Patria, patria

Patria, patria

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Cincuenta años atrás, por mucho que las izquierdas hablaran de una revolución con empanadas y vino tinto, por mucho que usaran en Clarín y Puro Chile los más populares garabatos, el intento de la UP estuvo marcado por el internacionalismo, por las influencias foráneas.

Para Allende, Castro resultó mucho más importante que cualquier prócer nacional, y el hermano mayor, la Unión Soviética, recibió las loas que solo se dispensan a los más queridos y las peticiones de ayuda que solo se presentan a quienes se estima depositarios de todas las confianzas. Por eso, miles de cubanos y cientos de soviéticos se instalaron en Chile, justamente para internacionalizar el gobierno de la UP.

Pero ese modo de destruir la Patria ya quedó atrás. Cuba carece de retórica y de liderazgo revolucionario; la URSS no existe. Se acabaron las platas socialistas, se diluyeron las redes internacionales de medios de comunicación, se fue al tacho la ideología supuestamente liberadora. Solo al PC se le puede ocurrir dolerse por la muerte de algún líder norcoreano.

Por eso, el proyecto de las izquierdas se ha planteado otros objetivos y ha usado otros medios para lograr en pocos años que a la Patria «no la reconozca ni la madre que la parió» (gracias, Alfonso Guerra).

Lo han intentado a través de un estatismo cada día más desatado, frustrando tantas iniciativas tradicionales, ahogando tantos modos asociativos de hacer Patria. Cuántos emprendedores educacionales, imitadores de Bello y de Mora, están ahora ahogados por la perversa nueva legislación.

Lo han puesto en marcha a través del juvenilismo, entregándoles a las generaciones de inexpertos vociferantes la iniciativa para que marquen el ritmo de las demandas y las reformas. Mientras tanto, lo más importante de la Patria, los niños desvalidos y los adultos mayores, han ido quedando en las sombras o han ido a parar al cementerio.

Lo empujan mediante un proceso secularizador destinado a convertir una Patria de creyentes en una tierra de zombis. Por eso el matrimonio y la familia -raíces de la Patria, núcleos de la Matria- han sido acuchillados en sus notas esenciales: indisolubilidad y complementariedad entre mujer y hombre. Y los peldaños que ya se han construido con el aborto en tres causales conducirán a la Patria por la escalera que la lleve hacia ese precipicio en el que miles, muchos miles de niños serán asesinados.

A las Fuerzas Armadas y Carabineros los han dañado sistemáticamente, campaña tras campaña, no solo en sus oficiales y clases en retiro, sino con un evidente mensaje hacia el personal en servicio activo: Cuidado, los vigilamos; cuidado, no se crean los herederos de los padres de la Patria. Y, de paso, la integridad del territorio -nota esencial de la Patria- ha sido puesta en jaque. Qué importan estos o aquellos alejados territorios -hasta un ex Presidente así lo expresó-, qué bueno sería que hubiera un Estado dentro del Estado en La Araucanía, otras patrias dentro de la Patria, piensan.

Y del respeto por la verdad histórica de la Patria, mejor no insistir en lo ya tantas veces denunciado. Los menores de 35 han sido formados en la mentira y en el engaño: creen ser herederos de un país que les han inventado; les han ocultado la Patria verdadera. Historias secretas dicen escribir algunos, cuando es evidente su simple propósito de fabular de acuerdo a sus ideologías.

No, no es el desarrollo lo que han frustrado; no, no es solo la convivencia la que han deteriorado gravemente.

Es la Patria, es ese mundo de nuestros padres que llevamos en nuestros genes y en nuestros comportamientos el que han ido demoliendo.

Por eso, si no se enmiendan, en un día futuro será la Patria la que no los reconozca a ellos.

 

El Mercurio

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