La economía en el corazón del debate político- Ernesto Silva

La economía en el corazón del debate político- Ernesto Silva

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Las cifras del IMACEC dadas a conocer esta semana dan cuenta del mejor primer semestre económico desde el año 2012. Como han señalado repetidamente desde el gobierno, nuestra economía pasó de ser una de las peores de América Latina durante el gobierno anterior, a la economía líder de la región durante el actual gobierno de Sebastián Piñera. Pero las destacadas cifras económicas han ido acompañadas de una gradual baja en la evaluación ciudadana del gobierno en las últimas semanas, medida en encuestas de opinión pública. Dicha baja se ha justificado en dos posibles razones: errores comunicacionales de parte del gabinete, y la percepción que el crecimiento económico no impacta aún el bolsillo de las familias. Concentrémonos en lo segundo.

Recuperar el crecimiento económico y mejorar las oportunidades está en el centro de la promesa de Chile Vamos y Sebastián Piñera. Eso se ha logrado, aún cuando se perciba que el empleo y las cifras económicas aún no impactan significativamente en los hogares. Es normal que exista un desfase entre las cifras agregadas y el impacto en el hogar. Es normal también que exista un problema de expectativas, especialmente cuando ya se vivió en el pasado la experiencia de recuperación económica y alto empleo bajo un gobierno de la centro derecha.

El elemento central de la estrategia económica del primer semestre ha sido recuperar la confianza, tal como se hizo el 2010, en el primer gobierno de Sebastián Piñera. Recuperar la confianza en que las finanzas públicas se gestionan de forma responsable y austera. Recuperar la confianza en que el equipo económico liderará reformas y medidas con altos estándares de excelencia y calidad, corrigiendo errores pasados. Recuperar la confianza de que las inversiones son bienvenidas y que tendrán un tratamiento institucional pero expedito, ajeno a la arbitrariedad.

Pero esta vez es distinto que en 2010. En esa oportunidad, generar confianza era suficiente para retomar el ritmo de crecimiento y creación de empleo a niveles de 5% promedio. En esta ocasión, ocho años más tarde y después del gobierno y las reformas de la Nueva Mayoría, la situación es diferente. No sólo se produjo un enorme deterioro en la confianza, sino que se introdujeron reformas que afectaron de manera importante la capacidad de la economía chilena de generar emprendimiento, atraer inversión y contar con el dinamismo e incentivos necesarios para promover el crecimiento. Si sumamos a todo ello el deterioro sostenido y profundo de la política fiscal y las finanzas públicas durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, es razonable constatar que el daño es mayor y las medidas para revertirlo mucho más complejas y audaces. Por ello, si el gobierno quiere retomar ritmos de crecimiento económico cercanos al 5%, no basta con generar confianza. Se requieren reformas relevantes, en materia tributaria, laboral, y de estructura del estado.

Al observar la baja en la encuestas de evaluación del gobierno y el problema de expectativas insatisfechas, la oposición empezó a enarbolar sus banderas críticas a la gestión económica del gobierno. ¿Está la oposición dispuesta a hacer del eje del debate político la discusión sobre el desempeño de la economía? Hacerlo sería -sin duda alguna- una decisión audaz. Sí, porque el desempeño económico de su último gobierno fue deplorable -las peores cifras de crecimiento en décadas-, y porque entrar al debate implica estar dispuesto a participar de la solución a los problemas que enfrenta la economía, por ejemplo, altos impuestos corporativos, rigidez en el mercado laboral, y poca flexibilidad y adaptabilidad por parte del estado.

Avanzar hacia mayores niveles de bienestar y calidad de servicios en Chile requiere de una economía que crezca a niveles superiores al 4% anual. Para lograrlo, las reformas a impulsar implican palabras mayores, y requieren de un Ejecutivo decidido a empujar y de una oposición dispuesta a participar del debate. El debate económico llegó para quedarse y para transformarse en el centro de la discusión política. Ya veremos cómo lo abordan tanto el gobierno como la oposición, pero lo que sí está claro es que Chile necesita más crecimiento para financiar su compromiso con una agenda social de futuro. (El Líbero)

Ernesto Silva

 

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