Pueblo-Adolfo Ibáñez

Pueblo-Adolfo Ibáñez

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Cantemos las glorias/ del triunfo civil/ que el pueblo chileno/ obtuvo en las urnas. Pero, antes que nada, ¿quién es el pueblo?, ¿o son tantos como partidos o grupos que dicen representarlo? Estos últimos solo se escudan en sus pueblos imaginarios para imponer sus ideas.

Como pueblo chileno, cuya expresión civil fue muy reducida al comienzo para, luego de sucesivas leyes, ampliarse hasta la gran amplitud actual, nos hemos manifestado siempre por arriba de los marcos partidistas, más allá de la diversidad de opciones por las que nos inclinamos de ordinario. En numerosos momentos que, por lo mismo, se han transformado en hitos significativos, hemos desbarajustado el naipe político expresándonos en forma contundente. Hemos sido dóciles para acoger caminos esperanzadores, siempre que se nos presenten con algunos brillos y pirotecnia, pero fuertes y claros para rechazar lo que percibimos ajeno. La lista es larga en las últimas décadas y aparentemente contradictoria: Ibáñez el 52, Frei el 64, Pronunciamiento el 73 y plebiscitos del 88, 2020 y 2022.

Una explicación sencilla y rápida es remitirse al sentido común, lo que mantiene el problema en una nebulosa. El problema fundamental es que no hemos estudiado y tratado de comprender este comportamiento que se ve tan disímil. Quizás nos falta comenzar por comprender que tras de esa diversidad de opciones se expresa una continuidad cuya ignorancia por parte del mundo político hace dar palos de ciego. ¿O es que somos muy veleta?

En todo caso, insistir en que somos venales y que nos desvivimos por los millones que se nos ofrecerían, o que somos cándidos y nos dejaríamos engañar por las mentiras, es creer que somos una máquina o robot programable o que siempre nos venderemos al mejor postor. En cualquiera de estos casos significaría que no somos más que una entelequia. Y no es así, en ningún caso. La Canción de Yungay, que he parafraseado al comienzo de estas líneas, es de 1839 y nos señala explícitamente como protagonista. En los relatos de siglos anteriores se percibe cómo, con el tiempo, se va pasando de referirse a los pueblos aborígenes, a señalar al total de la población en nuestra configuración mestiza. Ya tenemos muchos siglos como “pueblo chileno”, y esa realidad es la que sirve de cimiento a nuestra nacionalidad.

Dicho en simple, no es fácil definir al “pueblo chileno” y qué es lo que busca. Pero lo que sí es claro es que, en primer lugar, es chileno. A partir de esta afirmación podemos continuar conversando. (El Mercurio)

Adolfo Ibañez