Embajador en problemas

Embajador en problemas

Compartir

La mañana del martes pasado, cuando la Presidenta Michelle Bachelet llegó al aeropuerto de Orly, dio un breve y protocolar saludo al embajador de Chile en Francia, Patricio Hales, quien la esperaba desde temprano a un costado de la alfombra roja, acompañado por la representante ante la Ocde Claudia Serrano.

Hales debió conformarse en quedar en un segundo plano, intentando proteger a la Mandataria con un paraguas negro de la llovizna que caía ese día sobre la capital gala, mientras Bachelet abrazaba efusivamente a Serrano, quien fuera ministra del Trabajo durante su primer gobierno. Con ella se subió al automóvil que la trasladaría al Grand Hotel, donde se hospedó la delegación chilena durante la visita a Francia.

El ex diputado PPD y actual embajador de Chile en París recién pudo hablar con la Presidenta en la tarde del miércoles. Otra vez, fueron sólo algunos minutos. Bachelet ni siquiera se quedó al cóctel que el embajador había organizado en la sede diplomática chilena.

Aunque en la comitiva se mantenía estricto silencio sobre las razones, la figura de Hales generaba una cuota de incomodidad en la delegación chilena, en especial en el equipo de Cancillería, que había preparado desde hacía varios meses cada uno de los detalles de esta gira. Por primera vez en los 55 años de existencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), la reunión anual de la entidad sería presidida por un jefe de Estado latinoamericano.

La sombra que se cierne sobre Hales es igualmente inusual. Por primera vez, también, un embajador político, de confianza exclusiva del Presidente, está bajo un sumario administrativo de la Cancillería por una denuncia de acoso laboral, con ribetes de acoso sexual.

Fue la funcionaria Carolina Cosmelli (53), mujer que trabajó en la residencia del embajador entre diciembre de 2014 y diciembre de 2015, quien presentó el caso en abril pasado.

El testimonio que aportó la mujer llevó a la Cancillería a dictar el 18 de abril pasado la resolución 1042, mediante la cual se designó al embajador de Chile en Noruega, José Miguel Cruz, como fiscal especial para investigar los hechos.

Cruz viajó hace dos semanas a París, junto a una funcionaria de su confianza, quien intervino como actuaria, durante el interrogatorio al que fue sometido Hales. También se tomaron declaraciones como testigos a varios funcionarios de la delegación diplomática, como asimismo a personal del servicio doméstico de la residencia del embajador Hales, donde se habrían producido los hechos que son materia de la investigación.

Tanto la Cancillería como el embajador Cruz confirmaron la apertura del sumario contra Hales por acoso laboral, en el que se insinúan hechos de acoso sexual que afectaron a Cosmelli, pero no entregaron más detalles por tratarse de una investigación reservada.

Fuentes del servicio exterior, sin embargo, afirmaron que el embajador Cruz entregaría en un par de semanas más un  informe a la Dirección Jurídica de la Cancillería con las primeras conclusiones de las indagatorias que lleva adelante.

Contactado a través del teléfono en París para conocer su versión de los hechos, Hales no desmintió ni confirmó nada. Poco después, mediante un correo electrónico, señaló: “He sido notificado, mediante correo, de un procedimiento de toma de declaración  en el marco de un sumario administrativo. Como corresponde, en esa instancia, me informaré y  aportaré al fiscal todos los antecedentes que me soliciten”.

Amiga de la familia 

En Chile, donde se encontraba con licencia médica en la que se le diagnostica “trastorno de estrés post traumático”, Cosmelli ya declaró ante la Cancillería. Su testimonio, al que tuvo acceso Reportajes, describe una relación que va más allá de lo laboral y que se inicia en una amistad entre la denunciante y la mujer de Hales, María de los Angeles Swinburn.

Cosmelli declara que a través de su profesión de masoterapeuta (es dueña de un centro de masajes en Costa Cachagua) conoció a Swinburn en 2002.Y que desde ese año se hicieron amigas. En su declaración, Cosmelli relata que iba a cumpleaños y a eventos familiares de los Hales Swinburn. También cuenta que, con el paso de años, forjaron una amistad profunda.

Debido a eso, señala en su testimonio, a fines de 2014 Swinburn le pide que deje sus cosas en Santiago y se traslade a París a trabajar como su asistente personal. Como el cargo no existe, afirma, el embajador le abrió una plaza en la residencia, aprovechando que una de las funcionarias a cargo del servicio doméstico había dejado recientemente  de laborar.

En su testimonio, la mujer enfatiza que llegó a la sede diplomática no por razones económicas, sino que “como primera razón, uno de mis sueños era conocer esa ciudad, y segundo, me fui porque esta gran amiga me lo estaba pidiendo”.

Esta misma condición -según se lee en su declaración- le generó problemas con el resto de los funcionarios de la embajada.

