Malestares-Oscar Guillermo Garretón

Malestares-Oscar Guillermo Garretón

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Años atrás, Benedetti decía sobre Europa, que su sociedad del bienestar se había transformado en sociedad del doble malestar. El malestar de los que quieren entrar y el malestar de los que no quieren que entren. Hoy podemos agregar el malestar contra los que mandan: en la política, sean de derecha, centro o izquierda, o en la economía, sean burócratas o libremercadistas. Ese fenómeno no es solo europeo. Lo expresan también Trump y Sanders en EE.UU. y en nuestro continente, el malestar popular y continental con Maduro o los vuelcos en Brasil, Argentina y Perú. Todos están de “exit” en lo que les ha tocado. La inmediatez de una sociedad en cambio vertiginoso y conectada en red, vuelve más alertas, informadas y ansiosas a las personas. Si además los que gobiernan lo hacen mal, el malestar empeora.

Chile vive su propio “exit”. La inmensa mayoría dice no querer lo de hoy. La propia Nueva Mayoría, si aspira a la continuidad, debe apostar… a la discontinuidad. La obliga ese impresionante y sostenido rechazo ciudadano que ronda ya el 70%, a pesar de seguir siendo una ciudadanía  culturalmente de centro izquierda, que quiere reformas. Necesita una oferta de discontinuidad y figuras que no se asocien a responsabilidades de conducción en estos años.

¿Puede la derecha ganar las próximas presidenciales? Sí, no obstante su crisis, a caballo del rechazo ciudadano muy mayoritario a la NM y su gobierno. En tanto por el flanco izquierdo de la coalición gobernante, el fraccionamiento existente necesita una candidatura que los haga converger y les dé una identidad diferenciada de la Nueva Mayoría. Ambas son parte de la demanda de discontinuidad. Pero, sabemos, la derecha gobernando excita nueva discontinuidad y la extrema izquierda no puede ganar, es en sí misma incertezas aun mayores.

Hay nuevas demandas ciudadanas distintas a las de 2014: por calidad y probidad para gobernar, por certezas, por seguridad de las personas con respecto a su integridad, a su propiedad y a su empleo, por un futuro de deberes mutuos junto a derechos nuevos; por respetar e incluir a mayorías, no solo a los propios, ni menos contra otros. Son decidoras las encuestas  al informar que mucha ciudadanía prefiere cartas presidenciales probadas antes que nuevas aventuras.

No veo razones para que este entusiasmo por la discontinuidad cambie. La economía trae malas noticias hacia delante para el crecimiento, el empleo y la inversión. La reforma educacional concita hasta ahora rechazos de todos lados. El intríngulis de la reforma laboral sigue penando, mientras la también rechazada reforma tributaria  deparará nuevas sorpresas en abril de 2017 para los muchos inadvertidos. Tampoco las desavenencias y debilidades de gestión amainan; y pareciera que siempre habrá alguien o algo que devuelve el caso Caval a las primeras planas cuando comienza a abandonarlas.

La discontinuidad es apuesta dominante. A la ciudadanía le incomoda el presente y lo ve distante de sus sueños de futuro. A diferencia de Gran Bretaña, las encuestas dicen que acá va ganando el “exit” pero, como allá, el desenlace es incierto. (La Tercera)

Oscar Guillermo Garretón

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