La decisión de Buchi-Andrés Benítez

La decisión de Buchi-Andrés Benítez

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En una semana, dos personajes del mundo económico-empresarial decidieron sacar la voz y hablar fuerte. Andrónico Luksic y Hernán Büchi tienen un discurso común: están incómodos con lo que está sucediendo en Chile. Pero llegan a conclusiones muy distintas. Mientras Luksic aparece como dispuesto a quedarse -“este es mi país igual que el tuyo”, dice-, Büchi anuncia su retiro. Se va para instalarse en una pequeña ciudad de Suiza, donde pretende pasar, junto a su familia, la mayor parte de su tiempo.

Son señales poderosas, sobre las cuales se puede o no estar de acuerdo, pero en ningún caso ignorarlas. Más que mal, se trata de personas importantes o poderosas en dos ámbitos cruciales para la vida del país. Luksic, la cabeza del mayor grupo empresarial chileno; Büchi, uno de los padres del modelo económico de mercado. En suma, sus voces son muy escuchadas y que, de seguro, reflejan el sentir de no pocos.

Si lo común en ambos es su molestia, es indudable que Büchi va aún más lejos. Se puede decir que lleva las cosas al extremo, al plantear que la incerteza jurídica que se vive en Chile, lo obligan a partir. Pero ojo, esta posibilidad igual la menciona Luksic, pero la descarta. La cosa es que cuando uno pone un tema en la mesa, es porque se la ha cruzado por la mente. Aunque sea para negarlo.

Ambas posiciones son válidas. Uno no tiene que quedarse en un país si se siente incómodo y cree que puede tener más posibilidades o aportar más en otra parte. Juzgar aquello sería ir en contra de la globalidad, contra las millones de personas que en el mundo se cambian de país buscando mejores oportunidades. Porque, más allá de la incerteza jurídica, este es un fenómeno natural en estos días. Los países compiten por atraer talento. Por eso, la decisión de Büchi no es muy distinta a la de muchos jóvenes chilenos que están fuera o sueñan con partir. Puede que las razones sean diferentes, pero el resultado es el mismo.

Por su parte, la decisión de Luksic, quedarse, es también válida. Pero es personal. Él no tiene que necesariamente estar en Chile para manejar sus empresas. Si se queda es su opción y parece ser también la de la mayoría de sus pares. Pero eso no significa que sea para siempre.

La pregunta de fondo es por qué llegamos a esto. En parte, como dije, es un fenómeno propio de la globalidad. Pero, sin duda, se acrecienta cuando los países se estresan producto de políticas públicas que buscan imponer a cualquier costo un modelo frente al otro. Este gobierno ha sido muy claro en esto. Todo su discurso y reformas tienden a privilegiar una visión de corte estatal, sin reconocer el aporte de la iniciativa privada. Esto es injustificable aunque uno quiera hacer cambios. Y los resultados están a la vista.

Esto no significa que no hay que cambiar o reconocer errores. Si fuera por esto último, se tendrían que ir casi todos. Me imagino que esa no es la idea. Al menos no es el sustento de la democracia, ni menos la forma de alcanzar una sana convivencia. Por eso, el mensaje de Luksic y Büchi, deben ser motivo de alerta. Algo está pasando. Algo que no es bueno. (La Tercera)

Andrés Benítez

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