TVN intenta ordenarse tras un plan de negocios- Pilar Molina

TVN intenta ordenarse tras un plan de negocios- Pilar Molina

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Difícil se ve la situación de TVN, si no terminal. Viene perdiendo audiencias e ingresos en forma geométrica desde 2014, cuando subió sus gastos en 12 mil millones de pesos y bajaron sus ingresos, pasando los números del canal a rojo con 6.685 millones de pesos. Los ingresos continuaron bajando los años posteriores y los costos sólo marginalmente, acumulándose las pérdidas a diciembre del año pasado sobre los 56 mil millones. La situación ha seguido empeorando, porque a septiembre de este año las pérdidas doblan las del año pasado al mismo mes, empinándose a los 12 mil millones.

Las razones que dio Francisco Orrego para renunciar a la presidencia del directorio fueron muy similares a las que esgrimieron en enero pasado los tres directores de centroderecha para dejar sus cargos, y a las que di yo cuando renuncié al directorio en junio de 2016: la falta de atribuciones e influencia para cambiar el modelo de negocios que convirtió al canal público en uno con audiencia de nicho y costos de estación masiva.

La bomba le explota a este gobierno, que no puede aparecer clausurando la televisión pública, aunque sea cuarta en el rating y no cubra ni sus costos operacionales. Pero replantear el modelo a uno compatible con la nueva realidad de competencia, con multiplataformas y TV por internet, requeriría una ley y ya sabemos qué pasa cuando estas iniciativas entran al Congreso. Hay que pensar que los parlamentarios, como habitantes de Marte, se dieron el lujo de aprobar la creación de un nuevo canal cultural cuando hoy no se está financiando la señal pública para la cual  dispusieron 47 millones dólares del erario nacional; 22 millones de ellos son para emigrar a la TV digital terrestre y los restantes 25 millones de dólares para “adecuación competitiva”.

A TVN no debiera cerrársele el camino que han adoptado otros canales para cambiar sus pérdidas millonarias por número azules, como le ocurrió al 13 este año, recurriendo a la externalización de áreas de producción a través de empresas especializadas. El sindicato de prensa advirtió raudo, sin embargo, que “la TV pública no se privatiza”, como si racionalizar fuera sinónimo de vender a privados.

Para readecuar la estructura a la nueva realidad competitiva y no convertirse en la clásica empresa estatal que opera mal y a pérdida, a TVN sólo le queda una alternativa: que el directorio, superando las diferencias ideológicas que los dividen, sumen fuerzas para continuar bajando los costos de la estación y forzando a la administración a presentar parrillas viables dentro de su nueva realidad. Como así también a buscar nuevas fuentes de ingresos frente a la esquiva publicidad y replantearse como medio multiplataforma, rescatando siempre su misión.

Y algo de eso puede estar pasando, porque la reacción del directorio frente a la renuncia de su presidente esta semana fue que “el plan de negocios, encaminado a dar viabilidad a TVN, cuenta con el apoyo y compromiso de todos los directores”, reafirmaron en un comunicado.

Ese plan de negocios, solicitado por Hacienda, se habría hecho en conjunto con la administración y una empresa externa (Orca) que contempla varios pilares, uno de los cuales es continuar racionalizando los costos. Eso pasa por ajustar la planta hasta llegar a una cifra inferior a las 800 personas, que seguirá siendo alta, pero más razonable, y es lo que explica los últimos despidos. Y lo más importante, la Dirección de Presupuestos iría liberando los 25 millones de dólares no a la administración para que continúe financiando programas a pérdida, sino que es el directorio el que asume la responsabilidad de irlos asignando. No para financiar déficits indefinidos, sino para aliviar la carga financiera del canal, que obtuvo una carta del gobierno para poder endeudarse de modo de financiar las millonarias indemnizaciones que cuestan los despidos. El plan de negocios, a cambio del cual la Dipres libera las platas, alinea a la administración, empezando por su director Jaime de Aguirre, que ya no puede operar con carta blanca. Aunque no estén los cinco votos para sacarlo, como quería Orrego, él no está cómodo tampoco. De hecho, no cuenta con el respaldo de los funcionarios.

Y dentro de este proyecto es que se han reducido las áreas de programación y prensa, mientras la dramática está virtual -aunque no oficialmente- cerrada. Hay un claro cambio hacia la contratación externa o coproducción de una sola teleserie anual, poniéndose término a los numerosos artistas sentados en la banca con contratos permanentes. Esa sería la razón por la cual a la mítica Amparo Noguera no se le renovará el contrato después de 24 años, aun cuando vuelva a sus pantallas en 2019 en una teleserie coproducida con Fábula.

En esencia, aunque el canal debe hasta los escritorios en que están todos sentados y la totalidad de los edificios que los albergan en Santiago y regiones, en la medida en que el plan de negocios diseñado sea exitoso, y el directorio siga alineado tras él, las pérdidas en 2019 tendrían que bajar a menos de la mitad para llegar a números azules en 2020. En ese escenario optimista, con alguna luz en el horizonte, no debiera constituir un imposible encontrar un nuevo presidente que siempre tendrá que lidiar con una administración que se siente dueña del canal público y un directorio cuoteado, donde a veces se impone la cuota más que la misión. Esto último, después de los números rojos, seguirá siendo el flanco más difícil, pero un directorio unido puede orientarla mejor. (El Líbero)

Pilar Molina

 

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