El proyecto buscaba precisamente aquello que el país dice promover: diversificar la matriz energética, almacenar excedentes renovables y reducir nuestra dependencia de combustibles fósiles. Sin embargo, enfrentó exigencias ambientales que, en la práctica, equiparan a un parque solar con una faena minera o una planta química.
Solicitudes como descripciones milimétricas de cables, cajas combinadoras o supuestos eventos extremos en baterías litio-ferrofosfato (tecnología probadamente segura) solo agregan burocracia sin aportar a la protección ambiental real. En otros casos, el Servicio de Evaluación Ambiental nacional ha revertido estos excesos generados a nivel regional, pero poco puede hacer si estos hacen que la empresa desista.
Chile no logrará sus metas climáticas ni consolidará su liderazgo en energías limpias si su institucionalidad penaliza la inversión renovable por exceso de celo procedimental. Si queremos acelerar la descarbonización, el Estado debe actuar con proporcionalidad, eficiencia y sentido de urgencia. (Emol)
Marcelo Mena
Exministro del Medio Ambiente



