Una revolución de terciopelo-Pilar Lizana

Una revolución de terciopelo-Pilar Lizana

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Un gran maestro me hablaba hace unos días de la Revolución de Terciopelo. Fue una reflexión breve y cambiamos el tema rápido, pero cuando escuché los dichos del candidato de Apruebo Dignidad sobre la posibilidad que el alcalde de Recoleta pudiese ser su Ministro del Interior, la fugaz conversación cobró otra relevancia.

En noviembre de 1989, luego de sucesivas manifestaciones, el Partido Comunista de Checoslovaquia terminó perdiendo el poder político y el país se dividió. Hoy, estamos viviendo nuestra propia Revolución de Terciopelo. El momento histórico es distinto, las demandas de la sociedad civil también, pero al igual que en la Checoslovaquia de 1989, sucesivas manifestaciones dividen a Chile y las instituciones existentes parecieran debilitarse.

Parece que fue en otro tiempo cuando el alcalde de Recoleta, entonces precandidato presidencial, manifestó en un debate televisivo encontrarse a favor de la legalización de todas las drogas. “Incluso la cocaína”, recuerdo que dijo. Hoy no es la Cortina de Hierro la que nos preocupa, sino la violencia y la amenaza del narcotráfico.

El terciopelo, suave trozo de tela, se transformó a fines de los 80 en el ícono que representaba las aspiraciones de una sociedad que buscaba recuperar la libertad y democracia. Hoy, pareciera que ese delicado textil sigue marcando tendencia. Lo que no queda claro, es qué democracia persiguen quienes piden el cambio de modelo.

El movimiento estudiantil del 2011 fue la cuna del candidato de izquierda que lidera las encuestas. El mismo que en mayo pasado derrotó a la opción comunista que hoy podría llegar a hacerse cargo del Ministerio del Interior. El estallido social sembró un camino para que su discurso llegara a muchos que buscaban progreso y una mejor calidad de vida.

Es cierto que los esfuerzos del estado no llegaban a todos, que muchas comunidades viven sumidas en el miedo por la violencia del narco y que muchos que lograron avances importantes estos 30 años quieren más. Las revoluciones siempre vienen acompañadas de un relato mesiánico que mueve a muchos y despierta la emoción en otros. Pero el terciopelo también se gasta y hasta termina por romperse. La burbuja de la ilusión de la revolución por un Chile mejor y lleno de esperanza terminará por reventar, como pasa con todas las burbujas, y al final lo que queda son las acciones. Acciones que no necesariamente representan la ilusión que se perseguía al principio, pero que todos esperan respondan a sus problemáticas.

El Chile del futuro tiene grandes desafíos, uno de ellos el avance del narcotráfico a través de nuestra frontera. 951 kilos de marihuana en Iquique y Santiago decomisó el OS7 en dos operativos que, gracias a la figura del informante encubierto, logró sacar la droga de circulación y detener a tres personas.

Casos como estos hay muchos. Por el norte cruza gran cantidad de drogas que se distribuye a lo largo de Chile a través de sus carreteras. El éxito de este tipo de operaciones es clave para contener el avance del narco. El Ministro del Interior, una figura que cumple un rol importante en el diseño e implementación de estrategias que contengan amenazas como esta y aseguren la estabilidad y bienestar de todos. Pero, ¿qué estrategias podría desarrollar quien se muestra a favor de legalizar TODAS las drogas?

El negocio de la cocaína es uno de los más violentos. Grandes carteles disputan territorios y mercados, mientras no tienen problemas en “quitar del camino” a todos quienes puedan poner en riesgo su operación. Por ello, que el candidato a ministro del Interior del pacto Apruebo Dignidad esté a favor de legalizar la coca y demás estupefacientes al menos preocupa.

Los límites para el narco deben estar claros y las acciones de nuestros líderes deben ser fuertes y estar dirigidas a quienes deben proteger: los ciudadanos. De otra manera, los rebeldes de terciopelo podrían ser reemplazados por líderes armados que bajo la excusa de la revolución avancen peligrosamente entre nosotros y, sin darnos cuenta corrompan al estado, la sociedad y sus instituciones. (El Líbero)

Pilar Lizana

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