Pase gol a Valdés

Pase gol a Valdés

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Al Ministro de Hacienda le dejaron la pelota en la boca del arco. Sólo tiene que empujarla para hacer el gol. Como su juego, hasta ahora, ha sido un tanto dubitativo, algunos de sus compañeros de equipo -la Nueva Mayoría- corrieron la línea y plantearon lo que todos sabían, pero hasta ahora nadie había dicho con claridad: la plata no alcanza. De seguir las cosas así, no ganan el partido.

La que colocó la pelota en el área chica fue la presidenta del Partido Socialista, Isabel Allende, al reconocer que el gobierno pasa por un momento de extrema debilidad política y económica, lo que requiere cambiar el esquema de juego. El programa debe ser priorizado, porque está desfinanciado. Como en todo equipo, algunos la apoyaron y otros no. El gobierno, como siempre, fue ambiguo. Por una parte acogió el llamado, reconociendo que la situación económica impone restricciones; por otra, no fue claro si ello significa cambiar la agenda.

Como sea, el concepto está metido, pero la pelota sigue en el punto penal. Meterla en el arco depende ahora del ministro de Hacienda. Porque si él comparte el diagnóstico -parece que sí-, entonces lo que corresponde es que diga qué es lo que se mantiene y qué es lo que queda fuera. Es decir, tiene que patear la pelota en serio. Seguir dando vuelta a su alrededor, no tiene sentido.

Es, sin duda, el momento de Valdés. Le metieron un pase de lujo y es ahora cuando se probará el carácter del ministro. Los ojos de sus compañeros y de la hinchada están puestos sobre él. Ahora veremos si es como Valdivia, un mago para los pases, pero que nunca tira al arco, o como Medel, que se adelanta y mete un gol de antología sin pedirle permiso a nadie.

Algunos, molestos, dicen que detrás de todo esto, más que pragmatismo, está la mezquina necesidad de sobrevivencia de los miembros de la Nueva Mayoría, que ven cómo la situación actual les puede significar perder el poder. Para evitar aquello, están dispuestos a todo, incluso a borrar de un plumazo partes del bendito programa. Pero, aunque fuera así, nadie los puede criticar. Es lo mismo que hace nuestra selección con tal de ganar la Copa América. Primero hizo la vista gorda con la borrachera de Vidal. Luego, con el dedo de Jara. En suma, el todo vale ya está instalado. Y la hinchada está feliz con ello. El fútbol es así, dicen por ahí.

Bueno, cambiar un programa es un truco demasiado viejo en la política. Además, Valdés tiene todo el derecho a hacerlo si piensa que así puede lograr el objetivo para el cual fue convocado: arreglar las reformas y la economía para que la hinchada se vuelva a entusiasmar. Y Bachelet también debiera entenderlo. Porque esperar recuperar su popularidad sólo siendo la hincha número uno de la selección, es arriesgado. Si perdemos, ella será la primera afectada. Si ganamos, no es claro que ella reciba los créditos, porque su partido es otro, se juega en otra cancha. Un hipotético triunfo en la Copa América en nada cambiará sus problemas. Ella no es Sampaoli. Es la Presidenta y tiene que hacer jugar bien a sus ministros. Y ahora, su jugador clave es Valdés.

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