La sorpresiva contundencia del Rechazo constituye un momentum para Chile Vamos. Aunque el resultado, dada su transversalidad, no sea endosable, da vuelta el tablero devolviendo el poder al sector que había sido derrotado en el plebiscito de entrada y condenado desde entonces a la irrelevancia ideológica. Si bien el resultado no cambia la correlación de fuerzas en el Congreso, podría dotar de un aura de legitimidad un eventual veto a las reformas estructurales que requiere el país o autorizar la postergación indefinida de un nuevo proceso constitucional. Lo que está por verse es cómo la coalición aprovechará ese momentum y si el cambio ideacional que pareció convertirla en una centroderecha durante los últimos años se impondrá sobre el pragmatismo.
Pensar que el resultado del 4/9 nos retrotrae a una derecha anterior al plebiscito de entrada, sería desconocer los efectos que tuvo la coyuntura crítica que se inició con el estallido social. Esta crisis multidimensional abrió una ventana de oportunidad para la consolidación de una sensibilidad más progresista en Chile Vamos, con dos principales marcadores, transversales a los partidos de la coalición: el apoyo a una nueva Constitución y a la construcción de un Estado Social de Derecho. Ambos quedaron incorporados a los programas de los cuatro candidatos que compitieron en las primarias del sector. Durante el segundo gobierno de Piñera, la crisis torció también las convicciones ideológicas de las élites gubernamentales. Llevó a la mutación del paradigma chileno de política pública desde la lógica subsidiaria heredada del neoliberalismo a un modelo sustentado en la universalidad y garantía de derechos, plasmado en el IFE universal y la PGU. Por último, una mirada cualitativa a las votaciones de los convencionales de Chile Vamos muestra el apoyo de un colectivo en particular (independientes, Evópoli y Renovación Nacional) a una mayor regulación, así como propuestas comúnmente asociadas a los estados de bienestar (derecho a la seguridad social, al agua como bien público o a la vivienda). Recientemente, tanto la aprobación de los 4/7 para reformar la actual Carta Magna como el compromiso de seguir con el proceso constitucional marcaron claras diferencias con otra derecha del statu quo.
El escenario de posplebiscito da a Chile Vamos la oportunidad de demostrar la efectividad de ese cambio ideacional. En lo inmediato, evitar profundizar la crisis de credibilidad de las elites políticas parece fundamental, con mayor razón si el nuevo proceso resulta más controlado por los partidos. A más largo plazo, plantea a la coalición el desafío de incorporar esas ideas a un proyecto político unitario, sin equivocarse en el diagnóstico. En efecto, el hecho de que los chilenos se hayan pronunciado en contra de un texto considerado muy radical no significa necesariamente la derrota del proyecto transformador del gobierno.