¿Se termina la Nueva Mayoría?

¿Se termina la Nueva Mayoría?

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Que se acabó la coalición de Gobierno, que no va más. Lo dicen en todos los tonos los representantes de los partidos de izquierda, lo afirma su candidato; lo sostienen también los victoriosos y los derrotados, dentro de la misma DC.

Y desde Chile Vamos se emite la misma cantinela: que se acabó la Nueva Mayoría.

¿Tantos políticos de acuerdo en un hecho de la máxima relevancia? Rara avis . Si todos están diciendo lo mismo, hay mucho que analizar, entonces.

Y hay que partir por quienes habrían provocado esta ruptura, los democristianos.

Da lo mismo que hayan querido ir a primarias o a primera vuelta, unos y otros saben que el destino de su partido, en el corto plazo, es casi imposible en solitario (¡qué simpáticamente ingenuo resulta que los piñeristas los inviten a formar alianza!) y que, por lo tanto, tienen tiempo de aquí al día de la inscripción de las candidaturas -finales de agosto, dentro solo de quince semanas- para recomponer su coalición.

Los partidarios de las primarias lo sabían y por eso luchaban por la unidad; los partidarios de la primera vuelta también lo saben y ahora tendrán que intentar lo mismo. Saludaron a la bandera, pero tendrán que reemplazarla, o morir.

Por lo tanto, cuando en la DC dicen «se acabó la Nueva Mayoría», lo que se están diciendo a sí mismos es «nos quedan cuatro meses para lograr que eso, una fatalidad, no suceda. Digámoslo fuerte y claro para que tomemos conciencia de la gravedad de la situación en la que estamos».

En los cuatro partidos gubernamentales de la izquierda, por su parte, la expresión «se terminó la Nueva Mayoría» significa una cosa muy parecida: «Nuestras militancias tienen que entender que si eso se concreta, una coalición sin la DC nos transforma en una izquierda sola y desprestigiada, que tendría que competir con una izquierda nueva y chispeante».

Entonces, resulta que a los primitos hoy tan mal avenidos, les resultará insoportable la posibilidad de quitarse el saludo y olvidar tantas aventuras juntos. Por eso, en las próximas semanas, veremos las más alambicadas maniobras, de unos y de otros, para intentar recomponer lo que declaran ya perdido. Y es porque todos saben que eso aún no se ha terminado y que, obviamente, no puede terminarse.

Por supuesto, en Chile Vamos nadie va a salir a lamentar la ruptura que unos y otros gobiernistas anuncian. Pero, en su fuero interno, ya desearían que esa coalición pudiera recomponerse y que Goic no llegara a la primera vuelta (ciertamente, el precio a pagar para reconstruir la Nueva Mayoría).

¿Por qué?

Porque Piñera puede tolerar un candidato de derecha a su derecha, José Antonio Kast, pero si se le suma una candidata de centro en su centro… ¿cuánto pierde y dónde queda colocado el hombre que se define como de centroderecha?

Vaya, vaya. O sea que a todos, a los que lamentan la ruptura, a los que se alegran con ella, a todos, si algo realmente les conviene es que la candidatura Goic no despegue, que el candidato sea Guillier, que la lista parlamentaria sea única, que Piñera solo tenga que perder votos por su derecha.

De la tarea táctica se encargarán los de siempre, los comunistas. Moverán todas sus piezas visible e invisiblemente para que bajo las banderas de una coalición con nuevo nombre (hasta eso llegarán, obviamente) la DC y las otras izquierdas puedan disputar juntas, y con posibilidades, unas elecciones que, con Goic en la papeleta, a todos se les complican mucho.

Y al bajar a Goic -no les quedará otra- ayudarán de paso a Piñera.

A las izquierdas concertacionistas no les gustaba el binominal, pero mucho menos les gusta el Frente Amplio.

Con el binominal siempre recibieron sobrerrepresentación. Se acostumbraron. Protegerán esa situación. (El Mercurio)

Gonzalo Rojas

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