No sea gil-Sergio Urzúa

No sea gil-Sergio Urzúa

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Desde el Congreso hasta el Tribunal Constitucional, las hostilidades entre colegas y la ausencia de trabajo en equipo —capacidades críticas en cualquier empleo— son pan de cada día en la política nacional. Sobrenombres por acá, recriminaciones por allá, payaseo y poca seriedad, nada contribuye al complejo escenario que vive el país. Es más, el amargo cóctel es un pésimo ejemplo ante lo que significará el retorno a la normalidad.

Si algo demostró la evidencia económica durante las últimas décadas, es que las habilidades socioemocionales son esenciales. En el trabajo, por ejemplo, individuos con altos niveles de autocontrol tienen empleos de mejor calidad, mayores salarios (retorno superior al 5%) y acumulan más experiencia laboral. Lo mismo ocurre con otros rasgos de personalidad, como la amabilidad, autoestima y el sentido de responsabilidad. Esto desafía la idea preestablecida de que la inteligencia cognitiva era el mayor determinante de la productividad.

Y justo antes de la pandemia, distintos estudios comenzaban a demostrar que dichas habilidades, las blandas, cobran incluso más importancia cuando se incorpora el factor tecnológico. ¿Por qué? Los humanos estamos siendo superados por las máquinas en tareas rutinarias, por lo que hay que explotar nuestras capacidades naturales que (aún) nos dan ventaja. Así, personas más ávidas de socializar se adaptan mejor a un empleo que cambia constantemente. De ahí que comunicación, regulación emocional y empatía sean elementos tan primordiales como pensamiento crítico o aprendizaje adaptativo.

Covid-19, claro, cambió las cosas. De la mano de la masificación del trabajo remoto, el mercado laboral se ha transformado. Encuestas en los EE.UU. indican que el trabajador promedio preferirá trabajar un 50% desde la casa, incluso luego de terminada la emergencia. En Europa, en donde los mercados laborales son más rígidos, distintos países buscan fórmulas para potenciar el empleo a distancia. ¿Qué sabemos de las competencias que demandará este nuevo escenario?

La misma pandemia ofrece luces. Análisis de datos del Reino Unido (NCDS, BCS y MCS) indican que la imposibilidad de regular emociones y la hostilidad frente a las personas son factores que se destacan entre quienes no pudieron contar con un empleo a distancia durante la crisis sanitaria. Por el contrario, quienes poseen habilidades blandas balancean mejor horas trabajadas, satisfacción y productividad. Esto puede explicar por qué estas mismas personas parecen no sufrir los efectos negativos de las medidas de confinamiento sobre la salud mental.

Chile pasa momentos duros y reflauta que faltan modelos a seguir. La sociedad pospandemia demandará insumos de personalidad que, lamentablemente, parte de la clase dirigente parece no poseer ni valorar. Trabajar en equipo y liderar para despegar son antónimos de hostilidad. Pero los chilenos no son giles. En períodos de crisis, la falta de pericia socioemocional termina por saturar. Así que no copie los malos ejemplos, haga un esfuerzo y prepárese para lo que se viene: invierta en y apueste por las habilidades blandas. (El Mercurio)

Sergio Urzúa

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