La Lista del Sueldo

La Lista del Sueldo

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Partieron el año como revelación electoral, herederos natos del espíritu de octubre y portadores de la buena nueva del asalto de los comunes a la casta del poder. Pero los sucesivos fraccionamientos internos primero y la suma de errores no forzados en la ruta por convertir una estrategia de marketing electoral en un factor de poder político, los tiene hoy dando incómodas explicaciones y anunciando sonoras querellas ante la misma institucionalidad que venían a reemplazar.

De la protesta a la propuesta. No es una novedad decir que en política resulta mucho más difícil ponerse de acuerdo en lo que se quiere que en lo que no, pero vale la pena recordarlo a la luz de lo que hoy vive la desgranada Lista del Pueblo. El variopinto colectivo conformado en base a una astuta orgánica electoral modular tuvo su momento peak como expresión de repudio a todo lo establecido y se coronó con su irrupción en la convención constituyente como la principal fuerza opositora, al menos en el papel. De ahí en adelante, su estreno en el arte de la política ha ido de tumbo en tumbo.

  • Incluso antes de comenzar su proceso de desmembramiento y cuando el brillo de su triunfo aún destellaba, la Lista del Pueblo perdió la primera medición de fuerzas a la que se vio enfrentada: la elección de la mesa que presidiría la convención. Ese día, los impolutos tribunos de la plebe chocaron de frente con otro axioma del ejercicio del poder cual es que la política es, mucho antes que un problema de inspiración, un asunto de organización. Ese día, en una mesa cuyo mantel había sido puesto con antelación y donde el menú venía también previamente cocinado, el Frente Amplio se sentó en la cabecera.

La diversificación. Esa derrota, sin embargo, no amilanó a los populares y con la vista puesta en las otras disputas políticas en ciernes, sus socios controladores de dieron a la tarea de consolidar todo o parte del poder adquirido en la elección de convencionales para convertirlo en poder político. Así fue como resolvieron, por ejemplo, que no formarían parte de ninguna de las opciones presidenciales que disputarían la nominación en la izquierda, apostando a ubicarse en la galería sur de esa contienda.

  • Ese trance pareció brindarles una nueva oportunidad. La derrota de Jadue y el PC asomaron como promisorias para la conformación de una fuerza emergente que aspirara a representar una retórica más rebelde e indignada; que no estuviera manchada -como si estaba Boric- con el pecado original del acuerdo de noviembre 19 ni con los amarres institucionales que constreñían a la convención.
  • En esa lógica, la presentación de un candidato propio, que venía de vuelta del PC y del FA parecía una jugada ingeniosa, pero cuando no quedan a la vista enemigos frente a quiénes rebelarse, un verdadero revolucionario se rebela contra sí mismo. Y así lo hicieron en la LDP, desconociendo al recién nominado candidato y generando otro capítulo más para la serie.
  • Fieles a su estilo, sin embargo, los populares intentaron salir jugando. La candidatura de la Lista del Pueblo, dijeron, no será impuesta, sino que será decidida por el pueblo. Y así, con base a un criterio de selección más parecido a un anuncio de reclutamiento de “consultores” de productos de belleza y bajo un mecanismo tan crudo como el más burdo laissez faire (carrera por las firmas) se llegó a un remedo de primaria para definir a su abanderado. Pero las firmas las certificaba un difunto y el resto es historia conocida.

El negocio. Más allá de la anécdota, la teleserie de la Lista del Pueblo, mirada en el contexto de otras “pymes” electorales (como el Partido de la Gente o el cuarto intento de ME-O) nos está alertando sobre un “cluster” electoral, formado al alero de los mecanismos de financiamiento público de campañas, en el que los patrocinios, las rendiciones e incluso las adhesiones son parte de un mercado no regulado y del que solo nos enteramos cuando uno de los participantes se va gritando porque la maquinaria esta vez se lo tragó a él.

  • No es claro si la motivación fue pecuniaria o mareo de altura, pero el efecto político de la diversificación inorgánica de la Lista del Pueblo va mucho más allá del ridículo público agudizado por la lluvia de memes de la que hoy es objeto. Su principal derrota se verifica en la pérdida total de relevancia en el único espacio donde su peso era real: la convención constituyente.
  • Hoy son el Partido Comunista y el Frente Amplio quiénes disputan diariamente los contenidos y las reglas del proceso constituyente y los convencionales que aún quedan en la LDP no tienen mucha más opción que plegarse a unos u otros en la disputa. Los sobrevivientes de la Lista del Pueblo, así como los nuevos impugnadores que están por venir deberán pues tomar nota: cuando el viento insufla las velas de los más inspirados, los que realmente cosechan son los más y mejor organizados. (Ex Ante)

Camilo Feres

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