Reforma previsional populista-Patricio Navia

Reforma previsional populista-Patricio Navia

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Cuando distintas voces advierten sobre los riesgos de la llegada del populismo a Chile, el gobierno de la Presidenta Bachelet ha dado señales de que no necesitamos esperar al próximo gobierno para sentir los vientos del populismo. Al responder apresuradamente a una masiva manifestación nacional contra las AFP, la Presidenta Bachelet ha realizado una propuesta que combina el populismo con el voluntarismo colectivista que supone que solo porque una ley pida solidaridad, los actores económicos dejarán de responder a los incentivos estructurales que enfrentan.

Entre las principales propuestas de la reforma previsional anunciada por la Presidenta Bachelet el martes pasado, destaca una velada crítica al lucro: “las pérdidas en los fondos de los trabajadores no pueden ser un negocio para nadie”. La Presidenta añadió que “en los periodos en que los fondos de un afiliado tengan rentabilidad negativa, las administradoras deberán devolver en su cuenta las comisiones cobradas durante ese tiempo”. De aplicarse esa reforma, los fondos de pensiones tendrán cero incentivos para invertir en riesgo. Como buscarán evitar tener rentabilidades negativas en vez de optimizar la rentabilidad, los fondos tendrán bajas tasas de retorno que depreciarán el valor de los ahorros acumulados. Si a un equipo de fútbol le pagan solo por evitar que le metan goles, es improbable que ese equipo gane partidos.

La Presidenta también anunció que “nuestra propuesta incorporará representantes elegidos de los cotizantes en la administración de los fondos, de manera que puedan participar desde definiciones claves como las políticas de inversión, la elección de los directores y de las compañías en que se invierten los recursos o las campañas de información”. Como los directores de las empresas son elegidos por sus dueños o accionistas, la propuesta de la Presidenta supone una reforma gigantesca que cambie la naturaleza de cómo funcionan el gobierno corporativo. Se supone que los cotizantes pueden ejercer presión sobre las AFP por el solo hecho de poder cambiar sus ahorros entre los distintos fondos. Cuando sugiere que los cotizantes debieran también tomar decisiones sobre las políticas de inversión, la Presidenta incurre en promesa populista comparable solo a sugerir que los niños deben decidir los contenidos de los currículos educativos o los pacientes decidir las patologías que deben ser incluidas en el AUGE (GES).

Cuando la Presidenta anuncia que la creación de la AFP estatal será “una alternativa para los que la quieran y que acoja a los trabajadores y trabajadoras que hoy carecen de cobertura previsional”, queda en evidencia también cuál es el proyecto del gobierno para la administración de la cotización del 5% del sueldo bruto del trabajador. Como ese dinero irá al pilar solidario, el gobierno quiere que la AFP estatal administre ese 5% de los sueldos de todos los trabajadores de tal forma de alcanzar su objetivo de “aumentar las actuales pensiones y otra parte será destinada a lograr más equidad en las pensiones futuras de los actuales trabajadores que cotizan”.

Huelga decir que sugerir que esa cotización de un 5% adicional del sueldo bruto no será “con cargo exclusivo al empleador”. En equilibrio, los empleadores tienen un presupuesto X para pagar a un trabajador Y por un empleo Z. Si el gobierno introduce un impuesto al trabajo de 5%, el ingreso líquido del trabajador disminuirá. Si bien es comprensible que disminuya el ingreso líquido para ahorrar para la vejez, el hecho que ese 5% vaya a un fondo solidario convierte a ese ahorro en un impuesto que el gobierno de turno podrá ocupar con la discrecionalidad que permitirá una ley cuyo contenido todavía se desconoce. Sin duda el gobierno prometerá seriedad y responsabilidad, pero después de haber demostrado improvisación al implementar la gratuidad en la educación superior a través de una glosa presupuestaria, es razonable (si no obligatorio) dudar de la capacidad del gobierno para actuar responsablemente.

Sorpresivamente, la oposición de derecha pareció celebrar el tono conciliador de Bachelet y optó por distinguirlo de la estrategia de retroexcavadora que caracterizó los primeros dos años de su gobierno. Lamentablemente, la derecha puso más atención al tono que al contenido del mensaje presidencial. En las próximas semanas, cuando se esclarezcan los detalles de la propuesta, las inconsistencias y contradicciones del plan gubernamental quedarán claras. Más que reformar el sistema de pensiones, esta propuesta busca ir creando un sistema paralelo (solidario, de reparto intra e inter generacional) que eventualmente convierta el sistema de AFP en una alternativa opcional complementaria para las personas de más ingresos (un APV). El gobierno está en su legítimo derecho de querer hacer eso. Pero debería explicitarlo y no disfrazar sus intenciones con propuestas que mezclan el voluntarismo colectivista con el populismo burdo.

Patricio Navia, académico Escuela de Ciencia Política UDP.

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