Un primer asunto que llama la atención es la crítica en cuanto a nuestras estimaciones de nuevos ingresos fiscales y de los costos de nuestras reformas, primero, porque no entrega argumentos para justificar sus críticas y, segundo, porque obvia que aun cuando nuestro ejercicio tiene una serie de supuestos, como suele suceder en economía, somos la única candidatura que ha dicho cómo va a financiar sus reformas.
Piñera ha presentado un conjunto de propuestas que requieren financiamiento fiscal permanente; sin embargo, solo ha hablado de bajar impuestos. Su supuesto es que un gobierno puede bajar los impuestos y aun así tener más ingresos fiscales, producto del efecto de esta baja sobre el crecimiento. Esta es una visión con pocos adeptos en la disciplina económica, sobre todo cuando el nivel impositivo es tan bajo como en el caso chileno. De hecho, durante su mandato la economía creció bastante -impulsada por un precio del cobre muy favorable- y aun así el déficit fiscal creció de manera importante.
Dicho esto, a nuestro juicio la mayor discrepancia que tenemos con el autor, dice relación con la forma en que los países logran tener trayectorias de desarrollo de largo plazo. Como argumentamos en nuestro programa, junto con la asimétrica distribución del ingreso y del poder económico y el alto nivel de conflictividad socioambiental (que se explica por nuestra estrategia de desarrollo), un problema de primer orden de la economía chilena es el estancamiento en los indicadores de productividad que ha presentado en los últimos 15 años.
Al respecto, la literatura económica ha demostrado que el principal motor del desarrollo económico es la productividad. Desgraciadamente una de las mayores falencias de nuestra economía ha sido la insuficiente inversión en investigación y desarrollo, con una tasa de menos de 0,4% del PIB, cuando el promedio OCDE está por sobre el 2%. A ello se suma una muy baja inversión en salud y educación de la población, factores también claves para la productividad de largo plazo, además de ser derechos sociales que como tales deberían ser asegurados por nuestra sociedad.
El programa del Frente Amplio apunta precisamente a remediar estas insuficiencias extremas de que adolece la economía chilena, con un plan de inversión financiado con nuevos impuestos al 1% de más altos ingresos, que comparado con el mundo, gana mucho e invierte poco en investigación y desarrollo. En particular, proponemos triplicar la inversión del Estado en investigación y desarrollo y adaptación de tecnologías nuevas, con una inversión adicional de US$ 2.000 millones anuales. Esta nueva inversión irá acompañada de políticas industriales modernas, una descentralización política y de las decisiones económicas y de una nueva institucionalidad para el quehacer científico, la que permitirá desarrollar investigaciones de largo plazo en concordancia con las necesidades estratégicas de cada una de nuestras regiones.
La nuestra es una apuesta ambiciosa y que, por cierto, involucra riesgos, los que deben ser evaluados con todo el rigor de la crítica. Sin embargo, estamos convencidos de que no es posible solucionar las falencias estructurales y de larga data que tiene la economía chilena si seguimos haciendo más de lo mismo. (El Mercurio)
Nicolás Grau
Ramón López
Miembros del equipo económico de Beatriz Sánchez