Un suicidio perfecto

Un suicidio perfecto

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Muchos lo advirtieron: idealizar la violencia, darle un manto de legitimidad a la destrucción del orden público, guardar silencio mientras se incendian iglesias y escuelas, ovacionar en el Congreso a los encapuchados, iba a terminar haciendo ganar a una derecha restauradora. Y exactamente eso ocurrió. La izquierda y la centroizquierda pavimentaron el camino para que el Partido Republicano obtuviera un triunfo histórico: más del 35% de los votos válidos que, sumados a lo obtenido por Chile Vamos, dejó a la derecha sobre el 56%.

En paralelo, la centroizquierda quedó a las puertas del cementerio. La DC, la colectividad de Frei y Aylwin, bajo el 4% y sin representación en el nuevo Consejo. Lo mismo el PPD, el partido de Lagos. Corolario de la vocación suicida del bloque político que, según todos los indicadores, encabezó los mejores 20 años desde que hay registros. Inmolación voluntaria que consistió no solo en renegar de lo realizado en el período, sino en sumarse a la obsesión refundacional de una izquierda y un movimiento estudiantil que siempre los despreció. ¿Para qué? Para terminar una década después borrados del mapa.

Apruebo Dignidad y el PS respiran, pero no sacan cuentas alegres. Obtuvieron 16 cupos de 51, quedando a merced de que republicanos y Chile Vamos estén disponibles para no hacer lo mismo que la izquierda hizo en el proceso anterior. La nueva generación en el poder, los inmaculados que venían a cambiar el mundo y a convertir a Chile en “la tumba del neoliberalismo”, solo pueden aspirar ahora a las migajas que sus adversarios quieran compartirles.

En resumen, el daño que la izquierda y la centroizquierda se han autoinfligido, sobre todo desde el estallido social, la manera en que se farrearon la posibilidad de tener una nueva Constitución en democracia, sencillamente, no tiene perdón. Y es por eso que nadie ha tenido la valentía moral para salir a hacerse una mínima autocrítica. Ningún reconocimiento de nada. Porque, la verdad, no era fácil generar las condiciones del vergonzoso proceso constituyente anterior. Y menos fácil contribuir a que el Partido Republicano superara el 35%, arrasara en comunas populares y la derecha en su conjunto obtuviera su mejor resultado electoral desde 1932.

Pero la siembra fue larga y paciente; la izquierda, la centroizquierda y la generación que hoy “habita” La Moneda le pusieron un empeño extraordinario. Por eso hoy pasan olímpicos y no se han visto renuncias en ningún partido. Un bromista incluso sugirió sumar el cadáver de la DC al gabinete. Porque así funciona todo esto; porque después de mirar con entusiasmo cómo el país era incendiado, ahora sostienen que la gente vota “desinformada” cuando no los respalda a ellos.

Cuesta creer el nivel de indolencia frente a las propias responsabilidades políticas; pero también es cierto que cuando se asiste a un funeral, sobre todo si es el propio, algo obliga a guardar silencio. (La Tercera)

Max Colodro