El poder de Ana Lya Uriarte

El poder de Ana Lya Uriarte

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El ambiente está que se corta con cuchillo en La Moneda. La desconfianza se ha instalado de lleno entre las paredes de Palacio, como uno actor político más, casi el más importante en estos días, porque está marcando el tenor de las relaciones, acciones y varias decisiones en el seno del Gobierno. En ese contexto, la figura de Ana Lya Uriarte, la empoderada jefa de gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet, no deja de sacar ronchas en ciertos sectores, alimentadas por las tesis de las conspiraciones palaciegas, mientras que otros consideran que la creciente influencia que ha adquirido ha sido “benéfica” para la Mandataria y la coalición.

En el cónclave del domingo en la noche que realizó el oficialismo a puertas cerradas en el Hotel NH, una imagen no pasó inadvertida en el mundo político. Uriarte estaba sentada en la testera de la mesa, entre los ministros y los presidentes del Senado, Patricio Walker, y de la Cámara de Diputados, Marco Antonio Núñez. La escena –comentan muchos en el oficialismo– solo grafica el nivel de empoderamiento político de la militante PS, que supera por lejos a su antecesora –Paula Narváez– y a los que también fueron jefes de gabinete presidenciales en gobiernos pasados.

Dicen que “no es una ministra en las sombras”, que es una metáfora “exagerada”, pero sí se reconoce mayoritariamente que se ha convertido con los meses en “una articuladora” de la Presidenta, con los partidos de la Nueva Mayoría, con el resto del Gobierno. “Es un poder en sí misma, no se desempeña solo en la parte ejecutiva, sino que en buena medida llena el vacío ante la ausencia de un segundo piso fuerte políticamente en La Moneda”, recalcó un timonel de la Nueva Mayoría.

Una alta autoridad de Palacio dijo que ella “era muy buena”, que es necesaria y que por lo mismo “hay que cuidarla”, manifestando cierto grado de preocupación por la visibilización que ha adquirido Uriarte el último tiempo, ante el clima de desconfianzas y conspiraciones que abundan en el oficialismo.

De hecho, en el entorno del ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, la tienen “entre ceja y ceja” y la critican, porque aseguran que está aliada políticamente con el subsecretario de esa cartera, Mahmud Aleuy, para minar el liderazgo del secretario de Estado. No la consideran talentosa y creen que solo “ha crecido” porque supo aprovechar el espacio que se produjo entre febrero y marzo, cuando era evidente y público que la Presidenta Bachelet estaba afectada y golpeada por efecto del caso Caval, debido a las implicancias familiares que tuvo para ella.

No es casual esa lectura. A poco andar como jefa de gabinete presidencial, ya en septiembre del año pasado, el vespertino La Segunda destacaba la “fuerte” personalidad de Uriarte y la autonomía con que se desempeñaba, lo que despertó resquemores. La misma crónica destacaba que se caracteriza por trabajar con total independencia del ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, y de la entonces directora de la Secom, Paula Walker, que eran las personas en ese minuto con mayor ascendencia en la Presidenta Bachelet.

Pero también ha influido considerablemente el antecedente de que Uriarte es militante socialista y, además, como Aleuy y la propia Presidenta, comulga con la Nueva Izquierda, la tendencia más grande del partido. Eso, unido a que su nombre ha sonado en algunos círculos de Gobierno como alternativa para ocupar un ministerio político en el cambio de gabinete que haría la Presidenta Bachelet pronto, ha sido el caldo de cultivo ideal para sustentar las conspiraciones.

Los cercanos a Uriarte y quienes –en los partidos y en el Gobierno– ven con buenos ojos su desempeño, consideran que es una actitud de baja estofa meter a Uriarte en las tesis conspirativas, porque eso “se puede transformar en un problema” y “obstaculizar su gestión”, lo que a la larga puede afectar a la propia Presidenta.

Aseguran que hay un prejuicio y desconocimiento, porque Uriarte “está lejos de pertenecer a la vieja guardia de la Concertación” y nunca ha sido cercana al líder del sector, Camilo Escalona –que este domingo disputa la posibilidad de recuperar la presidencia de la colectividad–, y que tiene una estrecha relación con los senadores Alfonso De Urresti (Nuestra Revolución) y Juan Pablo Letelier (tercerista), que apoyan irrestrictamente la opción de Isabel Allende para conducir el PS.

LOS PUENTES

Más allá de las tesis conspirativas, Uriarte trabaja en el backstage de La Moneda. En el Gobierno explican que, entre las características claves de su gestión, está que “escucha”, “coordina” y “tiende puentes”. Pero, además, “anota todo”, como el domingo en el hotel NH, donde aseguran que no habló mucho pero que escribió todo lo que se dijo.

Según recalcan en distintos partidos de la Nueva Mayoría, sin necesidad de estar en la primera fila, de desplegar un perfil público, con los meses se ha transformado en una buena influencia para la Presidenta y “se ha hecho indispensable”.

Un alto asesor de Palacio recalcó que si la Mandataria quiere informarse de algo objetivamente, lo hace a través de ella.

Las razones de ese empoderamiento y la confianza que le demuestra Bachelet –explican en el gobierno–, son simples. Primero, Uriarte no posee agenda propia, lo que implica que no es conocida por tener aspiraciones de una carrera política de alto vuelo o tener en carpeta alguna candidatura de cualquier especie y, segundo, tiene la experiencia y el conocimiento de las lógicas, técnicas y manejo de un Gobierno, ya que fue la ministra de Medio Ambiente en la primera administración bacheletista.

“Tiene dedos para el piano, solvencia política y profesional, sabe cómo funciona el Estado”, precisó un timonel, y desde la Nueva Mayoría varios dirigentes destacaron que se caracteriza por el “buen trato” y por tener sintonía con los partidos, donde es comentado que los hace sentir “que tienen con quien hablar en La Moneda”, que se les escucha y, además, “la certeza” de que el mensaje llega a destinatario, o sea, a la Presidenta, independientemente de si la respuesta no es favorable.

“Ella contesta el teléfono”, destacó un dirigente oficialista, mientras que otros acotan que Uriarte resuelve la demandas, y que solo cuando es estrictamente necesario o no hay otra opción, recurre a Bachelet.(El Mostrador)

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