Más elecciones, menos negociaciones

Más elecciones, menos negociaciones

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En los últimos días, el país ha sido testigo de cómo las grandes coaliciones multipartidistas están negociando los nombres que irán de candidatos para las elecciones de gobernadores y alcaldes de fines de octubre. Resulta irónico que la tan denostada cocina política se convierta en el lugar privilegiado para forjar acuerdos entre los partidos políticos -incluso por aquellos que querían terminar con lo que consideraban las malas prácticas de la vieja política. Pero resulta profundamente preocupante que los partidos, desde Republicanos, en la extrema derecha, hasta el PC y el Frente Amplio en la extrema izquierda, parezcan tan poco interesados en realizar primarias de tal forma que sean las personas -y no los jerarcas partidistas- los que deciden quiénes serán los candidatos de cada coalición.

Porque la democracia supone que la gente decide, cada vez que los partidos invocan argumentos como ‘el que tiene, mantiene’, se profundiza el retroceso democrático que tanto critican todos. Si bien las primarias son imperfectas y presentan problemas logísticos y costos monetarios, la alternativa de quitarle a la gente el derecho a escoger a los candidatos es una opción mucho peor y con costos todavía mayores.

La democracia consiste en que la gente elige a sus representantes. Pero en la medida que las leyes electorales permiten distorsiones entre la voluntad popular y los representantes que resultan electos, a menudo la democracia se transforma en un mecanismo a través del cual los representados eligen a sus votantes. Cuando las coaliciones multipartidistas negocian los nombres de sus candidatos, a menudo los partidos deben abstenerse en ciertos lugares para lograr que sus socios de coalición los apoyen en otras partes. La decisión sobre quién es el mejor candidato en cada comuna o región se toma a partir de los intereses de los partidos, no de lo que más le conviene a los votantes.

Los partidos aspiran a aumentar el número de cargos que poseen dado su apoyo electoral. Los partidos no buscan mejorar su apoyo, sino hacer que ese apoyo rinda más en número de alcaldes o gobernadores. Por eso, los partidos defienden principios anticompetitivos, como el de ‘el que tiene, mantiene’. En vez de defender mecanismos que promuevan la competencia y otorguen a los electores más poder para decidir a quién premiar y a quién castigar, los partidos buscan convertirse en organizaciones oligopólicas que se dividen el territorio y así evitar la competencia.

Los problemas de los oligopolios

Que duda cabe que el país ha tenido demasiadas elecciones en años recientes. Desde que se inició el irresponsable y mal diseñado proceso constituyente, los chilenos fueron llamados tantas veces a las urnas que la gente empezó a perder interés. Porque la democracia se parece a las visitas a los médicos, la regularidad con la que tenemos que ir a votar es un indicador de qué tan saludable es la democracia. Es malo no ir nunca al médico, pero tener que ir al médico todo el tiempo también es señal de que las cosas no van por buen camino.

Los chilenos sufren de fatiga electoral. La 6 o 7 veces que debimos concurrir a las urnas entre 2020 y 2023 -sin contar las primarias, y tomando en cuenta que algunas regiones tuvieron segunda vuelta en la elección a gobernadores regionales en 2021- terminaron por agotar a la población. Pero la democracia es un valor preciado que no sale gratis. Hay que cuidarla y fortalecerla. El costo de no tener elecciones es mucho más alto que la molestia que puede implicar tener que ir a votar en elecciones primarias. (El Líbero)

Patricio Navia