Un doble suicidio

Un doble suicidio

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Es para no creerlo. La centroizquierda se está suicidando por segunda vez y en ambas ocasiones en beneficio de Sebastián Piñera. En el 2009, la negativa de la Concertación condujo a una grave división. La historia es conocida. En primera vuelta, Frei obtuvo un 29% y ME-O un 20%. Por su parte, Piñera alcanzó a un 44%. En teoría, la centroizquierda podía ganar la segunda vuelta, puesto que con la votación de Arrate, se alcanzaba a un 56%. Como la política no es aritmética, el 56% se transformó en un 48,3% en la segunda y ganó Piñera. La centroizquierda se suicidó. Marco todavía paga por su apoyo al “candidato del 29%”. Es mérito de Marco haber realizado una severa autocrítica y haber insistido en la necesidad de un pacto de gobernabilidad, ya que, de lo contrario, “va a ganar Piñera”.

La historia se repite y para peor, con cinco candidatos. Excluyo a Artés porque es de otra galaxia. A menos de 30 días del 19/11 estamos nuevamente al borde del precipicio. Si se sigue por el mismo camino, la victoria de Piñera es inevitable.

Lo mío no es derrotismo, es mínima lucidez. No creo en la teoría de la agudización de las contradicciones. Históricamente las izquierdas han pagado caro por esta visión. No es un misterio que hay sectores en el Frente Amplio que tienen esta mirada. Así, rechazaron de plano la posibilidad que Marco, un candidato altamente competitivo, pudiera participar en una elección primaria, de la misma manera como lo había hecho antes la Nueva Mayoría.

En el Frente Amplio (FA) hay quienes prefieren la derrota de la centroizquierda porque consideran que esa sería exclusivamente la derrota de la Nueva Mayoría, la que les abriría a ellos el espacio. El ejemplo de Podemos es un clásico. La idea era el zarpazo contra el PSOE. Es cierto, Podemos tiene un gran líder como Pablo Iglesias y 67 diputados, pero pequeño problema: gobierna Rajoy.

En Chile es parecido. El FA puede obtener, y ojalá así lo haga, una buena representación parlamentaria, pero el que gobernará será Piñera.

La centroizquierda en Chile ha hecho casi todo mal. La Nueva Mayoría no hizo primarias, maltrataron a Lagos, y la DC levantó su propia opción. Mientras la derecha tiene un candidato indiscutido, una coalición ordenada, un programa claro -crecimiento y empleo- y un apoyo empresarial prácticamente unánime, la centroizquierda muestra lo contrario: múltiples candidatos en áspera disputa, una coalición fragmentada y programas más difusos. Y tampoco es un misterio que hay democratacristianos que no se sienten obligados a votar por el o la candidata distinta de Carolina Goic que pase a segunda vuelta.

La situación es crítica pero algo se puede hacer: acordar lo antes posible, en ideal ayer, que el 19/11 sea la gran primaria que no se hizo. A partir de un acuerdo programático, esto significa que el o la candidata que pase a segunda vuelta, reciba automáticamente el apoyo de los otros cuatro, sin plebiscitos, juntas nacionales o consejos. No es el óptimo, pero es mucho mejor que nada. Ese es el sentido de la propuesta que le hemos hecho llegar a los cinco precandidatos de la centroizquierda para que, mirando hacia abajo al precipicio, atinen y no nos volvamos a suicidar. (La Tercera)

Carlos Ominami

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