de que hicimos lo correcto en materia de candidatura presidencial. Proclamamos a Carolina Goic como nuestra candidata a primera vuelta, porque lo que la DC tenía que hacer era marcar con mucha fuerza nuestro perfil, nuestra identidad, levantar nuestras banderas, aunque seamos minoría. Hay que saber ser minoría, y nosotros vamos a ser una doble minoría, frente al gobierno de derecha y dentro de la oposición. Por lo tanto, la DC tiene que ser un partido de oposición, pero con independencia y sin amarres.

-¿A qué se refiere con «sin amarres»?

-La DC tiene que conversar con la derecha y con la izquierda, no como un partido bisagra, sino para articular mayorías y ser opción de Gobierno. Carlos Huneeus dijo «se acabaron las coaliciones políticas permanentes». Hoy, las coaliciones son más programáticas. Se debe revisar el concepto de centroizquierda, más que hablar de centroizquierda, hay que hablar de la DC, porque si hablamos de centroizquierda, cuando hay 20 partidos de izquierda, eso tiende más a confundir que aclarar. Pero ya vendrá el momento de discutir el tema de la coalición. Primero, se debe recomponer a la DC, el único camino es el reaglutinamiento interno, porque con 20 partidos de izquierda, lo menos que podemos aspirar es a ser uno de centro, pero no menos de uno. Esto se debe hacer sin apuros, sin ansiedad, sin atajos, en forma gradual, reflexiva, dialogando, con un camino de unidad. ¡Si Goic no tuvo el apoyo interno que debería haber tenido, seamos claros! Estuvo esta llamada disidencia y esta lógica que se ha instalado de destruir los liderazgos internos. Entonces lo que tenemos que hacer en primer lugar es recomponer la convivencia. Convivencia más que disciplina, diálogo más que crítica. Si aquí la crisis de la DC es de convivencia.

-Usted siente que si eso no se enmienda, ¿podría llevar al partido a la desaparición?

-Esta es la última oportunidad para la DC. Si no reaccionamos, esto nos puede llevar a la irrelevancia o incluso a una crisis terminal. No estoy dramatizando, sencillamente estoy describiendo lo que todo el mundo sabe y siente: que ya hemos tenido muchas luces amarillas y algunas rojas, y no hemos sabido reaccionar.

«MÁS AL CENTRO QUE A LA IZQUIERDA»

-¿Hacia dónde debe ir la DC en materia de política de alianzas?

-Aquí se va a ir abriendo un espacio de convergencia entre socialcristianismo, socialdemocracia y social-liberalismo, más hacia el centro que a la izquierda. La DC tiene que aprender a construir ese espacio, también con el «laguismo» y agrego social-liberalismo, porque no podemos dejar de ver esto que expresó muy bien Evópoli, con Felipe Kast, y otra gente como Andrés Velasco no veo por qué deben quedar fuera del radar.

-¿Y ve al PS en un esfuerzo así? Porque la directiva de Álvaro Elizalde ha buscado puentes con el Frente Amplio (FA).

-El entendimiento histórico entre la DC y el PS ha sido una de las claves de la gobernabilidad democrática. La socialdemocracia es más que el PS, está también el PPD y el PR. Yo no sé qué va a ocurrir con el PS, pero las voces que veo son de creciente acercamiento al FA y que a esta alturas no van a romper con el PC. Veo conversaciones y acercamientos entre el PS, el PC y el FA, pero ese no es el camino de la DC. Tampoco el camino propio, menos la derecha.

-En la Nueva Mayoría han abogado por trabajar la unidad desde la DC al FA. ¿Lo ve factible?

-Yo siento respeto por el FA, con sus 14 partidos ha hecho una proeza, sacó un 20% con Beatriz Sánchez, y eligió un senador y 20 diputados. Hicieron bien la pega. Si mi problema no es el FA, el problema del país tampoco es el FA, que se ganó su espacio. Y además, no veo un nuevo gobierno con el PC, porque no están claros los beneficios para el país, y si están claros los perjuicios para la DC. Nos pusimos de acuerdo con ellos, creamos la Nueva Mayoría, y sufrimos una derrota política.

-¿Siente usted que cometió un error la DC al apoyar a Guillier sin ninguna condición?

-El apoyo que le dimos a Guillier fue precipitado. El FA, con mucha sabiduría, se tomó diez días para consultar a las bases. Tendríamos que haber conversado con Guillier para pactar los términos de las definiciones políticas y programáticas, no condiciones, para un eventual apoyo en segunda vuelta.

-¿Usted votó por Guillier?

-Yo voté por Guillier, porque soy un militante disciplinado. Por lo tanto, lo hice por razones de disciplina, porque el día que perdamos la disciplina al interior de los partidos se transforman en una montonera. Voté más por disciplina que por convicción.

-¿Qué rol le asigna usted al Gobierno en el tema de la derrota?

-La Moneda leyó mal los resultados de la primera vuelta, creyó que era el triunfo de las reformas en circunstancias que el 64% fue para la oposición al gobierno de la Nueva Mayoría, que es el 44% de la oposición de derecha, Piñera y Kast, y el 20% de la oposición de izquierda, Beatriz Sánchez. Todo el exitismo vociferante se vino estrepitosamente abajo el 17 de diciembre cuando nos dimos cuenta de que la verdadera realidad es que la Nueva Mayoría en Chile ahora es la derecha con casi un 55% de los votos. Finalmente, la desmesura refundacional del infantilismo progresista del primer tiempo, reflejada en la tristemente célebre retroexcavadora, nos pasó la cuenta el 17 de diciembre. Lo que la gente intuyó, entre la primera y la segunda vuelta, es que nos estábamos yendo de tumbo en tumbo. Si había alguna duda sobre la izquierdización de la política, la campaña de Guillier en segunda vuelta se encargó de confirmarla: «Hasta la victoria siempre», como el Che Guevara. ¿Meterle la mano al bolsillo a los ricos para que de una vez por todas piensen en la patria? Fue como poner limón en la herida. El centro se aterró, se levantó a votar el 17 de diciembre y votó por la derecha. Los que no votaron por Guillier no fueron solo los de «Progresismo con Progreso», sino decenas de miles de electores democratacristianos. Y el que no quiere entender eso, no sabe el país en que está parado. Yo conozco a mi partido y su electorado, y matemáticamente no hay otra forma de explicar que Piñera llegara al 55%.

-¿Y ese «infantilismo progresista» siente usted que también vino de parte de la Presidenta Michelle Bachelet?

-Yo no juzgo, ni califico, ni menos descalifico a la Presidenta de la República, primero por el respeto que merece la institución de la Presidencia de la República. Segundo, por el respeto que merece la Presidenta Bachelet. Y tercero, porque ella es Jefa de Estado, jefa de Gobierno. No alcanzó a ser líder de la coalición, porque una de las cosas que tenemos que entender también es que aquí no hubo un rol de los partidos, del Parlamento en nuestro gobierno de la Nueva Mayoría que diera cuenta del mínimo de acción colectiva que supone la política en el gobierno o en la oposición. Y, por lo tanto, si uno pudiera decir algo de la Presidenta, es que cuenta con todo el respeto y que, tal vez, hubo un cierto individualismo y una cierta prescindencia de los partidos y de los parlamentarios de gobierno. (El Mercurio)

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