A LO MEJOR la cosa es más simple. Para una parte no menor de Estados Unidos, que una mujer sucediera al primer presidente negro, era demasiado. La conclusión es de Roger Cohen, columnista del New York Times, quien reconoce que detrás del triunfo de Trump pueden existir muchas explicaciones: basta de las elites; basta de los expertos; basta de lo políticamente correcto; basta de la inteligencia liberal. Pero, también está el factor género: ¿Estaban los norteamericanos dispuestos a ser gobernados por una mujer?
El punto no deja de ser controversial, sobre todo en un mundo donde siquiera hacerse la pregunta suena apropiado. Por favor, dirán algunos, eso es del siglo pasado. Bueno, uno puede pensar lo que quiera, pero las cifras apoyan a Cohen. Porque la única verdad es que las mujeres traicionaron a Hillary Clinton. No votaron por ella en la intensidad que se esperaba, en especial el segmento de mujeres blancas, donde decididamente apoyaron a Trump por más de diez puntos porcentuales.
Esto fue la gran sorpresa de la elección. Considerando que el 52% de todos los votantes registrados son mujeres y la mayoría demócratas, se esperaba un resultado récord a favor de Clinton. No porque Trump fuera hombre, sino porque durante toda la campaña se caracterizó por un machismo y una prepotencia desatada hacia ellas, es decir, no hizo esfuerzo alguno por conquistarlas. Por el contrario, nunca ahorró palabras denigrantes hacia las mujeres de una forma nunca antes vista. Entonces, muchos pensaron que la elección sería una verdadera batalla de los sexos, la cual tenía un clara ganadora.
Pero no fue así. Clinton efectivamente obtuvo la mayoría entre las mujeres, 54% del total, pero se trata de una cifra mucho menor a la esperada, e incluso inferior a la que alcanzó Obama en la elección pasada. Y la sorpresa la dieron las mujeres de raza blanca. Hay que decir que los hombres de ese segmento apoyaron en un 63% a Trump, lo que habla de su sorprendente insensibilidad frente a las humillaciones a las que ellas fueron sometidas por el potentado. Pero, claro, lo más sorprendente es la actitud de estas últimas frente a aquello.
Entonces, la pregunta es obvia: ¿por qué las mujeres desecharon la posibilidad real de tener la primera presidenta en Estados Unidos? Una explicación es que la figura de Clinton despertaba mucho rechazo. Puede ser, pero nada comparable a lo que debió significar para ellas Trump. La otra razón puede estar en que el hastío de las mujeres hacia la sociedad norteamericana es superior a todo. Bueno, probar el punto les significó tirar por la borda mucho de lo avanzando en materia de igualdad. Finalmente está el argumento de Cohen: ellas, simplemente, no querían una presidenta mujer, incluso si ello significaba humillarse y entregarle la presidencia a un misógino declarado. Bueno, si es correcto, entonces la sociedad más poderosa del mundo, es mucho menos moderna de lo que todos pensábamos. En hombres y mujeres. Es el fracaso de aquellos que pensaron que, con la elección de Obama, el país se había vuelto más abierto y tolerante. La elección de Trump prueba exactamente lo contrario.
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