Nuestra Constitución

Nuestra Constitución

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Opino como un simple ciudadano, feliz de haber votado por el Apruebo y ver 155 constituyentes empoderados por elección popular en esta histórica Convención Constitucional. Soñaba con una nueva Constitución; solo vean “Tolerancia Cero” en 2013. Pregunta: “Si usted saliera electo Presidente, ¿Cuál sería su primera medida?”. Respuesta: “Redactar una nueva Constitución”.

Como constituyentes, ustedes son nuestros representantes, nuestras voces, y un depósito inagotable de confianza. Muchas y muchos no estamos allí. Pero ustedes sí, en un servicio ciudadano demasiado determinante en todos los ámbitos: economía, política, social, institucionalidad, comunidad, familia, género, etnia, derechos… La Constitución que redacten construirá un nuevo camino y realizará nuestros sueños de justicia, equidad, sustentabilidad, ética, solidaridad, dignidad… Además, ustedes y los que la ratifiquen van a definir por décadas nuestro bienestar colectivo, incluyendo el de generaciones futuras. Confiamos en ustedes.

La esencia de un(a) constituyente es su habilidad de transformarse en el otro(a) sin perder su propia identidad.

Escribir una nueva Constitución es más que un acto intelectual-político. Es también un acto espiritual y consciente. Yo hubiese abierto este proceso con ceremonias espirituales, actos ecuménicos, bendición de los pueblos originarios, bailes comunitarios, cuentos ciudadanos, música autóctona, meditación colectiva, yoga de la tierra, abrazos… Hubiese “pedido permiso” a la Divinidad, al pueblo y a la naturaleza, para empoderarse y alcanzar el nivel más alto de sabiduría y ecuanimidad posibles. Hubiese organizado un encuentro (retiro) para caminar juntos por la montaña, besar la tierra, abrazar el viento, chapotear en el agua, socializar en grupo, compartir realidades, intercambiar desde el alma… Siempre que asisto a reuniones complejas y enrabiadas, uso como mantra el aviso de un restaurante al lado del puente El Monte (camino Santiago-Melipilla): “Deja la bestia afuera y después entra” (con una pintura de un huaso desmontándose de su caballo). Como adolescente me hacía mucho sentido (literal) no entrar a caballo a un restaurante. Hoy, desde mi estado consciente, me hace más sentido dejar mi ego, partidismo, revancha, oportunismo…

Como sociedad, merecemos una Constitución donde todas(os) ganamos.

He propuesto una Constitución Declarativa, con un gran “preámbulo” de conformidad universal, para que todas(os) nos realicemos plenamente. La columna vertebral debe ser “una sociedad sustentable con una ciudadanía empoderada”, en su sentido más amplio, dada la importancia del ciudadanismo y feminismo; el tránsito desde el mercado hacia una sociedad de derechos; el rol que juega la naturaleza y ecología; y las nuevas formas de sustento y bienestar material y espiritual. Este preámbulo es el que debe definir los aspectos operativos/jurídicos de la Constitución y no al revés; por ejemplo, coherencia entre poderes del Estado, grado de descentralización, manejo de bienes comunes, importancia de nuestra ruralidad comunitaria, derechos de la naturaleza, eco-competitividad, etcétera.

Dedicaría tres meses conversando, debatiendo, acordando y construyendo este preámbulo: quiénes somos, qué queremos, en qué dirección caminar, cómo lo iremos aproximando, cuáles serán las responsabilidades compartidas… Párrafos cortos que establezcan principios fundacionales, donde todas(os) nos identifiquemos con un sentido de pertenencia.

Constituyentes, esta Constitución es un desafío histórico para encontrar un espacio-colectivo-común, y escriban una Constitución con mecanismos de evolución permanente. La ciudadanía está dispuesta a darles todo el apoyo necesario. La Constitución no está en tus manos, está en tu conciencia.

Alfredo Sfeir Younis

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