Cosmelli relata a la funcionaria receptora de la Cancillería Marcela Poblete que desde el inicio el embajador Hales “me pedía cosas exageradas respecto de sus cosas personales”, entre las que destaca la preparación de alimentos de cierta manera, la entrega rigurosa de sus remedios (aun en días libres) o el cuidado y orden específico de su ropa. Cualquier error en los resultados de estas tareas -declara- derivaban en reacciones airadas del embajador.

La situación empeoró, de acuerdo al testimonio de Cosmelli a la funcionaria de Cancillería, cuando a este tipo de maltrato se sumaron insinuaciones de índole sexual, como intentos de abrazarla para acercarla a él a la fuerza y una invitación a ver juntos “una película pornográfica”.

“No había nadie en la casa ese día, ya que era fin de semana, y la mujer del embajador estaba en Chile”, se lee en la declaración de Cosmelli acerca de ese último episodio. Según ella misma relata, esa misma noche le escribió a Swinburn, la mujer de Hales, vía WhatsApp, denunciando lo ocurrido.

Para probar sus dichos, Cosmelli incluye una serie de capturas de pantalla de su celular a un número que asegura sería el de la esposa del embajador en las que ésta solidariza con ella y califica los hechos como “abuso”.

La denunciante narra que después de estas situaciones se agudizaron los malos tratos. “En múltiples ocasiones él me ninguneó y desautorizó frente a las personas de la embajada. Yo pasé de ser la persona de confianza, a ser una persona indeseada, donde no se me dirigía ni siquiera la palabra”, relata Cosmelli en la denuncia.

Muchas veces, asegura que fue humillada por Hales y que sus horarios no eran respetados, trabajando largamente por sobre las 45 horas semanales de su contrato. La denuncia de acoso laboral incluye la retribución de estas horas extraordinarias no remuneradas.

“Me sentí prisionera en la embajada”, dice Cosmelli sobre su situación en Francia. “Yo debía preguntar a qué hora terminaba mi jornada de trabajo para poder salir, porque nunca sabía a qué hora terminaba mi día, ya que tenía que estar siempre disponible. Desde junio comencé a pedir que se me respetaran los días de trabajo y de descanso, pero fue muy difícil siempre, porque él quería que yo estuviera siempre a su disposición”, se lee en su declaración.

Nuevo protocolo en Cancillería

El caso de Hales ha provocado preocupación al interior de Cancillería, por tratarse de un embajador político destinado a una de las embajadas más importantes en Europa.

Hales es militante del PPD y durante cuatro períodos seguidos, entre 1998 y 2014, resultó electo diputado. En su juventud participó en el PC, colectividad de la que se alejó a fines de los 80, para sumarse activamente al proceso electoral que desencadenó en el triunfo del No en el plebiscito de 1988.

En marzo de 2014, varios interpretaron su designación en una embajada emblemática como la de Chile en Francia como un  gesto a su trayectoria política y una señal de cercanía a Bachelet, la que se habría visto menguada esta semana.

Pero el caso de Hales no es el único. Desde hace varios años, los gremios que agrupan al personal del servicio exterior y a la plana profesional vienen pidiendo a las autoridades del ministerio que asuman una mayor proactividad en la investigación de abusos laborales y de acoso sexual. También demandan un mayor celo a la hora de aplicar sanciones.

Recién hace dos años, la Cancillería elaboró un protocolo más estricto para tramitar estas denuncias y creó una unidad para acoger los testimonios de acoso laboral y sexual. Pero uno de los problemas que se han detectado en la metodología ocupada es que no hay plazos para la designación de fiscales ni para fijar sanciones.

A mediados del año pasado, Cancillería realizó una encuesta sobre clima laboral en todas las misiones de Chile en el exterior, precisamente para conocer la existencia de este tipo de situaciones.

En ese marco, se recibieron testimonios negativos de algunas embajadas y consulados de la región. Asimismo, en Japón, fue necesario enviar un equipo de sicólogos contratados por la Cancillería con la misión de mejorar el ambiente interno. La intervención, señalan fuentes del servicio exterior, tuvo un costo cercano a los US$ 12.000.

A diferencia de Hales, ninguno de estos casos ha llegado a transformarse en sumario.

Un episodio especial se vivió con la visita de la Presidenta Bachelet a Filipinas, en noviembre del año pasado. Dos semanas antes de su llegada a ese país, el padre Luis Eduardo Zapata, quien lleva 12 años como misionero en Filipinas, le envió una carta a la Mandataria. En el texto le contaba sobre una serie de episodios de maltrato laboral que el embajador Luis Fernando Lillo habría protagonizado con funcionarios de la misión. Según fuentes de la Cancillería, Bachelet no quiso que fuera Lillo quien la recibiera en Filipinas y, en un hecho inédito, el embajador fue llamado a informar a Santiago durante los días de la gira presidencial. Se inició un sumario en su contra, que finalmente no aplicó sanciones. Lillo ya había cumplido 65 años y fue llamado a retiro.

Ahora, afirman fuentes del servicio exterior, confían en que el sumario abierto contra el embajador Hales en la Cancillería sea la ocasión par dar una señal potente frente a las denuncias de abusos laboral.

Fuente: Edición Original La Tercera

Dejar una respuesta